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martes, 7 de mayo de 2024

TIEMPO VERBAL


 


quisisteis darle un nombre al pan

y lo llamasteis «hambre»

de mí dijisteis: individuo

y a mi lengua la nombrasteis: nudo


cogisteis una verdad con alfileres

la vestisteis de harapos e hicisteis que bailara

en el balcón de un edificio

al son de los disparos


la música es lo que no existe en vuestro alfabeto

compuesto sólo por imágenes monocromo

y símbolos, cuyas alegorías invitan

a recrearnos en el contexto de una arcada


glorificasteis la comida

y de ese modo establecisteis el dinero:

alimento a cambio de monedas


favores, prestamistas

que nos moldearon consumidos, tenues

cercano a lo invisible

tan distantes los unos de los otros

que nunca reconocimos el contornos


creasteis el fuego para amenazarnos

la rueda para torturar

y de la piedra concebisteis su dureza

para oprimir la piel blanda de nuestros hijos


los hicisteis preescolares, infantiles

cobardes e imbéciles

amantes del autoservicio

enganchados a dulce azúcar digital


cuidasteis del rebaño

marcado de códigos de barras

como si fuese verdaderamente vuestro

lo llamasteis: hombres de provecho

y aplaudisteis su melancolía en el ocaso

después, conseguisteis excitarle

con drogas más o menos fuertes y bacterias

para amansarlo eternamente


saturasteis de policías

-que no se os olvide-

el recinto amurallado


nos mostrasteis implacables

las distintas formas de sufrir

todas ellas, a cual más espantosa


y de aquel rosario de perlas negras

recordamos las que llevamos todavía

incrustadas en los ojos

que nos impiden la mirada

y atisbar otro horizonte


pudisteis hacer del mundo un hábitat

salvaje y libre

en cambio lo ordenasteis con un abecedario

estantes de metal

y pozos numerados hasta el infinito


pintasteis las cavernas

con óxido distinto y sangre

animales, plantas y algunos peces

también insectos

pegados a las paredes esperando amanecer


provocasteis la desolación

y la infectasteis de estériles semillas

flores marchitadas, hojas secas

y es así como pudimos ponerle cara al miedo


luego vino el frío

que atado a nuestras tripas

tiraba de nosotras hacia abajo

para aprisionarnos a esa misma tierra

sin ninguna otra esperanza

más allá de la de poder prosperar

en un cúmulo de excremento


ubicasteis los latidos en un mapa

los besos hacia el norte de las brújulas

del asfalto, hurgasteis en su alquitrán

y nos lo disteis de comer


habéis sido capaces de marcarnos los caminos

iluminar la oscuridad

y enfermarnos con vuestras direcciones


no nos quedaría ni un precioso instante

tampoco aliento necesario

para unas pocas de caricias

ni saliva suficiente

para comernos la boca

como si no hubiese un mañana


a cambio tenemos armamento urgente

para destruirnos sin piedad

y todos los venenos imposibles

que nos impiden mantener intacta la alegría


es ahora, que ya no nos queda ni una sola lágrima

cuando ofrecéis ungüentos

de todos los posibles

pústulas y otras secreciones

para calmar la sed

que poco a poco nos derrite

y nos ha hecho más delgados

como el humo de las fábricas

a las que fuimos condenados


busco la palabra que os defina

por vuestros actos por vuestros crímenes

y os maldigo


fiel a mí, doy comienzo, al caminar

por el último de los bosques en combustión


por las arenas de los nuevos desiertos paso


aleteo, pero no levanto el vuelo

en el trozo de aire espeso

que sin querer puedo palpar


gracias a vosotros

-a vuestras putas gracias-

estoy vomitando el corazón

y por fin

cuando puedo escribirlo todo en un papel

este que era yo ya no existe


habéis hecho de él otro cadáver

-uno más- entre la multitud.

 

 

Gsús Bonilla. En: Se agota el tiempo: rebelión poética por el clima. Ed. La Vorágine / Voces del Extremo. 2024

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