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martes, 20 de agosto de 2024

4 poemas de EL OLOR DE LA MUDANZA de Elena Pedrosa

 





EL OLOR DE LA MUDANZA

Comenzar
como comienza
a desgranarse
el trigo
cuando el viento
gris
vapulea
la mies.

Esos días raros
en los que
te desorienta
el color del cielo.

Ese espacio-tiempo
en el que
se percibe
una densidad
eléctrica,

un presentimiento
que deja el sabor
de un extraño vacío.

Comenzar
como comienza
el río
a derivar

[gota a gota]
conforme camina
por los riscos

[hilo a hilo]
entre el verdor
fresco
de la primavera.

Con tiempo
de saborear

las letras
que teclean
los calígrafos.

Con tiempo
de integrar

los ruidos
que no digerimos.

Con tiempo
de asentar

imágenes
que nos golpearon
el alma
de una sacudida.

Yo, ahora.
Diez años antes

o después.

 

 

 

 

 

LO FÁCIL

No sé si la rigidez de tu cuello,

el desdén del rictus
de tu rostro,
el vacío rugiente
de esa piedra pómez
que vistes como alma,
se deben a la falta de amor,
el exceso de rectitud
o la ausencia de problemas
reales en tu vida.


Lo fácil
sería desearte
que alguna vez
tuvieras que pasar

por esto que
yo
estoy pasando.


Lo fácil
es mirar
las noticias del periódico
en vez de mirarme
a los ojos
y ver.

 

 

 

ALGO PRESTADO

Miraba el libro prestado
inspeccionando
cualquier posible atisbo
de huellas o dobleces.


Escudriñaba
hasta en lo imperceptible.
Y cada vez que lo miraba
parecía aparecer
una nueva marca
que no existía antes.


Hasta empezó a dudar de que
estuviera nuevo realmente
cuando llegó a sus manos.


Observaba
las huellas dactilares
como si pudiera saber
si eran suyas
o del dueño.

En unos días, también,
revisará el hogar
que habitó
por cinco años.

 

Y sentirá
la misma inquietud
miedosa
que causa
la responsabilidad
y el pudor de la culpa.


Seguramente tampoco
lo devolverá inmaculado.


Al fin y al cabo,
la vida mancha.

 

 

IGUAL QUE EL MIEDO


Y entonces
veo
cómo comienzas
a desvanecerte,


difuminando tus contornos,
des-materializándote

átomo
a
átomo.

Tu imagen se va borrando,
cada vez más desvaída,
como una seda tenue

que ya no guarda
corporeidad
ni forma,

hasta volverte
fantasma,
sueño
o humo.

Y ya no eres,
ni serás,
ni has sido.

No estás.
Te has borrado de mí.
Igual que el miedo.  




Elena Pedrosa. En: Proceso de Autoborrado. Ed. Fantasma, 2024
Fotografía de la autora: Zona de inseguridad.

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