a los quince años declaré la guerra sucia a la poesía
viajaba en moto y en cada verso derrapaba sin pudor
fue por aquellas cunetas donde empecé a romper poemas
a perder la inocencia y aprendí el noble arte de celebrar derrotas,
siempre lejos la ortodoxia, el canon
y la pleitesía al sacrosanto misterio de la inspiración
durante años coincidí y asistí a toda suerte de moribundos y letraheridos
a quienes escriben poesía para salvarse
a quienes lo hacen por sanar el alma o lavar la conciencia
a quienes se buscan y se pierden tratando de olvidar
a quienes se lanzan al vacío para encontrar su propio vacío
a quienes la usan en su contra cual arma arrojadiza
para redimirse
para redimir el mundo, para enamorar y enamorarse
a quienes la utilizan para celebrar la vida o despedirse de ella,
a las locas, los malditos, los ingenuos, las incomprendidas,
a las reinas de tacones y versos trepidantes
a quienes aman en silencio y a los aulladores,
a los impuros y las iluminadas
a las penitentes sin causa, a los rebeldes convencidos
a quienes nunca fueron minoría y han convertido la poesía en circo
en hospital de lírica delirante, almacenes donde siempre es primavera
y arden atestadas las hogueras de las vanidades,
donde todo vale y el futuro es inequivocamente predecible
y en este fin-del-mundo-de-la-poesía, como en el infierno de Dante,
yo encontré a los proscritos y a las vestales
a los agoreros, a los descamisados del verso,
a las perfo-folclóricas y feministas de quitaypon
a los revolucionarios de ida y vuelta
a los paniaguados y matriuscas de la experiencia
almas tristes de corazón risueño, gentes que no tenían poesía
ni hambre de poesía, solo vidas huecas en el eco hueco de las redes
gentes que se ahogaban en su propio desasosiego, adulteradas y heterónimas
al calor de los best sellers y las reseñas envenenadas,
los divinos de la retórica, los narcisos de orgasmo frente al espejo
".... mientras el mundo se derrumba,
y yo entrego la vida a la belleza ...."
patéticos de verso remilgado y lengua viperina
los mismos que sacrificarían la vida por un momento de gloria
cuando yo vivía en el infierno, en el 53 de la calle Ancha de Punta Umbría
contaba cada día los escalones al subir a casa, los 79 escalones, uno a uno
para saber cuan lejos quedaban el mundo y el amor
y para recordar siempre el camino de vuelta,
como decía Pasolini solo importa el amor,
el conocer, no el haber amado, no el haber conocido.
fumaba como un carretero, bebía como un cosaco y como el diablo
también yo mataba moscas con el rabo,
cuando nos falta el amor la poesía es una trampa mortal
y cada cual apresta la suya
hoy
la nave de los locos se ha vuelto a llenar de bárbaros travestidos
de intrusos mercenarios, de rastas de salón, youtubers del verso
poetas del tocomocho, trileros del slam y los laboratorios poéticos
impostores del yo-antes-más-y-mejor,
los médiums de Plath, Kerouac o Rimbaud
carniceros que lucen modelo según la causa
que disparan al aire versos sin arte ni oficio
que firman con copyright sus poemas
quienes ya no van a la deriva y solo persiguen una efímera y triste
fama de balcón
cajeras disfrazadas de poeta
camufladas tras la incoherencia del discurso,
el coma etílico o emocional de sus delirios
expertas en lavar complejos, teñir mentiras y sacar dobladillo a las metáforas
quienes sólo escucharon campanas
y han convertido ese imaginario en una tienda de chucherías
las maris del que-buena-eres-tía- que-poeta-llevabas-dentro-y-tú-sin-saberlo
quienes no leen, ni dejan leer con tanto ruido, con tanta pose y pasarela,
plagiadores y plagiados
amanuenses del rulo, onanistas de la rima, bukoswkis de en-verga-dura
los colaboradores necesarios
quienes convirtieron la casa común en una jaula de grillos
quienes llevan monederos bajo las alas
y se camuflan en el doble fondo de las miradas
quienes expiden carnets de poeta y han inventado mil veces la pólvora
las que dicen venir del fondo del armario que nunca pisaron,
enfermas y enfermeras del ego
los aduladores de traje gris, los críticos inmaculados, avinagrados
los profetas de pueblo y las sentencias a vuelapluma
los narcopoetas y los traficantes de utopías
no!
no se hizo la poesía para atravesar ninguna puerta, por grande que fuera
ningún verso esconde el Santo Grial, ni hay cima que coronar
a esta casa de la palabra se viene a leer desnudo, despacio, a entender
a comprender con humildad, el amor bajo el peso del mundo
esa poesía que trasciende a la Poesía, que lo es todo o no es nada
aquella que una vez se prueba te mata para siempre
veneno con el que habrás de vivir y también morir
la mirada más allá del verso
la poesía como gesto, como acto, dentro, siempre dentro
la que no eres y nunca serás.
Uberto Stabile. En: Voces del Extremo, poesía y resonancia. Ed. La Tortuga Búlgara, 2024.
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