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jueves, 19 de diciembre de 2024

UN RETRATO PARA ANTONIO ORIHUELA



 

Ay, Antonio, eres el poeta prototipo, el que se levanta poeta y poeta se acuesta, el que congrega a las muchedumbres, el poeta que vigila al poeta que se viste de poeta, oceánico y continental, el que dice el oráculo, y, sin embargo, en el fondo, en la molicie, en la velocidad exigua, en la pereza, algo hay en ti de niño que busca que lo abracen, de alma azotada, de ojiplático adán de los sentidos, de ciervo herido que busca redención en el poema. Eterno dibujante de simas y de cimas te muestras en mesetas homeostáticas de la cantidad y la rutina, aterrado espectador del riesgo de la vida, en un ensayo-error contra el olvido hacia el que vamos.

 

Construiste imaginarios, referencias, redes, teorías, has dado a luz espacios, plataformas, pero, sobre todo, una obra monumental puesta en la calle, una inmensa ofrenda de palabras en el tiempo, porque, aunque no haya un solo poeta que no modifique el mundo, no se puede decir de ti que no intentaste ir aún más allá y siempre hay un verso tuyo para cada ocasión, una referencia que recordar en la intemperie, un báculo desde donde resistir los embates.

 

Nos diste Himalayas de amistad y un Moguer de versos, playas de conciencia, avenidas de serenidad y callejuelas de dudas. No siempre coincidimos en cuál era el dilema y menos en cómo resolverlo, pero tu perseverancia desarma mi impostura y mi gratitud no vale nada ante tu sueño.

 


 Carlos Enamorado. Retratos, paisajes y bodegones. Ed. Letras Cascabeleras, 2024.



miércoles, 18 de diciembre de 2024

UN RETRATO PARA ELADIO ORTA


 

 

Uno de los mejores poetas vivitos y coleando. Porque los demás somos otras cosas y poetas, casi siempre primero otras cosas, pero él es poeta desde que se levanta hasta que se levanta de nuevo.  Podría escribir una biblioteca entera sobre la poesía, pero no lo hace, porque fundamentalmente no le gusta dar el coñazo y porque maldice la poesía concebida como un lujo. Le gusta escribir, y ahí no parte peras, los versos más libres que en España han sido, sin mirar qué se escribe, qué se lleva, qué gusta, qué dirán, porque su amor es tan libre como su poesía, que todos soñamos y nunca ejercimos, anclados en relaciones heredadas y formas sistémicas.

 

Yo no trato a Eladio, sólo lo leo, y me río un río y me conmuevo y me muevo un huevo y me hace tener ganas de salir a la calle a hacer cosas y me hace pensar por qué no lo envidio.  Quizás, respondo, porque no se ufana, solo construye, porque no se queja, hace. Sólo lo veo una vez al año cuando ejerce de anti-mesonero, anti-manager y anti-public relations entre las retamas ¿dónde está Eladio? 


Carlos Enamorado. Retratos, paisajes y bodegones. Ed. Letras Cascabeleras, 2024

martes, 17 de diciembre de 2024

UN RETRATO PARA DANIEL MACÍAS


 

Hay solo otro poeta como tú y está contigo cuando haces a cuatro manos esa carne verbal ronca de mundo, ese sincrético fluir de una voz nueva, amalgama de todas. Tienes un planeta en la cabeza porque tu conciencia es cósmica y amas el ínfimo detalle como imagen del todo. Cuídanos, pastoréanos, alza la voz cuando alguno se acerque a los abismos, como me cuidaste en mi tropiezo, como me advertiste en mi inopia. Tú y yo sabemos que, aunque la poesía es una forma de amar, están todas las otras.

Tenías que decir y has dicho más que muchos y sin embargo tu poesía no se lee en los salones porque los otros cuidan su gestión y tú te cuidas de vivir, los otros pacen y tu gnosis avanza.

Hay que leer lo tuyo muy despacio, hay que estar a tu lado muy deprisa. 

 


 



Carlos Enamorado. Retratos, paisajes y bodegones. Ed. Letras Cascabeleras, 2024

 

lunes, 16 de diciembre de 2024

HURACANES EN LA PERIFERIA (fragmento V)




He subido a la azotea

he visto las estrellas

y he dicho

¿qué va a ser de nosotras?

después he abierto

un paquete de galletas Bicentury

bañadas en chocolate blanco

he abierto

también

una cerveza

y he pensado

ya no confío en nadie

no

confío

en nadie

aunque eso

la traición

la desconfianza

solo ocurre

dentro de mi cabeza

dentro de una cabeza

que no deja nunca

de pensarte

ni de pensar

el paro se me acaba en enero

no sé dónde viviré

después de tanto esfuerzo

menos mal que siempre

critiqué la meritocracia

al menos tenía razón

le he ganado una batalla dialéctica al Capital

echo de menos tumbarme

a tu lado en la cama

colocar el móvil

entre nuestras cabezas

hacer sonar un disco

entero

en una lista Premium

de Spotify

que ya no puedo pagar

he abierto el correo

para escribirte

algo parecido a una carta de amor después he recordado

que una amiga me contó

hace apenas dos meses

lo bien que te va todo

y he sentido envidia

he sentido odio

la rabia

de la persona abandonada

después he negado con la cabeza he cogido una bolsa de

patatas fritas

y he corrido por el pasillo

con el temor a que mi madre encendiese la luz

y viese

lo que queda de su hija

una silueta oscura

Campanilla borracha

en mitad de la noche

he recordado

también

el día en que Antonio

nos contó

cómo escribió

su poema más largo

los médicos

dijeron

que no vería amanecer

he recordado

leer ese poema del tirón

notar la angustia

la despedida

infinita

he vuelto con la memoria

a los hospitales

he llorado

pensando en todos nuestros muertos en las jornadas intensivas

delante de quirófanos memorizando las rayas del suelo

el trazo de los azulejos desgastados las manos temblorosas

de mi madre

los mensajes diciendo:

no me esperéis a cenar,

se ha complicado la cosa

la cara de las enfermeras

el saludo de una anestesista jovencísima

cada noche al verme

sentada en el pasillo

he contado en Google Maps

los kilómetros que hay

desde mi barrio

hasta el hospital

donde Tony está ingresado

cinco kilómetros

dice la aplicación

nueve minutos en coche

una vez le dije a Mecha

por teléfono:

me estoy sacando el carnet

para poder ir sola a los hospitales

y no depender de nadie

y poder llevaros a todas

cuando lo necesitéis

ahora

que estoy a nueve minutos en coche del hospital donde mi amigo

ve pasar los días

no puedo acercarme

ni abrazarlo

ni siquiera decirle

yo tampoco pensé nunca

que la muerte pudiese venir tan pronto

qué pasará después

tu enfermedad es un trozo

enorme de carbón

que llevo alojado en el pecho

he gritado de impotencia

sabiendo que no habrá despedida que no podré coger un helicóptero para llevármelo de allí

recorrer el océano

llegar a Houston

como Rocío Jurado

y poner a su alcance

todas las quimioterapias del mundo todos los recursos

que tienen los ricos

que nos quitan a nosotros

a pesar de que la muerte

la muerte

nos llega a todas

pero

no es lo mismo

he oído el reloj

después

he levantado la persiana

para mirar fijamente la luna

apenas con la forma de una rebanada de melón

he pensado en esos cuerpos

de hombres

de mujeres

diciéndome

o casi

casi

susurrando:

no tengas miedo

yo sí voy a saber tocarte

tocar

tocar mi propio cuerpo que no lo toca nadie porque no les dejo

el cuerpo

llevado al límite cada día para sacarlo a golpes del dolor

para evitar que la tristeza se vuelva crónica

me convierta en fósil

he terminado la cerveza

me he tumbado

a mirar el brillo

que desprende la luna por el hueco de la galería y he sentido

pasar los días

como meteoritos

sobre mi coraza de acero

el duelo

es una palabra

que viene del dolor llevo a cuestas

tres tipos de duelo distintos

pero todos

todos

todos

me conducen

siempre

a la locura

por eso llamo a Peter Pan

desde la ventana

espero que venga para llevarme

que me devuelva con los niños perdidos y me deje probar la comida invisible esa que no engorda

ni cuesta doce con cincuenta

en el supermercado

polvo de hadas

he subido otra vez a la azotea

he visto las estrellas

y he dicho

¿qué va a ser de nosotras?


Ángela Martínez Fernández. Huracanes en la periferia. Ed. La Oveja Roja, 2024

domingo, 15 de diciembre de 2024

HURACANES EN LA PERIFERIA (fragmento IV)



 

 

He visto encenderse las luces de la galería he pensado en

cuánto esfuerzo le costó a mi madre

reunir dos mil euros para pagar

con un sobrecito blanco entre las manos

mi primer coche: un Hyunday Getz color azul de segunda mano

sin aire acondicionado

cuántas veces tuvo que cobrar mi madre

su pensión

para alcanzar a pagar el coche

para darme aquello que me permitiese sortear las fronteras del barrio

decir adiós

a los trayectos infinitos dentro del autobús con la cabeza apoyada en el cristal

los brazos en cruz

sobre la mochila

He visto encenderse las luces de la avenida

he escrito esto para no olvidarlo

he pensado en

el esfuerzo de las madres

en

el sacrificio constante

por financiarnos las maneras de huir

del destino en que nos parieron.


Ángela Martínez Fernández. Huracanes en la periferia. Ed. La Oveja Roja, 2024

sábado, 14 de diciembre de 2024

HURACANES EN LA PERIFERIA (fragmento III)


 

 

hay un túnel enorme y oscuro por el que camino  desde hace años un túnel donde nunca vemos la luz porque el gobierno usó bombillas LED para iluminarlo pero olvidó pagar el recibo antes de meternos a todas dentro dentro dentro del túnel enorme tengo frío cada noche coge una chaqueta que luego refresca dice mi madre al fondo del pasillo y pienso en sus placeres los que ya no existen porque vive dentro de la lavadora y la pila de bayetas baratas con las que limpia y se agrieta las manos cada semana la lucha de clases no existe porque perdimos la batalla dentro de este túnel oscuro y enorme tropiezo con algo entra de golpe una tormenta por todas las ranuras la lluvia me corta los pechos y el vientre tú no traigas hijos a este mundo que luego no podrán pagar tu entierro y los tendrás de camareros costeando un ataúd marrón oscuro oscuro oscuro como el túnel por el que camino desde hace años buscando un lugar donde sentarme abrir puertas besar bocas sin temor a la pérdida ¿de cuántas rupturas has salido ilesa? aquí no amanece jamás y yo adolezco de piedras en el riñón así que cada vez camino más despacio pensando en las violaciones, los abortos, el síndrome de Rett, la propaganda, el eterno debate entre comunistas y anarquistas, tu cuerpo aparece dentro de una oscuridad política que me intoxica ya no hay segundas oportunidades cuando nos falla el deseo dijiste por eso grito y me devuelve el eco una pregunta ¿hay alguien más aquí dentro? llego tarde salen corriendo cuando hablo en voz alta nadie me enseñó la métrica ni las reglas del diálogo la ideología en las aulas es un contagio al que todos temen pero eso no nos mantiene calladas solo indefensas con los nervios de punta la autoestima carcomida ¿cuánto tiempo aguantarás? ¿hay alguien más aquí?

no te escondas

dentro del poema

que eso es lo que quieren.


Ángela Martínez Fernández. Huracanes en la periferia. Ed. La Oveja Roja, 2024

Obra de Amable Arias

viernes, 13 de diciembre de 2024

HURACANES EN LA PERIFERIA (fragmento II)


  

 

Si se sube al andamio

y le dan convulsiones

ningún escritor va a contar su historia

 

porque la literatura, casi siempre, deja caer una sábana

sobre el cadáver de los obreros muertos

 

así nadie sufre

ni se entera

ni se quiebra el papel con historias poco interesantes para

la gente que se regodea en la puerta de las facultades

o en la Fnac

 

la literatura

 

casi

 

siempre

 

(he dicho casi siempre por temor a que nadie lea nunca este

poema)

 

olvida contar las convulsiones

de nuestra clase social.



Ángela Martínez Fernández. Huracanes en la periferia. Ed. La Oveja Roja, 2024

jueves, 12 de diciembre de 2024

HURACANES EN LA PERIFERIA (fragmento I)



 

 

Hay un huracán en el centro del salón. Vomito sobre la mesa y saco mis demonios ante la mirada atenta del perro. Tengo veneno en las comisuras, anoche no debí decírtelo, pero la oscuridad nos vuelve mansos y una caricia tiene potencial revolucionario cuando sabes cómo tocar a otra persona. Están robándole años de vida a mi madre las pastillas que le dieron en la seguridad social. Destroy the system, they can detect your feminism. Si no estuviéramos tan enfermos de competencia, podríamos usar la literatura como un repositorio de voces diferentes donde la mujer ecuatoriana que cuida de tu abuelo tuviese derecho a un discurso público. Las mujeres que me rodean no tienen derecho a un discurso público y las que lo tienen están tomando antidepresivos porque el trabajo devora todo lo que fueron tiempo atrás. Llevo diazepam dentro del monedero, pero no te lo dije el mes en que nos conocimos por miedo a las consecuencias. Hay un huracán en el centro del salón: alguien me desviste y yo camino recto hasta perderme en el umbral del vómito que hay sobre la mesa. Estoy matriculada en un curso sobre la lucha de clases que cuesta ciento diez euros. Las mujeres de mi familia tienen que limpiar seis casas ajenas durante varias horas para ganar ciento diez euros. He aprendido menos con el curso que viéndolas hablar a ellas sobre conciencia de clase. Tengo veneno en las comisuras, anoche no debí decírtelo, pero la oscuridad nos vuelve mansas y una caricia tiene más potencial revolucionario cuando sabes cómo tocar a otra persona. Hay un huracán en el centro del salón. Hay un huracán en el centro del salón. Hay un huracán en el centro del salón. Hay un huracán en el centro del salón. Hay un huracán aquí dentro.


Ángela Martínez Fernández. Huracanes en la periferia. Ed. La Oveja Roja, 2024

Dibujo de Amable Arias



miércoles, 11 de diciembre de 2024

La DANA




Antes se llamaba Gota Fría.

Los satélites decidieron cambiar el nombre a DANA:

Depresión Aislada Niveles Altos.

Si te atreves a entrar en el Infierno

la Depresión es de miles y no Aislada,

y los Niveles Altos pueden valer para las sepulturas,

de dos metros y tres, enterrando la historia de la gente.

Hubo en el recuerdo aún vivo de estos pueblos una gran gota fría:

14 de octubre de 1957,

81 muertos y la ruina,

los ministros de ingeniosa mente

descubrieron la solución:

río que parte la ciudad en dos convertido en autopista

y eterno sello de correos para edificar un desagüe a la Albufera.

El pueblo gritó y ganó,

Valencia ciudad se embelleció,

torciendo las narices de empresarios.

Hubo otra gota más,

20 de octubre de 1982.

—¿qué tiene Octubre contra Valencia,

la hoja muerta del alce en amarillo,

la calabaza del Hallowen,

el crisantemo de los muertos, 

el signo Escorpio venenoso y fuerte, 

la fascinación de la turmalina…?

y tuvo nombre: Pantanada de Tous, 

el pantano firme y orgulloso hecho de escollera barata

con fanfarria y obispos

reventó.

¿Muertos? Pararon el recuento al sumar 30.

El 29 de Octubre de este año miserable

2024, 

para el planeta quizá un billón más 24,

tenía anuncios 

llegados gota a gota, 

semanas antes, días antes de aviso y miedo,

media España temía 

viendo los noticiarios.

¡y mucho más en Valencia, antes Valencia del Cid,

ahora gobernada por los Cid de la Ignominia!

En Matemáticas el “espacio muestral”

de este latido cordial 

era muy malo, 

malo, malo y terrible

que obligaba a ser útil y hasta humano.

“Una lluvia de paso sin peligro” 

tranquilizó el jefe de ineptos, 

rodeado de ineptos,

observando el calendario del día de cobro al mes, 

escondido sin saber si llueve, nadie sabe ni dónde, 

candidato a un premio de la historia, 

—también lo dijo Smith

capitán del Titanic, aunque fue héroe 

prefiriendo el ahogo a la vergüenza—.

Aquí le llaman honorable, 

—en adelante que repase el diccionario popular—, 

es uno del montón del rincón,

en el final de los aduladores, 

fue nombrado a dedo para pactar con la Edad Media

eliminando

presupuesto de libros

por patriotismo del fomento torero.

¿Pero la democracia no es la elección 

de los mejores, como en Grecia,

dónde el idiota —“el que se ocupa de sí mismo”—

no tenía derecho al voto?

Cuarenta días después, 

—no ocurrió esto en Florida,

ni en el ciclón Idai de Mozambique,

ni en Nepal,

ni en Filipinas, 

ni en los terremotos, 

ni en Haití ni en el mundo—,

la terrible complicación a solventar primero

es el sueldo a pagar 

a quienes un día de estos, que no llueva

y haga sol, 

y se marche el mal olor a cloacas y a muertos,

vayan a ver cómo está todo

y no haya insultos ni pedradas.

222 muertos y un enigma de desaparecidos, 

y miles y más miles de animales que nadie cita,

ni encuentra, 

y defecaciones en bolsas de El Corte Inglés.

Nadie si no es valiente 

conoce este paisaje de después. 

Nadie, venid.

Si deseáis conocer lo increíble,

venid,

Valencia, epicentro Horta Sud.

Hoy, media vida después sin hacer nada excepto el pueblo

ayudando al vecino, Premio de la Paz merecen,

los solucionadores, 

ya solucionado el sagrado salario que han de cobrar

si actúan, 

el de la multiplicación, 

han sentenciado

sin vergüenza y desde sus despachos:

"A medida que baje

la emergencia, 

crecerá la recuperación",

y se encierran para no dar la cara

 
buscando e ideando algún culpable,

dado que el Demonio ya pasó de moda

y Dios no puede ser,

los satélites parecen funcionar,

y un móvil apagado no es pretexto.

 

El pueblo, atónito, lee, escucha,

sin casa, ni cama, ni aire. 

Era más inteligente Tirant lo Blanc en 1490:

Qui oblida lo passat oblida a si mateix.

Pero, pasado un tiempo, 

dice el anciano sin familia, ni casa ni farmacia ni futuro, 

que ya no puede más porque es dolor viviente, 

triunfarán los de ahora, 

y ocurrirá otra DANA en los cauces de siempre. 


Antonio Santos