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jueves, 1 de mayo de 2025

3 poemas de EL ÁSPERO DOLOR DE LA ESPERANZA de ALBERTO GARCÍA-TERESA


 


Quizá la mejor manera

de vernos reflejados no sea

mirarnos en un espejo sino

en la hoja de un árbol,

en los ojos de los animales,

en las manos

de quienes nos rodean.

 

 

**

 

Merodean por los saltos del corazón

expertos fontaneros,

barnizadores de jaulas,

que saben cómo reconducirnos la cólera.

 

Ellos diseñaron los mapas

que la desembocan en quien respira

dos centímetros más abajo,

en quien se apretuja con nosotros

en la estrechez del camino,

en el que se queda fuera

de las líneas que ya antes edificaron.

 

La llevan por tubos luminosos

que evitan las curvas y las encrucijadas.

La bombean para que parezca que deja atrás

el horario, el hueco del colchón y el ruido de la despensa.

 

Pero sabemos bien del embrujo venenoso de su abecedario

y nos sigue provocando llagas pronunciarlo.

 

Esta furia, que boquea

desde el desconcierto y el miedo,

aguijoneada por la frustración

pero también por el amor.

 

Esta ira, que tiene médula

indomable porque de las ampollas

y de las sonrisas raídas parte.

 

Esta rabia, que puede

agujerear sus conductos,

disolver sus atlas.

 

Esta,

con la que lograremos

quemar las cuerdas

que nos apresan los sueños,

que nos enguantan las manos,

que nos dirigen los ojos

lejos del abrazo.

 

 

**

 

Recomponer

lo que una vez estuvo unido;

ese abrazo

ensartado hoy por un alfileteo de grietas,

ese abrazo entre nosotras,

aquel con el entorno,

el que nos funde con el oxígeno

y las acacias y las liebres,

ese abrazo, ahora estrangulado por fronteras

y soberbia, que construye

una geometría donde nadie

puede quedarse atrás.

 

Recomponerlo,

no como meta

sino como única posibilidad de existencia.

 


Alberto García-Teresa. El áspero dolor de la esperanza. Lastura Ed. 2025

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