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viernes, 29 de abril de 2011

http://youtu.be/sbuPuwQVlf4

ANARQUISTAS (IV)





El estereotipo del anarquista esperantista, vegetariano y nudista es real...

Dolors Marin. Anarquistas: un siglo de movimiento libertario en España. Ariel. Madrid, 2010.

domingo, 24 de abril de 2011

CABEZAS DE TORMENTA (III)




A comienzos de los años ‘90 no estaba finalizando la historia
sino, quizás, el siglo XIX: se constataba que las doctrinas
marxistas, anarquistas e incluso las liberales en sentido
estricto, estaban licuándose y evaporándose de la
historia del presente. Asistíamos al canto del cisne del
humanismo. Una de sus consecuencias es el borramiento
de la memoria social, es decir, de los lenguajes y símbolos
que transportaban el proyecto emancipador moderno y
la antropología humana que le correspondía. Al mismo
tiempo, la política clásica, vinculada con la representación
de intereses (versión liberal), con la articulación de
los antagonismos (versión reformista) o con la pugna social
contra el absolutismo y el orden burgués (izquierda y
anarquismo), se despotencia y deslegitima. Ya hace tiempo
que la política, en el rango mundial, opera según el
modelo organizativo de la mafia, que ya es la metáfora
fundante de un nuevo mundo, y eso en todos los órdenes
institucionales, desde los gremiales a los universitarios,
de los empresariales a los municipales. O bien se está incluido
en la esfera de intereses de una mafia particular o
bien se está desamparado hasta límites que sólo se corresponden
con el inicio de la revolución industrial.

A lo largo de este siglo la vieja cultura
popular (mezcla de imaginario obrerista y antropología
“folk”) se metamorfoseó en cultura de masas, lo que
transformó lenta pero firmemente el modo de archivo y
transmisión de la memoria de las luchas sociales. Y cuando
la historia de esas luchas se retrae, la población no
puede sino fundar su obrar en cimientos tan instantáneos
como endebles. Por su parte, la suerte de la pasión por la
libertad es incierta en sociedades permisivas, como lo son
actualmente las occidentales, en las que lo “libertario”
deviene una demanda acoplable a las ofertas de un mercado
de productos “emocionales”, desde la psicoterapia
a la industria pornográfica, de la producción de
farmacopeas armonizantes del comportamiento a las promesas
de la industria biotecnológica. Esta última en especial
revela ciertos síntomas sociales de la actualidad:
transustantación de la carne en alambiques de clonación,
mejoramiento tecnológico de los órganos, silicona
inyectable al cuerpo a manera de vacuna contra el rechazo
social. El “modelo estético-tecnológico” se despliega
como un sueño que pretende apaciguar un malestar que,
por su parte, nada tiene de superficial. En economías
flexibilizadas, en países que han destrozado la idea colectiva
de nación, con habitantes que apenas pueden
proyectarse hacia el futuro, condenados a idolatrías menores,
a recurrir a la moneda como lugar común, a realizar
apuestas que no están sostenidas en el talento de cada
cual, la experiencia colectiva se hace dura, cruel, carente
y, por momentos, delirante. Cada persona está sola junto
a su cuerpo, aquello en lo que, en última instancia, se
sostiene.

Christian Ferrer. Cabezas de tormenta, ensayos sobre lo ingobernable. Pepitas de Calabaza. Logroño, 2004.

sábado, 23 de abril de 2011

LOS INVISIBLES (III)




...a veces me pregunto ahora que todo ha terminado me pregunto qué ha significado toda esa historia nuestra todo lo que hemos hecho qué hemos conseguido con todo lo que hemos hecho él dijo no creo que sea importante que todo haya terminado pero creo que lo importante es que hemos hecho lo que hemos hecho y que creemos que ha sido justo hacerlo eso es la única cosa importante creo yo

Nanni Balestrini. Los invisibles. Traficantes de sueños. Madrid, 2007.

LOS INVISIBLES (II)




...ampliar la ofensiva significa radicalizar la insubordinación a cualquier jerarquía ejercer nuestra creatividad destructiva contra la sociedad del espectáculo sabotear los coches y las mercancías que sabotean nuestra vida promover huelgas generales salvajes por tiempo indeterminado reunirse siempre en asamblea en todas las fábricas de la periferia elegir delegados siempre revocables por la base conectar constantemente todos los lugares de lucha no descuidar ninguno de los medios técnicos útiles para la comunicación liberada dar un valor de uso directo a todo lo que tiene un valor de cambio ocupar permanentemente las fábricas y los edificios públicos organizar la autodefensa de los territorios conquistados y adelante con los faroles...

Nanni Balestrini. Los invisibles. Traficantes de sueños. Madrid, 2007.

LOS INVISIBLES




... entonces las compañeras montaron una movida guapa se pusieron todas elegantísimas y unas veinte o treinta entraron en los grandes almacenes y una vez dentro comenzaron a pasearse por la sección ropas con unas hojas de afeitar y zac zac chaquetas jerseys faldas pantalones impermeables vestidos abrigos un auténtico desastre millones de daños y luego salieron muy tranquilas nadie se dio cuenta de nada...


Nanni Balestrini. Los invisibles. Traficantes de sueños. Madrid, 2007

viernes, 22 de abril de 2011

Caetano Veloso, BASE DE GUANTÁNAMO




Base de Guantánamo

O fato dos americanos
Desrespeitarem
Os direitos humanos
Em solo cubano
É por demais forte
Simbolicamente
Para eu não me abalar

A base de Guantánamo
A base
Da baía de Guantánamo
A base de Guantánamo
Guantánamo



Base de Guantánamo

El hecho de que los americanos
No respeten
Los derechos humanos
En suelo cubano
Es demasiado fuerte
Simbólicamente
Para que no me eche a temblar

La base de Guantánamo
La base
De la bahía de Guantánamo
La base de Guantánamo
Guantánamo

CABEZAS DE TORMENTA (II)





Cien años atrás el anarquismo era un movimiento organizado,
culturalmente significativo, y políticamente temido.
Ese impulso no ha llegado hasta nosotros. Pero nada
se ha perdido. Ni las palabras dichas, ni las ideas publicadas,
ni los panfletos repartidos, ni las acciones realizadas.
Irradiada hace ya mucho tiempo, su influencia se dispersó
más allá de los propios simpatizantes. Afluentes de aquella
mutación cultural frustrada se vertieron soterradamente
en las aspiraciones y conductas de la actualidad...

...Se diría que el anarquismo constituyó
una porción importante del plancton que hasta el
día de hoy consumen los cetáceos del movimiento social,
incluso algunos que todavía tienen que madurar del todo...

...La razón que explica la dispersión triunfante de “la
idea” reside en el inmenso esfuerzo individual devotado
por cada anarquista a la supervivencia de su causa. Eran
fogoneros de un tren fantasma. En todo caso, el número,
la “masa crítica”, no supuso un obstáculo para la propagación
de un ideario político tan exigente. En cambio, si
algo favoreció esa difusión, fue la inexistencia de un “conmutador
central” ideológico que informara y disciplinara
a los militantes dispersos acerca de la orientación de su
acción y el contenido de sus propuestas. Por el contrario,
lo que resalta en la historia anarquista es la plasticidad de
teoría y praxis y, consecuentemente, una variedad notable
de su flora y fauna. La dosis de libertad de que disfrutaron
en relación con los modos de subjetivación que les
correspondieron se desprende de esta condición.
Esta limitación demográfica explica por qué cada vida
de anarquista se volvía preciosa, y por qué la vida misma,
entendida como “ejemplo moral”, resultaba ser tan valiosa
como las ideas, libros y manifiestos que editaron. En
cada vida se realizaba, mediante prácticas éticas específicas,
la libertad prometida. Cada existencia de anarquista,
entonces, se transformaba en la prueba, el testimonio viviente,
de una libertad del porvenir. Ellos se percibían a sí
mismos como esquirlas actuales de un futuro que era obturado
una y otra vez por fuerzas más poderosas. De allí
que las biografías de anarquistas se nos presenten como
las vidas de los santos, como existencias exigidas, que todo
lo sacrificaban en beneficio de su ideal: amistades, familia,
ascenso social, tranquilidad, previsión de la vejez. Hasta
el día de hoy existen viejos anarquistas que se han negado
a solicitar la jubilación estatal. Estas privaciones eran
aceptadas, si no jubilosa, al menos convencidamente, pues
el anarquismo les había sido prometido como experiencia
exigente, aunque no imposible. Para ellos, la libertad era
una experiencia vivida, resultado de la coherencia necesaria
entre medios y fines, y no un efecto de declamación,
una promesa para un “después del Estado”. De modo que,
a los efectos prácticos, el anarquismo no constituyó un
modo de pensar la sociedad de la dominación sino una
forma de existencia contra la dominación. En la idea de
libertad del anarquismo no estaba contenido únicamente
un ideal, sino también distintas prácticas éticas, o sea,
correas de transmisión entre la actualidad de la persona y
la realización del porvenir anunciado. Justamente porque
el anarquismo no concebía a la persona según el modelo
liberal del “sujeto de derechos” era imperioso modelar a
cada anarquista según una ética específica, y no en relación
con una jurisprudencia abstracta, abarcadora y
generalizable. La norma ética que orientaba tal construcción
de persona era la siguiente: “vive como te gustaría
que se viviera en el futuro”...

... Autodidactismo racionalista, impulso fértil de la voluntad, apego
por la camaradería humana, combate al miedo y a la
sumisión por ser bases fisiológicas y psicológicas del dominio,
imaginación anticlerical y toma de partido por el
oprimido, tales eran las piezas que los anarquistas pretendían
ensamblar en cada individuo singular...

...Por eso insistían en que la revolución
fuera “social” antes que “política”, lo cual obliga a un
maceramiento cultural previo de costumbres libertarias.
Y antes incluso que una revolución social, se insistía en
que se trataba de una revolución personal, es decir, de la
construcción del propio carácter o “voluntad” en relación
antagonista con poderes jerárquicos. El desligamiento
de la sociedad “carcomida” comenzaba por la toma de
conciencia de la miseria existente y de las tropelías de los
gobiernos autocráticos, pero también por estrategias de
purificación de la personalidad....

...La entrada a los grupos
anarquistas siempre supuso una conversión, un autodescubrimiento
del “yo rebelde”. El objetivo de tal conversión,
y del despojamiento consiguiente de los vicios sociales
del dominio, buscaba la autodignificación. En la prensa
anarquista de principios del siglo XX se reiteran consejos
dirigidos a la forja de la personalidad, entre ellos, tomar
conciencia del estado del mundo, no dejarse atropellar
por los poderosos y sus “esbirros”, actuar con reciprocidad
hacia el compañero, servir de ejemplo al pueblo
maltratado, abandonar los vicios burgueses, en particular
el alcohol, el burdel, el juego por dinero y la participación
en el carnaval a modo de comparsa. Pero la dignificación
de sí no sólo exige evitar estos males sociales sino también
ejercer un autocontrol, es decir, una apropiación de
sí a fin de hacer lugar a un querer libre y liberado de la
formación burguesa. No obstante, esa autoformación
libertaria no podía realizarse en el interior de experiencias
sectarias ni en los bordes vírgenes de la experiencia
histórica, como lo habían intentado los fourieristas en sus
falansterios y los utopistas en sus comunidades cerradas.
El anarquista se veía a sí mismo como un “hijo del pueblo”,
título de uno de sus himnos más conocidos. Era un
átomo suelto en medio del encadenamiento elemental que
a todos obligaba, y cuyo vínculo orbital con la cultura
popular era paradójico. Los anarquistas estaban muy
próximos a las prácticas populares y a la vez se ubicaban
en la frontera ideológica de las mismas. Fueron la
inflorescencia salvaje de prácticas populares en formación,
o bien la continuidad urbana de tradiciones tribales y campesinas
de resistencia. Esa condición paradójica va a determinar
la relación entre creencias libertarias y prácticas
de subjetivación.

Christian Ferrer. Cabezas de tormenta. Ensayos sobre lo ingobernable. Pepitas de Calabaza. Logroño, 2004.

jueves, 21 de abril de 2011

MATERIA OSCURA




Ver una vez la palabra
abrazando los pedacitos
rotos del mundo

palabra gasa para la espalda dolida
palabra abriendo sus costados
para alojarte


Laura Giordani. Materia oscura. Baile del Sol, 2010.

miércoles, 20 de abril de 2011

CASI TODO





Más tarde supe: sobra
casi todo.

Esta esccritura sobrante
sobrevive como una especie
que agoniza. No sé qué lenguaje apagado
invoca. En una grieta
me asomo hasta las últimas luces
y nada veo.

Sólo el desierto es consistente.


Arturo Borra. Umbrales del naufragio. Ed. Baile del Sol. 2010.

lunes, 18 de abril de 2011

LOS GENES AUSTRALES (fragmentos)




IV
Si me muevo, y vaya donde vaya,
siempre me bajo un poco más al sur,
me salgo de los límites correctos.
Porque tengo la brújula anímica
dañada de fiebre meridional.
Y la dirección rota y los genes australes.
Tengo africana
la rosa de los vientos.

Me tira el ser humano,
me quema el sur proletario y silvestre,
el grito de los desaparecidos,
la mano esclava de un niño explotado,
los ojos siervos de algún inocente,
la piel negra del Harlem
y la escoba del apartheid.

Me tiro y me sumerjo
en el sur rojo y amniótico de la sangre,
en los temblores de las fallas sísmicas,
en la pulposa humedad caribeña
y en la fábrica asiática de todo a cien.

V
El sur también existe, que dice Benedetti.
No sé si existo, pero si existo soy el sur.
Pienso, luego sur.
Estoy al sur de todo,
a la izquierda del norte judicial y becario,
de la caridad solidaria,
de la nieve que viaja en limusina,
del imperio nipón-germánico,
a la izquierda del verde cantábrico y bursátil.
Y sin botines.

No es verdad que están llenos los hoteles.
Al auténtico sur no llega nadie
ni se viene de vacaciones.
El sur no se visita.
El sur se lleva dentro como un órgano
y no tiene fronteras ni aeropuertos,
pues se expande como un big bang
y es un incendio inextinguible.

VI
Toda revolución pasa en el sur,
aunque tome un palacio de invierno en pleno octubre.
Todas las bombas caen en el sur,
aunque exploten en Serbia.
Porque el sur no es un punto cardinal,
sino un planeta viejo, quemado por el sol.
Y están en él los insurrectos todos,
con su astillero regulado y su aceite de oliva
de un grado de acidez –cada día más caro–,
cada niño con su patera,
con su coche italiano cada adulto,
y cada amor con su mentira
de perfume francés.

VII
El sureño es un hombre que por ejemplo va
al Banco Santander Central Hispano,
y cambia su salario anual, su ahorro,
y se da cuenta de que mil sudores
son tres euros y un dólar
con siete céntimos de yen.
Un hombre antártico no hace un crucero
por los fiordos noruegos porque
se le congela el sistema arterial.

VIII
El Inserso programa viajes y balnearios,
baños para la artrosis,
playas para la edad del pensionista,
mapas y rutas al centro-derecha
y tarjetas doradas con bastante descuento.
Porque la arruga es bella en fin de siglo.
Pero los pasajeros del Inserso no llegan
a fin de mes con la receta.
Sus hijos los asilan
por turnos en sus casas adosadas,
y los emplean de niñeros.
Una cierta economía doméstica,
un sistema de XXV años de paz.

IX
Es agrio el sur. Y tiene sabores a salitre
y a fresas inmaduras, pero es mío.
Indigna consultar los mapas
y hallarse siempre abajo.
Desconcierta nacer,
ir dejando los días al torrente imprevisto,
acostumbrarse al caos.

Y es que nunca se sabe.
Hay quien sale de un vientre
y acaba en una mina antipersonal.

Isabel Pérez Montalbán. Los muertos nómadas

viernes, 15 de abril de 2011

MANTENIENDO UN GRADO SOPORTABLE DE DESIGUALDAD EN LAS FORTUNAS





MANTENIENDO UN GRADO SOPORTABLE DE DESIGUALDAD EN LAS FORTUNAS

(Antonelle contra Babeuf, y ambos contra el progresismo liberal contemporáneo)

Autor: PERDO GARCÍA OLIVO

“ Donde hay hombres que sufren, hay opresores;
y hay, por tanto, enemigos de la humanidad”

Fouché de Nantes, terrorista y hombre de Estado

(1794)



1

Si la historia de Occidente se hubiera detenido en el tramo final de la Revolución Francesa, casi nada nos hubiéramos perdido en términos de praxis e ideología política. Como el mayor laboratorio sociológico y politológico de la Modernidad, la Francia de fines del XVIII da cuenta, en lo concerniente a los discursos y las prácticas del poder y contra el poder, de casi todas las opciones, de casi todas las oposiciones, de casi todas las reconciliaciones. Se le escapó, sin duda, el demofascismo de nuestros días y el “pensamiento cero” que lo recubre. Pero poco más...

En el último lustro del siglo, un cruce de cartas entre Babeuf y Antonelle, del que nos ha quedado como un eco en “El Tribuno del Pueblo” (1) , manifiesta de un modo muy bello la ruptura primera en las filas de la contestación menossobornable: la fractura entre el utopismo revolucionario (Babeuf) y el reformismo radical (Antonelle). Habían sido compañeros, combatiendo en el mismo bando, el bando de los “patriotas”, como decían de sí mismos, de los “amigos del pueblo”, de los revolucionarios...

En ningún momento Babeuf respaldó al poder establecido, que se decantaba en sentido “burgués”, frenando y reprimiendo las aspiraciones populares. Al contrario... Desde “El Tribuno del Pueblo” denunció sin cesar, con una lucidez desacostumbrada (puro “olfato”, puro “instinto”) el giroconservador del proceso revolucionario, su definición meramente burguesa,la forma de despotismo político que instauraba (germen del “representantivismo” liberal, de la democracia de partidos; y cancelación de la democracia directa, popular, de índole asamblearia) (2) . Y señaló también el error de cuantos empezaban a aceptar las novísimas reglas del juego demo-liberales, pensando en hacerlas servir para un proyecto revolucionario, trampa en la que han caído (y están cayendo hoy) muchas organizaciones políticas nominalmente “anti-capitalistas” (3) ...

El horizonte socio-político de Babeuf (que los historiadores tildaron de “utópico”, pero que él estimaba perfectamente alcanzable) se resume en lo que nombró “el estado de comunidad”, un orden plegado sobre la absoluta igualdad económica (que exigía el fin de la propiedad privada, con todos sus acólitos, la herencia entre ellos) y sobre la más depurada “democracia directa” (preeminencia de la Asamblea, de la Reunión de Ciudadanos). Lo primero era condición de lo segundo, y Babeuf lo señala sin descanso (4) . Era su meta: la igualdad en las fortunas...

Antonelle, alcalde de Arles, y también “hombre de la Revolución”, se distancia de su amigo, poco a poco, en ese punto. Doscientos años más tarde, casi podemos comprender el “realismo” de Antonelle, hecho de desencanto, de desengaño, casi de desesperación: “Es demasiado tarde; el principio de la propiedad privada se ha encarnado en el individuo empírico, concreto, existente, y ya en modo alguno se desea su erradicación -nadie anhela desposeerse o renunciar a la expectativa de posesión”. Aceptado el hombre “real”, de carne y hueso, el individuo “tangible” que asoma todos los días por las calles, solo cabe aspirar, como máximo, al mantenimiento de “un grado soportable de desigualdad en las fortunas” -concluye el revolucionario desilusionado (5) .

Antonelle apela a la desnudez de lo dado, a la verdad indecorosa, a los hechos crudos; y Babeuf prefiere mirar a otra parte -o, mejor, prefiere no mirar. Raya en la crueldad, el veredicto de Antonelle, capaz de herir todavía a las mejores inteligencias y a las más finas sensibilidades del microcosmos disidente: “Aceptando a los hombres tal y como son, tal y como se nos muestran en nuestros días, viéndolos y no soñándolos, no nos queda más meta radical que la de mantener un grado soportable de desigualdad en las fortunas”...



2

Cabía, desde luego, “no aceptar” a los hombres; soñarlos “enfermos”, “dañados”, “dormidos”, pero aún así “sanables”, “reparables”, susceptibles de “despertar” y de encaminar hacia los paraísos de la Igualdad Extrema y del Estado de Comunidad. Babeuf, en algunos artículos, casi avanza por esta vía, con lo que inauguraría otra patraña, prefigurando un mito fundamental de la Modernidad: el mito de la Falsa Conciencia, de la Alienación (6) .

Quiere ese mito que los hombres no son, en esencia, lo que vemos de ellos; que, cuando los miramos, no percibimos su “ser propio”, sino un elaborado, una formación (mejor: una deformación), un compuesto de engaño y de auto-engaño, de ilusión administrada, de manipulación... En lugar de “aceptar” la apariencia de los hombres, habría que educarlos para que lograran al fin ser ellosmismos, para devolverlos a su identidad soterrada, negada, perseguida. Correspondería a una Minoría Esclarecida, “ilustrada”, llevar a cabo la tarea crítica, des-alienadora, concienciadora desí... Surgiría entonces un Hombre Nuevo, más verdadero que el coetáneo, identificable con el hombre como tal en la medida en que se le arrancan las máscaras de la Falsa Conciencia y se le borran los estigmas de la Alienación... Una parte de la tradición marxista desarrolló este mito hasta extremos de holocausto.

El estalinismo se construye, en buena medida, sobre ese discurso de la no aceptación del hombre empírico y de la necesidad de su re-elaboración, su des-alienación. Pudo así “decretar”, por ejemplo, sin temblor de manos, la colectivización generalizada de la tierra (el “apego a la posesión” constituía un signo de la Conciencia Mistificada), impulsando, a hierro y sangre, el programa de la abolición de la propiedad privada. Sorteando la censura soviética, Medvedkin denunció este extremo en 1934, en su película “La felicidad”, obra no suficientemente recordada. Denigrando acaso los métodos, Babeuf hubiera aplaudido el resultado...

Y, cada vez que este magnífico “conspirador”, guillotinado por importunar (7) , se presenta a sí mismo como el Guía del Pueblo, el “instructor” de las masas, el “patriota” que contará a los oprimidos toda la verdad, explicándoles cómo deben luchar para conquistar lo que anhelan desde el fondo de sus corazones; cada vez que Babeuf se ama tanto a sí mismo, y se embriaga de sí mismo, vemos dibujarse, como reflejan las páginas de “El Tribuno...”, el fantasma del Mesianismo, de un Elitismo por “ilustración” superado desde la izquierda, el espectro del posterior “culto a la personalidad” estalinista:



“El deber de este Tribuno es decir siempre a todo el pueblo en dónde está, lo que está hecho, lo que queda por hacer, dónde hay que ir y cómo, y por qué” (en “¿Qué hacer?”, número 36 de “El Tribuno del Pueblo”).



“Solemnemente me he comprometido con el pueblo a mostrarle el camino de la felicidad común, a guiarle hasta el fin, a pesar de todos los esfuerzos del patriciado y del monarquismo...; a hacerle conocer el porqué de la revolución...; a probarle que ésta puede y debe tener por último resultado el bienestar y la felicidad, la satisfacción de las necesidades de todos” (en “El Manifiesto de los Plebeyos”, número 25 de “El Tribuno...”).



“¡Patriotas!(...). Os haré ser valientes, a pesar de vosotros, si es necesario. Os forzaré a luchar contra nuestros comunes enemigos” (en “El Manifiesto...”).



Si Babeuf inaugura la vía del estalinismo (re-educación del pueblo a manos de las “capas ilustradas”, concienciación y movilización desde arriba, igualdad económica y estado de comunidad a cualquier precio,...), Antonelle marca el camino del reformismo liberal, una aceptación del estado de las cosas que desemboca, en nuestros días, en mitos no menos siniestros: el mito del “Capitalismo de rostro humano”, de la “moralización de la economía”, del “rescate ético de los mercados”, etc.



“Hemos llegado un poco tarde, tanto el uno como el otro, si hemos venido al mundo con la misión de desengañar a los hombres sobre el derecho de propiedad. Las raíces de esta institución fatal son demasiado profundas y dominan todo; son ya inextirpables en los grandes y viejos pueblos...

La eventual posibilidad de un retorno a este orden de cosas tan simple y tan bueno (el estado de comunidad) quizá no es más que un sueño...

Todo lo más que se podría esperar, sería un grado soportable de desigualdad en las fortunas...” (palabras de Antonelle, recogidas en “La posibilidad del comunismo”, número 37 de “El Tribuno...”).



La fisura era insalvable... Babeuf anticipa el utopismo revolucionario sectario lo mismo que Antonelle preconiza, en el límite, el Estado del Bienestar.



3

Pero hay, en el pensamiento de Babeuf, una veta radicalmente anti-despótica, que sirve también para la crítica del estalinismo; como hay en Antonelle un acento de franca indignación y una intencionalidad crítica que, aproximándolo a Babeuf, lo distancia del contemporáneo cinismo demo-liberal. “Replico a Antonelle, pero no somos de ningún modo antagonistas”, anotó, clarividente, el editor de “El Tribuno...”, poco antes de ser ejecutado (8) .

Babeuf no admite otra fórmula política que la democracia asamblearia, no mediada, de base. Y denuncia el modo en que las burocracias, las oligarquías, los detentadores del poder tienden a desnaturalizar, infeccionar, corromper (“controlar”, a fin de cuentas) el funcionamiento de los comités, de las asambleas populares, de las reuniones de los ciudadanos. Adelanta ahí la crítica del estalinismo como corrupción de la democracia directa. El título que eligió para uno de sus artículos es harto elocuente: “Gobierno revolucionario, talismán que oculta todos los abusos”(número 25 de “El Tribuno...”).



“El hombre que ha consentido una vez beber en la copa de la autoridad sin límites, es un tirano y lo será siempre. La libertad está perdida en sus manos, puesto que él se sitúa por encima de las leyes; y en el país en el que se ha hecho una revolución para la libertad, una tal creación, no importa que se le llama gobierno revolucionario, es la contrarrevolución misma” (número 25).



Y Antonelle anuncia un reformismo de estructura no-cínica, “honesto” podríamos decir, un reformismo sincero, a salvo de la hipocresía, un reformismo distinto al que hoy se ejerce en beneficio de la conservación...



“[Antonelle], me das la razón en cuanto a los fundamentos del famoso derecho de propiedad. Convienes conmigo en la ilegitimidad de este derecho. Afirmas que es una de las más “deplorables creaciones” del error humano. Reconoces, también, que es de ahí de donde derivan todos nuestros vicios, nuestras pasiones, nuestros crímenes, nuestros males todos...

¡Qué confesión! ¿Lo habéis oído, millón de ricos desalmados, banda de infames expoliadores de los veinticuatro millones de hombres útiles, cuyos brazos actúan para mantener vuestra holgazanería y vuestra barbarie? (Babeuf, glosando a Antonelle, en “La posibilidad del comunismo”).



Cuando Antonelle habla del “grado soportable” de desigualdad, está diciendo más bien “grado tolerable”, grado éticamente admisible, un grado deseablemente bajo. Está pensando en la fórmula de Rousseau: “Que todos tengan lo necesario y nadie en demasía”. Sin abominar ya del hecho en sí de la desigualdad, y sin apostar por la proscripción de la propiedad privada, deja abierta, no obstante, la vía de una intervención política para moderar los contrastes, atenuar las distancias. El demofascismo liberal no habla de “grado soportable” en la acepción de Antonelle: está pensando en un grado “socialmente” sostenible, en una contabilidad del sufrimiento y de su aguante, en la magnitud de desigualdad que cabe reproducir sin que acontezca un estallido social... La “soportabilidad” no es ya “ética”, sino socio-estadística, objeto de pesquisa.

“Si todavía se puede ensanchar la brecha socio-económica sin que ocurra nada importante, esa brecha debe profundizarse”. Este es el axioma que se está aplicando, con el pretexto de la crisis, en muchas democracias occidentales... Está claro, valga el ejemplo, que, en España, el “grado soportable” de desigualdad es hoy mayor, a pesar de todo, que el “grado efectivamente soportado”, por lo que, calculadamente, se martilleará todavía más a los desfavorecidos. “Ya que los humildes y los pobres de España pueden sobrellevar un grado mayor de desigualdad, los haremos un poco más humildes y bastante más pobres”.

Antonelle clamaría ante esta perspectiva: su “grado soportable” es, casi, una determinación crítico-cultural, una conclusión ético-filosófica; y su deseo es, inequívocamente, el de una atención reparadora a la fracturasocial, el de un acortamiento progresivo de la distancia material entre ricos y pobres...



4

Contra el liberalismo del siglo XXI, Babeuf y Antonelle esgrimen, desde el ayer, “discursos de la verdad”, unívocos, sin doble fondo, sin trastienda... Cabe optar por uno o por otro, pero ese discurso “dice” lo que se piensa y no solo “piensa” lo que se dice.

En la actualidad, el progresismo liberal, de estructura netamente cínica (Sloterdijk), “piensa” efectivamente lo que tiene que decir -pues ha de dosificar la mentira, la media verdad, el silencio, la reiteración hipnótica,...-; pero ya no “dice” lo que piensa. Se calla lo que de hecho piensa, por razones de cálculo electoral, de “política de la realidad”, de preservación de los intereses hegemónicos, de gestión de la opinión pública,... “Saber lo que se hace y seguir adelante”: esta es la fórmula del cinismo contemporáneo. “Conocer la infamia de lo que se hace, el horror que se propende, y perseverar no obstante en lo mismo”.

Los agentes políticos que, por acercar la argumentación, hoy en España están acabando con un engendro conocido como “Estado del Bienestar” (¿bienestar de quién?, ¿qué bienestar?), los actores empeñados en dinamitar a conciencia ese tinglado, aún así engañoso, proclaman justamente estar tomando medidas “impopulares” para salvarlo. Saben lo que hacen (desmantelar una modalidad de gobierno de las poblaciones que ya no les sirve, aunque con ello se ahonde la grieta social), pero no lo dicen. Saben lo que hacen (fingir, engañar, idiotizar, en beneficio de los opulentos), y siguen adelante.



5

Aquel formidable laboratorio socio-político de la Modernidad que los historiadores nombraron “Revolución Francesa” anticipó ya casi todas las propuestas que habrían de desarrollarse en los siglos siguientes. En aquellos años, despuntaron las formas vigentes del utopismo revolucionario, del reformismo, del terrorismo (sectario y de Estado), del conservadurismo democrático, del populismo, del despotismo de las burocracias,... Sólo una opción, la más terrible, puede presumir hoy de no estar “preconcebida” en aquellas turbulencias de fines del XVIII; sólo una opción puede presentarse como “radiante novedad”: el demofascismo occidental, síntesis de docilidad en las poblaciones, disolución de la diferencia en inofensiva diversidad, expansionismo exterior, dulcificación de las posiciones subsistentes de autoridad e invisibilización de los mecanismos de poder y de las estructuras de dominación. La forma de subjetividad (única) que le corresponde es el “policía de sí mismo”. Y, al nivel de los discursos y de las prácticas políticas, el rasgo que lo distingue es el de un cinismo insuperable (9) .

Ante lo que significa hoy un Obama a escala global (o un Zapatero, en nuestro Estado), vale decir: la personificación del demofascismo, del cinismo liberal-progresista, Babeuf y Antonelle, a pesar de sus discrepancias, hubieran vuelto a luchar juntos. Nosotros, estando de acuerdo con uno y otro en tantas cosas, apenas lo haremos...



Pedro García Olivo

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Bibliografía:

NOTAS



1. “El Tribuno del Pueblo,” Ediciones Roca, México, 1975 (compilación de los más importantes escritos de Graco Babeuf, aparecidos en el periódico del mismo nombre en la década de los noventa del siglo XVIII). La polémica con Antonelle se recoge en el número 42 de “El Tribuno del Pueblo”, en el artículo titulado “La posibilidad del comunismo” (páginas 115-142 del libro publicado por Ediciones Roca).
2. “¿No ven que ya no se guillotina, que no se fusila, que no se nos ahoga como en tiempo de Robespierre, y que se dice y escribe más o menos lo que se quiere? ¿De qué os quejáis? (…) Pero el pueblo no ve en la creación de este rebaño de esclavos más que el medio de que se sirven todos los déspotas para multiplicar las raíces y sostenes de sus dominación. El pueblo no percibe ya las formas populares, democráticas, republicanas; se ve aniquilado, se ve reducido a nada (…). La República se sabe decepcionada, engañada, traicionada; conoce que se halla realmente bajo un gobierno aristocrático” (“Gobierno Revolucionario: talismán que oculta todos los abusos”, op. cit., pp. 16-19). Este mismo análisis se retoma en “El Manifiesto de los Plebeyos”: “En vosotros (dirigentes) se nota el gran efecto de la moral del día, cuyas admirables máximas son: paz, concordia, calma, reposo, a pesar de que morimos casi todos de hambre; fijado está definitivamente, tras seis años de esfuerzo para conquistar la libertad y la felicidad, que el pueblo será vencido; resuelto está que todo debe ser sacrificado a la tranquilidad de un pequeño número; la mayoría no está aquí abajo más que para satisfacer sus pequeños placeres” (op. cit., p. 43).
3. En “El Manifiesto...”, Babeuf adelanta la crítica de las estrategias políticas “entristas”, que confían en transformar el sistema político burgués participando en las instituciones y en el juego electoral. La “actualidad” de su denuncia es sorprendente, y no solo en lo que concierne al Estado español...

“Dicen (los ultrapatriotas): Es necesaria la táctica; es necesario que los patriotas sepan ser políticos. Bien sabemos que todos los derechos del pueblo son usurpados o violados; bien sabemos que es avasallado y desgraciado. Pero no podemos salvarlo más que gradualmente. Hagamos como que damos nuestro asentimiento al gobierno usurpador (…), pero conservaremos contra él nuestra segunda intención. Trataremos de aumentar nuestro partido, ganando de nuevo a la opinión pública; y cuando seamos bastante fuertes, nos lanzaremos sobre los fautores de opresión. He aquí una mala imitación de Maquiavelo (…).

Pero los patriotas, con su sistema de silencio y de segundas intenciones, se engañan ellos mismos. Creen, como he dicho, que el gobierno no ve nada de lo que proyectan ni de lo que quieren hacer; sin embargo es él quien ve todo. Los patriotas, además, piensan que el pueblo percibe su secreto, que lo comparte y que se unirá a ellos cuando lo deseen. Pero es precisamente el pueblo, al que no se le comunica nada, al que no se le dice ya nada contra los que dirigen; es precisamente el pueblo el único engañado con el pretendido misterio. No lo comprende (…), se vuelve completamente indiferente y ajeno a los asuntos públicos(...).

El pueblo se aísla de este puñado de patriotas activos, el cual, solo y abandonado, se convierte en la pequeña, muy pequeña, “facción de los prudentes”, objeto de burlas, porque, de tan débil que es, resulta nula e impotente. Es así como la bonita política de los patriotas se vuelve contra ellos mismos.

El gobierno (…) aplaude el sistema del silencio (…). Tenderá también a diseminar a este resto de patriotas (…). Consentirá incluso en colocarlos dentro de la administración (…), para que se transformen en hombres vinculados al gobierno y al orden establecido (…). El pueblo, ya fatigado e indiferente (…), no pensará más que en el pan.

¡Y todo ello será el resultado de nuestra famosa táctica, de nuestra política incomparable!” (en “El Manifesto...”, op. cit., pp. 52-54).

4. “Escuchad a Diderot: (…) Discurrid tanto como os plazca -dice- sobre la mejor forma de gobierno; nada habréis hecho mientras no destruyáis los gérmenes de la codicia y de la ambición (…). En la mejor forma de gobierno es necesario que haya imposibilidad para todos los gobernados de devenir más ricos o más poderosos que cada uno de sus hermanos” (“El Manifiesto...”, op. cit., p. 74).
5. En “La posibilidad del comunismo”, op. cit., p.121.
6. “Que únicamente la democracia puede asegurarles su felicidad (…). Que se le demuestre esto enseguida, y enseguida el pueblo se despertará, aunque esté profundamente adormecido, y será conquistado para él mismo y para sus verdaderos defensores” (en “El Manifiesto...”, op. cit., p. 58).
7. El diez de mayo de 1796 la policía del Directorio detiene a 47 “patriotas”, Babeuf entre ellos, precisamente por conspirar, por organizar la llamada “Conjura de los Iguales”. El editor de “El Tribuno del Pueblo” será condenado a muerte...
8. En “La posibilidad...”, op. cit., p. 115.
9. Remitimos a nuestro ensayo “El enigma de la docilidad”, reeditado por Virus en el otoño de 2009. Se puede descargar gratuitamente de nuestra web: www.pedrogarciaolivoliteratura.com


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martes, 12 de abril de 2011

CABEZAS DE TORMENTA




El anarquismo es un amparo al que no demasiadas personas
concurren. No deja de ser curioso llamar “amparo”
a lo que es ahora una sombra de su antiguo esplendor
político y cultural, pero los lugares o creencias que nos
brindan refugio y certeza a veces caben en la cabeza de un
alfiler. Desde que tengo memoria de mi interés por el pensamiento
político siempre me he sentido un anarquista.
La palabra suena hoy menos tremebunda que extraña,
como si se mencionara un animal extinto. Un ave pesada
que nunca pudo volar o un mamífero cuyo último ejemplar
fue avistado décadas atrás. Era, además, un animal
acostumbrado a las batidas y a ser cazado en abundancia.
Se diría, entonces, que la impotencia, la persecución o el
irreversible decrecimiento demográfico han sellado su destino.
Pero cualquier adherente a las ideas libertarias es
consciente de la larga lista de fracasos que lo rodean y
preceden. Y también de los escasos pero muy significativos
logros. Cada uno de ellos se cobró su libra de sangre y
exigió un enorme esfuerzo colectivo.
Se comprenderá que un movimiento de ideas tan radical
haya nacido casi extinto. Sus tareas eran las de un
Hércules; sus enemigos, antiguos e inmensos como pirámides;
y sus fuerzas, limitadas y, al fin, fatigadas...
...Fueron sus cabezas de tormenta. Los primeros en
anunciar y promover algunas libertades que hoy se disfrutan
en partes del mundo. Las otras aristas de su historia
exponen tanto un estilo de garra como una consideración
amorosa por los hombres y la tierra. De no haber
existido anarquistas nuestra imaginación política sería más
escuálida, y más miserable aún. Y aunque se filtre únicamente
en cuentagotas, la “idea” sigue siendo un buen antídoto
contra las justificaciones y los crímenes de los poderosos...
...Cien años atrás el anarquismo era un movimiento organizado,
culturalmente significativo, y políticamente temido.
Ese impulso no ha llegado hasta nosotros. Pero nada
se ha perdido. Ni las palabras dichas, ni las ideas publicadas,
ni los panfletos repartidos, ni las acciones realizadas.
Irradiada hace ya mucho tiempo, su influencia se dispersó
más allá de los propios simpatizantes. Afluentes de aquella
mutación cultural frustrada se vertieron soterradamente
en las aspiraciones y conductas de la actualidad.

Christian Ferrer. Cabezas de tormenta: ensayos sobre lo ingobernable.

LA SIMPLEZA PROFUNDA




1.Mirar los árboles.
2.Pisar la nieve.
3.Sostener tierra en las manos.
4.Contar las nubes.
5.Sumergir los pies en una palangana de agua.
6.Apoyar el rostro en un piano.
7.Tocar el papel de algodón.
8.Escribir con un lápiz viejo.
9.Contemplar el fuego.

Juan Manuel Barrado.

sábado, 9 de abril de 2011

IN MEMORIAM, NEL AMARO







y mi mano extendida hasta al abrazo.

viernes, 1 de abril de 2011

XIII ENCUENTRO DE POETAS "VOCES DEL EXTREMO: POESÍA Y VÍNCULOS", MOGUER, 2011







XIIIº ENCUENTRO DE POETAS EN MOGUER "VOCES DEL EXTREMO: POESÍA Y VÍNCULOS"
Moguer, Huelva, del 7 al 9 de julio de 2011.

la poesía que no se publicita en los media se nos aparece hecha con la misma pasta de todos los discursos civiles invisibilizados por ellos, y con la todos los movimientos civiles igualmente invisibilizados a los que ha querido acompañar, pues está en ellos y no en la sola enunciación del poema, la verdadera capacidad transformadora de lo social.

Una poesía de la conciencia crítica, de la extrañeza y del duelo. Una poesía vinculante, despierta y rebelde ante el estado de cosas actuales que reacciona contra la sociedad hiperestetizada de los seres normales donde la dominación empieza en la imaginación y los deseos siempre insatisfechos que genera el mercado.

Una poesía que recoge lo excluido, lo discordante, lo incómodo, todo lo que no encaja en el discurso de la normalidad ideológica del neofascismo imperante sin que por ello tenga que renunciar a lo íntimo, ni a cerrarse sobre una determinada concepción de la realidad, ni a cumplir con el canon de una pretendida transparencia.

Nuestra suerte común, como ha dicho Enrique Falcón, también es un asunto personal, no cabría mayor irresponsabilidad que quedarse al margen, no cabría mayor ignorancia que creer que esto es posible hoy día.

Por todo ello, desde 1999, el encuentro de poetas VOCES DEL EXTREMO ha querido convertirse en un foro que reúna estas alternativas, ser un punto de encuentro e intercambio de experiencias, donde los trabajadores por una escritura alternativa tengan la oportunidad de dar a conocer sus últimos proyectos, así como de plantear nuevas formas de colaboración y cooperación en el terreno de la cultura.

Como ya viene siendo habitual, lanzamos aquí la convocatoria abierta a todos los interesados a acudir de forma libre y autogestionada a participar de los mismos, pues la organización no tiene posibilidad de ayudaros a sufragar gasto alguno.

También nos gustaría que en la medida de tus fuerzas, difundieras esta invitación entre los tuyos con objeto de hacerla llegar a cuantas más personas mejor.

Fecha límite de inscripción 1 de junio de 2011.

Confirma tu asistencia enviando tu nombre, dirección postal, teléfono, y correo electrónico a: antonioorihuela.orihuela@gmail.com