Páginas
▼
viernes, 22 de julio de 2011
EL TRIUNFO DEL DESAMOR. El repudio de la infancia en la sociedad moderna
La continua caída de la natalidad es la expresión más clara de la desafección de la sociedad actual hacia los niños y las niñas, su ausencia en la experiencia cotidiana de millones de personas, la desaparición del deseo de maternidad-paternidad en un grupo creciente de mujeres y hombres, será un elemento importante en la destrucción de la civilización humana tal como la conocemos,
Los niños y niñas viven hoy segregados socialmente, molestan en casi todas partes, son ajenos al mundo de sus mayores, no comparten lenguaje, proyectos, intereses, problemas ni conflictos, en muchos casos ni siquiera comen lo mismo. En las sociedades de la modernidad tardía las criaturas están condenadas a llevar una existencia falsa, nutrirse de actividades, espacios, experiencias y diversiones especiales para ellos de manera que adultos e infantes casi parecen especies diferentes. Convertidos en objetos exóticos, no se les comprende lo que hace más fácil que ni se deseen ni se les ame.
No puede considerarse la desnatalidad en occidente como el resultado de la elección de los sujetos, o del aumento de la libertad de las mujeres como se dice sino de un proceso inducido desde arriba por el feminismo de Estado que es instrumento esencial de las instituciones coercitivas del poder(1). Las directrices institucionales han conseguido modificar de forma sustancial la conciencia de millones de mujeres y hombres que han pasado a considerar a los niños y niñas un elemento de opresión y explotación de sus madres, que se ven, según dicen, sometidas y limitadas en su independencia y pierden ventajas materiales así como posibilidades de consumo y diversión. En general, se considera que los hijos roban a sus madres la satisfacción de sus propias necesidades y deseos. Los derechos de las mujeres se presentan enfrentados a los de las criaturas e incompatibles con ellos.
La adhesión al trabajo asalariado y su derivado, el dinero y lo que se consigue a través de él, por parte de un sector decisivo de las mujeres es el factor de más peso en la renuncia e incluso el repudio de la experiencia maternal...
...La caída demográfica no es pues el resultado de las dificultades económicas, la falta de ayudas estatales ni la elección autodeterminada de los individuos sino de la eficacia arrolladora de la maquinaria de dominación mental del Estado moderno que ha conseguido intervenir de forma decisiva en los impulsos más primarios de los sujetos, someter a sus designios las emociones, conductas y relaciones más íntimas instalándose un policía en la conciencia de cada individuo.
Un feminismo antimaternalista(2) que es anterior, pero que ha sido incorporado al feminismo de Estado) ha conseguido destruir en un sector significativo de las féminas el deseo de tener hijos (que afecta también a muchos varones). La falta de amor e interés por las criaturas produce un ascenso imparable del egoísmo como inevitable estado de quienes no tienen otra preocupación que su propia persona, se pierde la capacidad de apreciar los valores inmateriales como son los afectos, las relaciones, la comunicación con los otros, la ayuda, la colaboración, la convivencia, los vínculos o la simple alegría que las niñas y niños proporcionan a su entorno....
...La exclusión social a que están sometidos los niños y niñas, que no participan de las conversaciones ni las reuniones sociales de sus mayores, ni de sus trabajos, obligaciones y diversiones, su aislamiento del mundo de los adultos, impide que puedan aprender de la vida real y los convierte, en muchas ocasiones, en seres fastidiosos y cargantes, incapaces de respetar las más elementales normas de la convivencia con los otros, ajenos a las necesidades y problemas de sus padres, egocéntricos y egoístas, esclavos de sus caprichos o apetencias, inconscientes y violentos. De este modo se cierra el círculo argumental y se confirma, para muchos, la máxima de que la crianza es una penosa experiencia...
...Quienes se arriesgan a ser padres o madres en la sociedad presente carecen de certezas acerca de la tarea de criar, proteger y educar a sus hijos...
...En la actualidad la crianza ha sido enajenada de la comunidad de los iguales para ser dominio de los expertos(4), extendiendo la idea de que las madres y los padres no son competentes para educar a sus hijos, que no pueden guiarles ni comprenderles si no se ponen en manos de las autoridades del sistema. Se explica tal acontecimiento, no como lo que es, una pérdida, sino como una adquisición, argumentando que las familias tienen derecho a recibir del Estado la asistencia a las necesidades de sus hijos, embelleciendo el rostro de la máquina estatal capitalista que aparece como la locomotora del progreso social y la emancipación de los ciudadanos, sobre todo de las ciudadanas que se ven “liberadas” de la carga de sus hijos e hijas, para poder entregarse al trabajo productivo y el consumo de productos y diversiones.
Prado Esteban Diezma. ¿Con el Estado o contra el Estado? La liberación femenina en el siglo XXI.
No podría estar más de acuerdo. La alienación de lo que somos: seres sociales, ha favorecido el desarrollo de la cultura del desapego, de compensar la ausencia y el afecto con cosas materiales y espacios específicos.
ResponderEliminarLas consecuencias son alarmantes: una plaga de enfermedades en edades cada vez más tempranas: autismo, déficit de atención, hiperactividad, depresión, trastornos de alimentación, de conducta...un sinfín de muestras de que impera la infelicidad y la desconexión de nuestra naturaleza y biología. Si los niños son el futuro, nuestro futuro como especie no existe.
La única esperanza consiste en cambiar la crianza, en establecer unas relaciones humanas basadas en la armonía, el respeto y el amor; que nos permitan una supervivencia que ahora mismo es inviable.