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sábado, 16 de marzo de 2013

ESPAÑA ES UN BAR



Muchos hombres de pensamiento han intentado encontrar lo que vertebra e identifica a la sociedad del estado moderno más antiguo de la Tierra, y no consiguen averiguarlo. Ortega y Juan Ramón pensaron que la gran aportación al mundo de España era el chulo, pero por aquí la gente se ha vuelto humilde y práctica, los quijotes son sanchos, los donjuanes acuden discretamente al puticlub y no molestan a nadie, quiero decir a nadie de su país, y el fantasma está en vías de extinción y se conforma con usar un llavero de una marca distinta a la de su coche. Tampoco es la lengua de Villasandino, Cervantes, Lope y Garcilaso. Muchos amigos me han dicho que en muchas naciones de nuestra nación de naciones, arbitrariamente amalgamada desde que los romanos nos pusieron carreteras y alcantarillas, no pueden encontrar trabajo en sus profesiones si sólo hablan español. La fiesta del toro no sirve, también es practicada, en variantes más delicadas, en nuestros dos países vecinos. Tampoco puede ser la bandera, porque muchos prefieren la de su país cercano y para otros no es muy atractiva porque despierta monstruos de sus padres o abuelos; el último cambio de colores costó un millón de muertos y veinte años de hambruna. Aún menos el inquisidor, el matamoros de reconquista, el conquistador, o cualquier otro tópico de nuestra leyenda negra de crueldad y puritanismo; no en una de las sociedades más tolerantes y hedonistas del planeta. Estaba considerando seriamente al cochino ibérico, animal totémico aquí, y tan tabú en los países donde trabajo. Es sin duda la principal nostalgia que apesadumbra a los españoles expatriados, pero mientras tomaba un café esta mañana en un bar me pareció descubrir lo que nos une, vertebra y distingue:
el bar español. Es único en su idiosincrasia, infinitud de servicios y enorme amplitud de horario, está por todo el suelo patrio y dicen que hay uno por cada manojillo de españoles. Pedí otro café sólo para terminar de examinar aquel microcosmos hispánico de diecinueve metros cuadrados. Es un local de juego legal, un minicasino. Aquí no tenemos legislaciones puritanas y no hay que coger un avión a Nevada para tirar el dinero. Las dos máquinas de cerezas rodantes y ruidosas estaban a pleno funcionamiento, Y había algunos clientes en nerviosa lista de espera. Antes de acabar el primer café entraron un vendedor de cupones y otro de lotería. Creo que sólo nos gana Filipinas en ludópatas per cápita. Todos los vicios no sólo son legales, sino que están totalmente aceptados por nuestra cultura. Los alcohólicos pueden pasar totalmente desapercibidos, desde el anís mañanero del mono con la burlona y burlada cara de Darwin, pasando por los aperitivos de cerveza, vino de almuerzo, y terminando por los copazos de aguardientes, espíritus, y refrescos con alcohol destilado de las frecuentes sobremesas. Aquí no hay que esconderse, se permite fumar reza el cartel, y se disfruta alegremente de los únicos locales bajo techo en Europa donde se fuma legalmente. Resistencia numantina o teoría literaria de los frutos tardíos, pero pura hispanidad sin duda. And last but not least, una oferta de tapas desde muy temprano hasta tarde de todas las delicatessen imaginables de la tierra, el mar y el ultramar, pescados, moluscos, crustáceos, carnes, aves, embutidos, salazones, ahumados, curados, platillos exquisitos de compleja factura...
Pero hay más, los parroquianos crean comunidades de juegos, de amistad, de vicios, negocios o asociación cultural, entretenimiento, espectáculo, sports bar o células de opinión inofensiva, casa del pueblo y senados en miniatura. Pero no se puede abarcar en ninguna descripción la generosidad, el calor, la fuente de abundancias que se esconde en el más diminuto de lo bares. Por sólo unas monedas tendrás frío en verano y calor en invierno. Hasta para los más inadaptados socialmente y los fracasados más completos en cualquier esfera del combate de vivir el bar proporciona conversación, amistad, aceptación, compañía, psicodrama, psicoanálisis baratísimo y terapia de grupo con humor, ironía, compañía inteligente, y todo ésto sin ningún profesional aburrido que te juzgue o te prescriba drogas peligrosas.
-Kanouté acaba de meter un gol...avance, avance, avance, puntos...¿Cómo va el partido en Gaza?...creo que ganan los visitantes por goleada, ochocientos a trece...Obama no ha comentado la jugada...avance,avance,avance...(caen monedas)...
No te lo pierdas, es tan barato, es tan humano, no es muy sano, pero es España. Al fin la hemos encontrado, y la buscábamos desde que los fenicios nos llamaron Ish-pan-im, la costa de los conejos. Es el pandemónium de todos los vicios y virtudes, salón de casa de los sin calor en casa, o de los que prefieren calentarse fuera, el único y último templo de humanidad. Amy "Casa de vinos" está cantando para todos en una lengua extranjera que ella te avisó que no era buena, y al salir el barman me manda que vaya con Dios. España es humana, alegre y generosa, España es
un bar.

Daniel Macías. Diario de un piloto del desierto. Ed. Baile del Sol, 2013

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