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jueves, 5 de septiembre de 2013

MANUAL DEL GUERRERO URBANO (I)

 
  
 Si todos en este universo, cada mujer, hombre, gusano, marcia-
no, tiburón, perro, terrorista suicida, santo, mariposa, prostituta,
fanático, reflexólogo y taxista alcanzara simultáneamente un nivel
más avanzado, meditación de peso pesado, y todos profundizaran
lo suficientemente en su interior, y nos encontráramos, todas las
personas que hemos vivido hasta la fecha, en una habitación inte-
rior absurdamente inmensa, para nuestra sorpresa (evidentemente
fingida), nosotros, vosotros y yo descubriríamos que todo el tiem-
po ha habido una sola persona.

   El «Tao», como he dicho, significa «camino», como en su
versión japonesa «do», utilizada, por ejemplo, en «aikido» –el
camino de la fuerza vital; «judo» –el camino de la suavidad;
y «dodo» –el camino de la estupidez. Toda criatura inerte y «erte»
tiene su propio Tao individual, o camino. Cada situación posee
su Tao, o camino de desarrollo. Incluso cada perro tiene su Tao.

   El Tao, sin embargo, no es Dios. Dios es Dios, el Tao es el Tao
y las palabras son palabras. No podemos entender el Tao, nadie
puede, así que ni siquiera lo intentaremos. Si queremos, podemos
rezarle, pero ni escuchará ni se preocupará, tan contento que está
de dejar que las cosas se desplieguen por sí mismas. Sin embargo,
si nos relajamos y confiamos en el Tao, nos dará todo lo que
necesitemos para el resto de nuestras vidas y aún más allá.
 
...//...

Lo opuesto al taoísmo es el fascismo.

   Taoísmo significa básicamente seguir el camino del mínimo
esfuerzo, al tiempo que siempre conservamos el respeto y la
consideración por el bienestar y la libertad del resto de los seres.
                                                                  
Fascismo significa controlar el comportamiento de los demás
y manipularlos para que se adapten a nuestro modelo particular
de realidad; si es necesario, por la fuerza. Si somos particularmente
carismáticos o creíbles podemos conseguir unos seguidores con
gran facilidad porque, de forma perversa, a mucha gente le gusta ser
controlada por alguien. Los hace sentirse seguros y, por un tiempo,
produce la ilusión de que no tienen responsabilidad sobre sus vidas.
Esos desdichados son los anti-guerreros.

    Las tendencias fascistas deben evitarse tanto en nosotros mismos
como en los demás, pues coartan nuestro fluir de energía y, finalmen-
te, acarrean enfermedades a los individuos y a las sociedades enteras.

    Los fascistas poseen muchos disfraces, no sólo los impactantes
uniformes eróticamente sugerentes. Tal vez sean más alarman-
tes los fascistas espirituales, los adoradores de cultos, que creen
que el suyo es el único camino: los maestros «iluminados», las
maestras y los líderes espirituales, con sus comitivas de secuaces
y matones, que hipnotizan a sus seguidores para que vean las
cosas a su modo utilizando el temor y las amenazas de excomu-
nión; los sanadores, que nos dicen que sólo sigamos sus consejos
o nuestra vida se irá al garete; y el marido, que le dice a su espo-
sa que sin él no es nadie; podría extenderme más.

    El fascismo sigue el camino del hacer, o sea, forzar, mientras
que el taoísmo significa seguir la vía de permitir lo que se presen-
te, conocida de otro modo como amor.

Doctor Descalzo. Manual del Guerrero Urbano. Ediciones de La Liebre de Marzo.
-por gentileza de Xavi Vidal.


2 comentarios:

  1. Interesante.Acabo de descubrir que soy taoísta.
    Y totalmente de acuerdo con la definición de fascismo, no podía ser de otra forma.

    Un placer llegar hasta tu blog.

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  2. Bueno, bueno, hasta el último párrafo ni tan mal, pero identificar finalmente el "hacer" con "forzar" y el "permitir lo que se presente" con "amor" me parece no solo erroneo sino excesivamente retorcido con la única intención de manipular el resultado.

    Parece que incinta a la pasividad total de los seres frente al devenir de los acontecimientos como forma de ¿amor?, y condena la actitud combativa o activa de las personas como coercitiva.
    Seguro que no es así, pero lo parece...

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