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viernes, 6 de septiembre de 2013

WWIII



       Iban un lituano, un americano, y un español, no es un chiste pero empieza igual, por el Sahara argelino en un avión suizo, era el vuelo diario de vigilancia de los campamentos y de los pozos que se venía haciendo desde que el contrabandista Mr. Marlboro, el tuerto, se había llevado por delante a más de treinta expatriados del primer mundo, bueno, con la ayuda de los militares que no habían visto esas películas americanas en las que cuando hay rehenes siempre se envía un negociador con pizzas aliñadas con barbitúricos, y les da cháchara a los secuestradores, y los marea toda la película para que al final no muera casi nadie. El lituano es un enorme y cariñoso oso piloto con las ideas claras, cuando le he preguntado en qué estaba pensando ha respondido que en qué va a pensar, sino en mujeres, vodka, güisqui, y una bolsa repleta de dinero, aunque en realidad estaba pensando en lo aliviado que se sentía sabiendo que su ex-mujer se había ido con su hija a Dinamarca lejos de las fatigas y miserias de su tierra, por lo visto la nueva gran Europa cojea por todos sus confines, los fríos y los cálidos. El americano es un espía, aunque formalmente trabaja para una empresa con el mismo nombre que nuestro brazo de la galaxia es un espía, lo que pasa es que en su profesión la mayoría de los trabajos también se han privatizado, precarizado, y mierdasubsubcontratado, a tono con la moda actual de mercantilizar hasta el agua y el sol, y aunque parezca una contradicción es más pacifista que yo, y sabe que Martin Lutero tenía ensoñaciones, pero Obama tiene drones, y que con un pijama naranja y dando saltitos de animal trabado no hay quien cante guajiras guantanameras, y que la ampliación de la sede principal de la NSA tendrá capacidad para pinchar todas las comunicaciones del planeta y chuparse los archivos de todo lo que se haya conectado a la red al menos unos segundos alguna vez. En cuanto a mi, me tiene que gustar el aire para que en mi día libre de acarrear pasajeros me haya apuntado para acompañarlos en su rutina, y también me apetecía montarme en ese avioncito legendario con forma de pepino, una turbina, y unas alas cuadradas y enormes, el pilatus. Estiré las piernas y dejé de hablar con ellos, el lituano se perdió en sus pensamientos, esta vez si se veía a si mismo en una de esas zonas vip de discoteca cara y cateta donde las muchachas sueñan con entrar porque allí se acaban todas las hambrunas y se renace rodeada de todos los lujos, el espía se quedó dormido, el sol apretaba y yo observaba al que observa, convencido de que el flujo de la consciencia es el único suelo para la gran jardinería, y criba, y criba el escriba, las pepitas de oro son las semillas, me estaba durmiendo, las dunas y el celeste otra vez, en esta eterna foto sobre-expuesta, bodegón sin vino de naturaleza muerta...¿Jardín?Echaba de menos el jardín que mi amor y yo construimos, Pollock, Pollock, como un cuadro de Pollock las mierdecillas de patos y los pollos que se pasean libres por nuestro jardín, espejismos, veo espejismos, la paz en un reflejo, la fotógrafa retrata los peces que se refugian en la sombra acuática del buda, asomada al biodomo de la vieja charca, ahí está el arte, el arte, esa simulación torpe y amorosa de sistemas complejos, uno de los mil yogas del buen flipar, como darse la mano en cadena por la paz universal, atarse a un árbol que van a talar, o construir ciudades con los bosques y los huertos dentro siguiendo las acuarelas de Schuiten, ese arquitecto que planea casas con muros transparentes imitando las alas de la libélula, sí, todo es posible en la paz, nunca dejaré de flipar, pero desde los tiempos de Gilgamesh y Humbaba los monstruos siempre hemos sido los humanos, aunque hayamos creado hace poco un cerebrito y una hamburguesa in vitro, in vitro, no hemos aprendido un flipar justo y brillante como el primer vidrio que adornó los ladrillos babilonios, vidrio, vidrio, el americano se ha despertado y le he dicho por el intercom que estuve pensando que se podría hacer a nivel práctico con tanto sol y tanta arena, y descubrí que hace poco habían inventado un impresora 3D solar que fundía la arena y podía hacer cacharrillos de vidrio de cualquier forma, el americano me ha contestado que el sabe una manera más rápida de convertir toda la arena del desierto en vidrio, con una buena explosión termonuclear...criba, criba el escriba entre el sueño y lo vigilia, maíz arlequín, trigo sarraceno, la parra de Nicanor estaba viva y ya tenía noventa y nueve sarmientos...De pronto recordé que todas las grandes guerras habían empezado con una muy pequeña, y por Sun Tzu que cualquier jugador de ajedrez sabe que si se van sumando apoyos en un combate de peones en el centro del tablero, en pocos segundos hay una gran matanza de blancas y negras hasta que casi solo quedan vivos los reyes rodeados de pocas fuerzas..pozo sirio, pozo sirio...¿WWIII? ¿Otra vez? No puede ser, es absurdo, estoy soñando cosas absurdas como que el tío que inventó la dinamita inventó también un premio de la paz, y que ese premio recaería en un hombre que se lamaba بركة, بركة, bendición divina y amazing grace, y que empezó la tercera guerra mundial, era absurdo, intenté recomponerme y espabilarme, reality check, era mi día de descanso, estaba volando sin uniforme y por placer, si empezara la guerra fría o caliente yo iría volando en un chiste con un lituano y un americano y...hostia, coño o joder, pero dicho en tres idiomas a la vez, un destello eléctrico e intermitente iluminó todo el cielo en tres parpadeos, no era la world wide web, era el fin de la red amorosa, comercial y charlatana en el ancho mundo, WWIII, acababa de empezar. 
Si yo no puedo, no olvidéis decirle a los niños del futuro que los monstruos siempre hemos sido los humanos...

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