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martes, 24 de junio de 2014

LADRONES



Hoy los ladrones desvalijaron mi casa.
A la misma hora en que rompían los cerrojos
de mis pequeñas seguridades
una mujer de Yemen es mutilada por decreto de su dios,
una mina desbroza las piernas de un pastor de Ruanda ,
un viajero agoniza por la picadura de un insecto extinguido,
un pueblo de Brasil que no figura en los mapas
es arrasado por un alud de barro con diamantes,
Mientras los ladrones roban
la hucha de mis vacaciones, mis pendientes de oro y la cámara de video,
el hombre de los Alpes mira el mundo a través de la mampara del museo,
un náufrago sueña con escaleras de incendio
desde el piso cincuenta de su rascacielos de Detroit,
una abuela pinta coloretes a la niña del ataúd blanco,
el último astronauta despierta aterrado
por el recuerdo del rostro de Dios.
Mientras los rateros destrozan mis colchones
en busca de tesoros que nunca existieron,
un hombre hace el amor sin saber que será la vez última,
un matrimonio sale del abogado en ascensores distintos,
una mujer arrastra en su bolso media barra de pan
y cien gramos de lentejas,
Mientras los ladrones arrancan mi televisor por pagar
y el ordenador con mi memoria, mis fotos, mis poemas,
los columpios rajados del parque gimen
con voz de madre loca,
una familia desahuciada sube sus cuatro muebles
en una furgoneta prestada,
un vagabundo es apaleado
por una horda de niños borrachos.
Mientras los delincuentes saltan
a la terraza de mi vecino,
el banco me comunica
atentamente
que no devolverán a mis padres el dinero
que escatimaron durante medio siglo
para socorrer la terrible fragilidad
de hacerse viejos.
Regreso a casa,
sin saber que los rateros han vaciado mis cajones,
y esquivo al motorista de la cuneta
que, desconcertado, ve sus piernas en el otro arcén
aunque el enfermero le haya cerrado los ojos.
Por suerte, los ladrones eran unos aficionados:
Tan solo me robaron cosas.

Loren Fernández Ferrer. En legítima defensa. poetas en tiempos de crisis. Bartleby Ed. 2014

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