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domingo, 3 de agosto de 2014

LA LUZ REFLEJADA EN EL UNO




Un dios aburrido proyecta imágenes de sí
para pasar el rato
y crea el mundo de las apariencias
con las diez mil cosas dentro de él,
incluida una profecía Hopi
que dice que el mundo tocará a su fin
cuando la gente se comunique
a través de trozos de cristal
en una invisible red de araña.

El dios aburrido, como un niño caprichoso
que al rato abandona los juguetes que le acaban de regalar,
se olvida pronto de lo que ha hecho
pero las proyecciones siguen ahí,
desplegándose y plegándose alrededor de él,
dándose a sí mismo forma con ellas,
creyéndose nubes, copos de nieve, semillas,
montañas, costas,
dinosaurios, pájaros, gatos,
gurús, apicultores, herreros,

sueños que no saben que son el sueño de un soñador
que se da forma a sí mismo con los sueños que sueña,
hologramas que producen la ilusión de otros hologramas:

Xu You lavándose los oídos al borde del Yangtsé,
Marco Antonino de expedición contra los partos,
Pablo de Tarso organizando la empresa más vieja del mundo,
Marco Valerio Marcial quejándose de que Andremón
fuera más conocido que él en el Imperio,
Bodhidharma cruzando las aguas del Changjiang sobre una caña,
Ibn al Shamir adivinando por cuál de las puertas de su aposento
va a salir Abd el Rahman II,
Ahmad Ibn Hadidi solicitando a Alá la recompensa ultraterrena
por haberle levantado una mezquita en Toledo,
John Ball gritando desde el cadalso Omnia sunt communia,
Alfonso V de Aragón autorizando al conde don Juan Egipto Menor a pelegrinar a Santiago,
Es Saheli el granadino construyendo la mezquita de Djinguereber en Tombuctú,
Sandro Boticcelli pintando la figura de Jacopo Pazzi
en la fachada del Palazzo Vecchio de Florencia,
Cristobal Colón anotando en la primera hoja de su diario que pasa
junto a las ruinas de Saltés camino de Canarias,
Giovanni Ramusio escribiendo sobre navegaciones y viajes que fueron de otros,
Lázaro Pérez alcanzando la iluminación gracias a un verraco de piedra sobre el Tormes,
Zumbi llamando a la resistencia cimarrona en el quilombo de los Palmares,
Giacomo Gastaldi dibujando el primer mapa de la ciudad de Montreal,
El Duque de Lerma comprando casas en Valladolid antes del traslado de la Corte,
Baruch Spinoza excomulgado y expulsado por los judíos askenazíes de Ámsterdam,
Goethe en el despacho de Schiller mareado por el olor de una manzana,
Francisco de Goya pintando el tiempo en un sombrero lleno de velas,
José María el Tempranillo vestido de comandante
del Escuadrón Franco de Protección y Seguridad Pública de Andalucía,
Charles Fourier haciendo flamear la bandera del arcoíris en su falansterio,
Alice Liddell pidiéndole a Charles Dodgson que le escriba un cuento,
Carl Marx curioseando un extraño libro para niños que está junto a su Manifiesto Comunista
en la vitrina de novedades de una librería en Liverpool Street,
Bakunin proponiendo colocar en las barricadas de Dresde cuadros de Murillo y de Rafael
en la idea de que los prusianos no tirarían contra ellos,
Mariano Melgarejo haciendo fusilar a su camisa,
Gerard de Nerval ahorcándose de una farola en el callejón más sucio de Paris
con las Elegías Romanas en un bolsillo,
Edmundo de Amicis comiendo madjun en Ceuta,
Friedrich Nietzsche abrazado a un caballo que estaba siendo maltratado
en la Plaza Carlos Alberto de Turín, pidiéndole perdón entre sollozos
en nombre de la humanidad,
Joan Salvat-Papasseit tosiendo sin parar delante de un anafe
mientras guarda madera en el Port Vell de Barcelona,
António Nogueira hablando de súbito en la lengua de Fernando Pessoa,
Antonio Machado llamando al director del instituto de Soria el domingo
diciéndole que había perdido el tren del lunes,
Louis Althusser negándose a besar a su abuela porque tenía bigotes y picaba,
Béhanzin I, emperador de Dahomey, vendiendo postales en Argel para sobrevivir,
Rafael el Gallo declarando en un periódico
que su casa y la de Alba siempre se han llevado muy bien,
Freddy Demuth llevando flores a su padre en el cementerio de Highgate,
Webster Thayer mandando a la silla eléctrica a un zapatero y un vendedor de pescado
cuyos nombres vivirán desde entonces en el corazón del pueblo,
Juan Acedo “el cachorro de Alora” recitando El Quijote de memoria,
Manoel Antonio viajando hacia sí mismo durante horas sin encontrar a nadie,
Germán Cueto escribiendo él solito un periódico lleno de noticias y catástrofes
que no habían sucedido,
Woody Guthrie cantando viejas melodías a los vendimiadores de California,
Robert Graves construyendo una casa en Deiá que llamará Ca N’Alluny,
Nicolás Franco quejándose de que algo debe ir rematadamente mal en España
cuando alguien de cualidades tan escasamente brillantes como su hijo
se convierte en el líder de una nación en guerra,
Ana María Martínez Sagi acariciando una foto de Elisabeth Mulder
dentro de un camión de la Columna Durruti,
Urania Mella condenada a muerte por llevar el apellido de su padre,
Miguel Alonso Somera enseñando a sus compañeros de trinchera
el poema que le acaban de publicar en la revista Nosotros,
Ana Ruiz preguntando en Collioure si faltaba mucho para llegar a Sevilla,
Denis Wiserova dibujando mariposas en las paredes de los barracones
del campo de concentración nazi de Terenzin,
Fernando Villalón pidiendo que le entierren con el reloj en marcha, 
Pedro Vallina abriendo un dispensario sanitario para los indios de la sierra de Oaxaca,
Matilde Landa lanzándose al vacío desde una ventana de la prisión de Palma,
Juan Ramón Jiménez sentado frente a Ezra Pound
en el manicomio de Santa Isabel en Washington,       
Rosa Lee Parks mirando por la ventana de un autobús Montgomery los campos de Alabama,
Roque Dalton suspirando por una patria que le había inventado el enemigo,
Ernesto Guevara de la Serna convertido en San Ernesto de la Higuera,
Luis Martín sentado delante de una cerveza en Leopoldville
pensando que se ha equivocado de bando
pero que en el bando bueno no pagan tan bien como en el malo,
Robert Grootveld disfrazado de payaso reventando los mítines de los políticos,
Neil Armstron bajando del Eagle en unos estudios donde se rueda
la llegada del hombre a la luna,
Assata Shakur levantándose a las cuatro de la mañana para ir a dar de desayunar
a los niños pobres de East Harlem en un local de los panteras negras,
Joao Bosco, bajo un arco iris de gloria y paz,
yendo a preguntar por dos mujeres que estaban siendo torturadas en la comisaria
de la misión de Ribeirao,
Pedro Casaldáliga hablando desde el púlpito de la catedral de Goîania
de nuestra falta de esperanza en ese Mundo Nuevo que debemos construir
y donde todos seremos hermanos,
Giusepe Pelosi reclamándoles a los carabinieri que lo han detenido en un Alfa Giulia GT
un anillo adornado con una piedra roja y la inscripción made in USA,
Ulrike Castenholtz escribiendo cartas de amor en español desde Colonia,
Traci Lords peinándose después de terminar su película número cien
antes de cumplir los dieciocho años,
Efraín Huerta despidiéndose de ese lienzo multicolor que es Guanajuato desde el Pipila,
Reinaldo Arenas acordándose de la playa de Marianao una noche de diciembre en New York,
Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes preguntándose en su lecho de muerte
quién es Cantinflas,
Arthur Bispo do Rosário cosiendo su Manto da Apresentaçao
para el día que ascendiera a los cielos,
Win Wenders percibiendo el murmullo entero del universo en el cielo de Berlín,
Uberto Stabile en la calle Orizaba recordando que una vez fue un estado soberano,
Joe Strummer llorando al ver a los marines escribir Rock the Kasbah
en las bombas que caerán sobre Iraq,
Bob Black trabajando en un libro que se llamará La abolición del trabajo,
Fatna Lazcano llenando de cempasúchil una escalera que sube al Chiquehuite,
Diego Frazao Torquato mojando con sus lágrimas el violín que toca
en el funeral de su maestro asesinado por las mafias de trata de menores,
Francisco Javier Guerrero reflexionando en la barra de un puticlub                                   
sobre las gambas que hay que comerse para llevar un plato de lentejas al pueblo,
Juan Bogado espolvoreando azúcar lustral sobre un sueño hecho de vientos,
Paco Cermeño alzando la vista para ver cómo ha crecido el pino del colegio
que plantó en Punta Umbría hace cuarenta años,
Antonio Orihuela abrazando a Pedro Orduna Serón antes y después de su muerte
y James Joseph tocando en los jardines de Vondelpark su Ghsts n Guitars
para todos nosotros,
fractales que se repiten a diferentes escalas,
algoritmos recursivos autosimilares
u horizontes cosmológicos de ondas semiesféricas
que se expanden hacia lo indiferenciado

porque a ese dios aburrido
le da igual que nos deshagamos en él
a través del camino medio, las siete vías,
el aikido, el tao, las nueve straatjes
o de un tiro en la sien.

Indiferente a su creación deja a las proyecciones
toda la responsabilidad de lo que quieran hacer

ser materia o energía, área o volumen,
bits o nats, cuadrado o cubo,

llevar uniforme o disfraces,
enfermar o permanecer sanos,
ser espirituales o materialistas,
amorosos o violentos

y también desplegar todas estas acciones
sobre múltiples escenarios, por ejemplo,
en una piedra achatada e irregular
que arde en su interior
y gira sobre sí a 1450 km/h
mientras se desplaza a 75.000 km/h
alrededor de una gigantesca bola de fuego,

una piedra que podría ser un jardín pero
donde el aire y el agua están contaminados,
los animales y las plantas enfermos
y la vida humana permanentemente amenazada
por guerras, hambrunas y violencias de todo tipo
que nosotros mismos hemos proyectado
imitando esa fuente primordial
de la que van saliendo y recogiéndose,
por muy sólidos que parezcan,
todos los seres sintientes,
todas las cosas generadas por la fuerza de miles de proyecciones
empeñadas en mantener la solidez de lo que llamamos realidad
y que en vez de tomar en su absoluta consistencia y estabilidad
habría que aprender a surfear,

surfear sobre la dominación y las ansias de poder,
sobre el temor y sobre la pasión,
sobre la propiedad y los apegos,
sobre el trabajo y la explotación,

surfear sobre una mota de polvo en un rayo de luz,
surfear sobre el mullido asiento de la bicicleta,
surfear sobre la esponjosa suavidad del césped de los parques,

aquí, ahora, en todas las formas caprichosas
de lo que un dios se entretuvo un instante en crear,

surfear
sobre este soplo
que no volverá.



Antonio Orihuela. El amor en los tiempos del despido libre. Ed. Amargod, 2014 (en prensa)

2 comentarios:

  1. Pero seguir surfeando, por los mares de la luna, con las lágrimas que caen del cielo y dicen, dicen,
    Take on me
    take on me
    aún nos lloran
    pa que bailemos
    cada uno en su noche
    iluminada
    http://www.youtube.com/watch?v=tlp0n_CitPI

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  2. ¡Qué buenísimo, Antonio!; y así, tan bueno, se t hace hasta corto.
    ¡ENHORABUENA!

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