Un dios aburrido proyecta imágenes de sí
para pasar el rato
y crea el mundo de las apariencias
con las diez mil cosas dentro de él,
incluida una profecía Hopi
que dice que el mundo tocará a su fin
cuando la gente se comunique
a través de trozos de cristal
en una invisible red de araña.
El dios aburrido, como un niño caprichoso
que al rato abandona los juguetes que le
acaban de regalar,
se olvida pronto de lo que ha hecho
pero las proyecciones siguen ahí,
desplegándose y plegándose alrededor de él,
dándose a sí mismo forma con ellas,
creyéndose nubes, copos de nieve, semillas,
montañas, costas,
dinosaurios, pájaros, gatos,
gurús, apicultores, herreros,
sueños que no saben que son el sueño de un
soñador
que se da forma a sí mismo con los sueños que
sueña,
hologramas que producen la ilusión de otros
hologramas:
Xu You lavándose los oídos al borde del
Yangtsé,
Marco Antonino de expedición contra los
partos,
Pablo de Tarso organizando la empresa más
vieja del mundo,
Marco Valerio Marcial quejándose de que
Andremón
fuera más conocido que él en el Imperio,
Bodhidharma cruzando las aguas del
Changjiang sobre una caña,
Ibn al Shamir adivinando por cuál de las
puertas de su aposento
va a salir Abd el Rahman II,
Ahmad Ibn Hadidi solicitando a Alá la
recompensa ultraterrena
por haberle levantado una mezquita en
Toledo,
John Ball gritando desde el cadalso Omnia sunt communia,
Alfonso V de Aragón autorizando al conde
don Juan Egipto Menor a pelegrinar a Santiago,
Es Saheli el granadino construyendo la
mezquita de Djinguereber en Tombuctú,
Sandro Boticcelli pintando la figura de
Jacopo Pazzi
en la fachada del Palazzo Vecchio de
Florencia,
Cristobal Colón anotando en la primera
hoja de su diario que pasa
junto a las ruinas de Saltés camino de
Canarias,
Giovanni Ramusio escribiendo sobre
navegaciones y viajes que fueron de otros,
Lázaro Pérez alcanzando la iluminación
gracias a un verraco de piedra sobre el Tormes,
Zumbi llamando a la resistencia cimarrona en
el quilombo de los Palmares,
Giacomo Gastaldi dibujando el primer mapa de
la ciudad de Montreal,
El Duque de Lerma comprando casas en
Valladolid antes del traslado de la Corte,
Baruch Spinoza excomulgado y expulsado por
los judíos askenazíes de Ámsterdam,
Goethe en el despacho de Schiller mareado por
el olor de una manzana,
Francisco de Goya pintando el tiempo en un
sombrero lleno de velas,
José María el Tempranillo vestido de
comandante
del Escuadrón Franco de Protección y
Seguridad Pública de Andalucía,
Charles Fourier haciendo flamear la bandera
del arcoíris en su falansterio,
Alice Liddell pidiéndole a Charles Dodgson que
le escriba un cuento,
Carl Marx curioseando un extraño libro para
niños que está junto a su Manifiesto
Comunista
en la vitrina de novedades de una librería en
Liverpool Street,
Bakunin proponiendo colocar en las barricadas
de Dresde cuadros de Murillo y de Rafael
en la idea de que los prusianos no tirarían
contra ellos,
Mariano Melgarejo haciendo fusilar a su
camisa,
Gerard de Nerval ahorcándose de una farola en
el callejón más sucio de Paris
con las Elegías
Romanas en un bolsillo,
Edmundo de Amicis comiendo madjun en Ceuta,
Friedrich Nietzsche abrazado a un caballo que
estaba siendo maltratado
en la Plaza Carlos Alberto de Turín,
pidiéndole perdón entre sollozos
en nombre de la humanidad,
Joan Salvat-Papasseit tosiendo sin parar
delante de un anafe
mientras guarda madera en el Port Vell de
Barcelona,
António Nogueira hablando de súbito en la
lengua de Fernando Pessoa,
Antonio Machado llamando al director del
instituto de Soria el domingo
diciéndole que había perdido el tren del
lunes,
Louis Althusser negándose a besar a su abuela
porque tenía bigotes y picaba,
Béhanzin I, emperador de Dahomey, vendiendo
postales en Argel para sobrevivir,
Rafael el Gallo declarando en un periódico
que su casa y la de Alba siempre se han
llevado muy bien,
Freddy Demuth llevando flores a su padre en
el cementerio de Highgate,
Webster Thayer mandando a la silla eléctrica
a un zapatero y un vendedor de pescado
cuyos nombres vivirán desde entonces en el
corazón del pueblo,
Juan Acedo “el cachorro de Alora” recitando El Quijote de memoria,
Manoel Antonio viajando hacia sí mismo
durante horas sin encontrar a nadie,
Germán Cueto escribiendo él solito un
periódico lleno de noticias y catástrofes
que no habían sucedido,
Woody Guthrie cantando viejas melodías a los
vendimiadores de California,
Robert Graves construyendo una casa en Deiá
que llamará Ca N’Alluny,
Nicolás Franco quejándose de que algo debe ir
rematadamente mal en España
cuando alguien de cualidades tan escasamente
brillantes como su hijo
se convierte en el líder de una nación en
guerra,
Ana María Martínez Sagi acariciando una foto
de Elisabeth
Mulder
dentro de un camión de la Columna Durruti,
Urania Mella condenada a muerte por llevar
el apellido de su padre,
Miguel Alonso Somera enseñando a sus
compañeros de trinchera
el poema que le acaban de publicar en la
revista Nosotros,
Ana Ruiz preguntando en Collioure si
faltaba mucho para llegar a Sevilla,
Denis Wiserova dibujando mariposas en las
paredes de los barracones
del campo de concentración nazi de
Terenzin,
Fernando
Villalón pidiendo que le entierren con el reloj en marcha,
Pedro Vallina abriendo un dispensario
sanitario para los indios de la sierra de Oaxaca,
Matilde Landa lanzándose al vacío desde una
ventana de la prisión de Palma,
Juan Ramón Jiménez sentado frente a Ezra
Pound
en
el manicomio de Santa Isabel en Washington,
Rosa
Lee Parks mirando por la ventana de un autobús Montgomery los campos de
Alabama,
Roque Dalton suspirando por una patria que le
había inventado el enemigo,
Ernesto Guevara de la Serna convertido en San
Ernesto de la Higuera,
Luis Martín sentado delante de una cerveza en
Leopoldville
pensando que se ha equivocado de bando
pero que en el bando bueno no pagan tan bien
como en el malo,
Robert Grootveld disfrazado de payaso
reventando los mítines de los políticos,
Neil Armstron bajando del Eagle en unos
estudios donde se rueda
la llegada del hombre a la luna,
Assata Shakur levantándose a las cuatro de la
mañana para ir a dar de desayunar
a los niños pobres de East Harlem en un local
de los panteras negras,
Joao Bosco, bajo un arco iris de gloria y
paz,
yendo a preguntar por dos mujeres que estaban
siendo torturadas en la comisaria
de la misión de Ribeirao,
Pedro Casaldáliga hablando desde el púlpito
de la catedral de Goîania
de nuestra falta de esperanza en ese Mundo
Nuevo que debemos construir
y donde todos seremos hermanos,
Giusepe Pelosi reclamándoles a los
carabinieri que lo han detenido en un Alfa Giulia GT
un anillo adornado con una piedra roja y la
inscripción made in USA,
Ulrike Castenholtz escribiendo cartas de amor
en español desde Colonia,
Traci Lords peinándose después de terminar su
película número cien
antes de cumplir los dieciocho años,
Efraín Huerta despidiéndose de ese lienzo
multicolor que es Guanajuato desde el Pipila,
Reinaldo Arenas acordándose de la playa de
Marianao una noche de diciembre en New York,
Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes
preguntándose en su lecho de muerte
quién es Cantinflas,
Arthur Bispo do Rosário cosiendo su Manto da Apresentaçao
para el día que ascendiera a los cielos,
Win Wenders percibiendo el murmullo entero
del universo en el cielo de Berlín,
Uberto Stabile en la calle Orizaba recordando
que una vez fue un estado soberano,
Joe Strummer llorando al ver a los marines
escribir Rock the Kasbah
en las bombas que caerán sobre Iraq,
Bob Black trabajando en un libro que se
llamará La abolición del trabajo,
Fatna Lazcano llenando de cempasúchil una
escalera que sube al Chiquehuite,
Diego Frazao Torquato mojando con sus
lágrimas el violín que toca
en el funeral de su maestro asesinado por las
mafias de trata de menores,
Francisco
Javier Guerrero reflexionando en la barra de un puticlub
sobre las gambas que hay que comerse para
llevar un plato de lentejas al pueblo,
Juan Bogado espolvoreando azúcar lustral
sobre un sueño hecho de vientos,
Paco Cermeño alzando la vista para ver cómo
ha crecido el pino del colegio
que plantó en Punta Umbría hace cuarenta
años,
Antonio Orihuela abrazando a Pedro Orduna
Serón antes y después de su muerte
y James Joseph tocando en los jardines de
Vondelpark su Ghsts n Guitars
para todos nosotros,
fractales que se repiten a diferentes
escalas,
algoritmos recursivos autosimilares
u horizontes cosmológicos de ondas
semiesféricas
que se expanden hacia lo indiferenciado
porque a ese dios aburrido
le da igual que nos deshagamos en él
a través del camino medio, las siete vías,
el aikido, el tao, las nueve straatjes
o de un tiro en la sien.
Indiferente a su creación deja a las
proyecciones
toda la responsabilidad de lo que quieran
hacer
ser materia o energía, área o volumen,
bits o nats, cuadrado o cubo,
llevar uniforme o disfraces,
enfermar o permanecer sanos,
ser espirituales o materialistas,
amorosos o violentos
y también desplegar todas estas acciones
sobre múltiples escenarios, por ejemplo,
en una piedra achatada e irregular
que arde en su interior
y gira sobre sí a 1450 km/h
mientras se desplaza a 75.000 km/h
alrededor de una gigantesca bola de fuego,
una piedra que podría ser un jardín pero
donde el aire y el agua están contaminados,
los animales y las plantas enfermos
y la vida humana permanentemente amenazada
por guerras, hambrunas y violencias de todo
tipo
que nosotros mismos hemos proyectado
imitando esa fuente primordial
de la que van saliendo y recogiéndose,
por muy sólidos que parezcan,
todos los seres sintientes,
todas las cosas generadas por la fuerza de
miles de proyecciones
empeñadas en mantener la solidez de lo que
llamamos realidad
y que en vez de tomar en su absoluta
consistencia y estabilidad
habría que aprender a surfear,
surfear sobre la dominación y las ansias de
poder,
sobre el temor y sobre la pasión,
sobre la propiedad y los apegos,
sobre el trabajo y la explotación,
surfear sobre una mota de polvo en un rayo de
luz,
surfear sobre el mullido asiento de la
bicicleta,
surfear sobre la esponjosa suavidad del
césped de los parques,
aquí, ahora, en todas las formas caprichosas
de lo que un dios se entretuvo un instante en
crear,
surfear
sobre este soplo
que no volverá.
Antonio Orihuela. El amor en los tiempos del despido libre. Ed. Amargod, 2014 (en prensa)
Pero seguir surfeando, por los mares de la luna, con las lágrimas que caen del cielo y dicen, dicen,
ResponderEliminarTake on me
take on me
aún nos lloran
pa que bailemos
cada uno en su noche
iluminada
http://www.youtube.com/watch?v=tlp0n_CitPI
¡Qué buenísimo, Antonio!; y así, tan bueno, se t hace hasta corto.
ResponderEliminar¡ENHORABUENA!