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viernes, 13 de febrero de 2015

EL CIELO





Tengo 17 años,
te miro con las manos en los bolsillos
en una calle cerca del puerto de Valencia,

estoy de paso.

Tengo 17 años,
te digo que me gustas
y al instante, por primera vez,
siento que me divido en dos,

estoy de paso.

Tengo 17 años,
tatuamos nuestro amor en un naranjo
su sangre huele a azahar,

estoy de paso.

Tengo 17 años,
tus aretes son cruces visigodas
que aún conservo,

estoy de paso.

Tengo 17 años,
vistes una blusa blanca
que deja ver la hermosa transparencia
de tus pezones rosados,

estoy de paso.

Tengo 17 años,
amanece a tu lado
por un ojo de buey a través del que se ve
la catedral de Palma,

estoy de paso.

Tengo 17 años,
caminamos abrazados por la calle Llums
felices por haber comprado velas y caramelos,

estoy de paso.

Tengo 17 años,
jugamos al escondite entre la calle Canguil y Llences,

estoy de paso.

Tengo 17 años,
en una terraza de Dalt Murada
una señora te habla en sueco
y todos nos echamos a reír,

estoy de paso.

Tengo 17 años,
ceno contigo en un chino del carrer del Mar
y a los postres tú me llamas heladito frito,

estoy de paso.

Tengo 17 años,
un mediodía de sol
entramos por Miracle a la plaza Mayor
y busco entonces tu mano
para no salirme del mundo,

estoy de paso.

Tengo 17 años,
estamos sentados en un balcón
de la segunda planta del hotel Ses Meravelles,
tú fumas maría y me preguntas
si ese barco entra o sale de la bahía,

estoy de paso.

Tengo 17 años,
estamos en la playa, el mar, las gaviotas,
tú me diriges un puñado de preguntas
para las que las únicas respuestas
son el mar, las gaviotas.

Tengo 17 años,

estoy de paso,
no me dejes pasar.


Antonio Orihuela. El amor en los tiempos del despido libre. Ed. Amargord, 2014
Fotografía de Juan Sánchez Amorós

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