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martes, 14 de abril de 2015

5 poemas de A VIVA MUERTE de DAVID TRASHUMANTE






LA CITA

Siéntate ya a contemplar la muerte.

Antonio Gamoneda


No apagaré mi cigarro sobre el cenicero impoluto,
no correré la silla ni soplaré el polvo del escritorio,
no tocaré la comida humeante del plato
ni usaré los cubiertos, mucho menos
el lavabo para lavarme las manos
ni miraré por la ventana para apreciar las vistas,
no tiraré de la cadena de la cisterna,
no me ducharé, por tanto, no me secaré
ni pulsaré el botón del spray del desodorante,
no doblaré la ropa ni ordenaré mi cuarto ni los libros
siquiera abriré o cerraré los cajones del dormitorio,
no haré la cama, no buscaré bajo ella los zapatos,
no me miraré en el espejo de la entrada,
no abriré la puerta ni bajaré las escaleras,
no moveré un dedo, no daré un solo paso,
y, aún así, no llegaré tarde a

la cita.



*


ME MUERO


Me muero

Luis Buñuel,
antes de expirar

Me muero.
(alguien deja la ventana abierta y el niño come naranjas)
Me muero.
(una mano sujeta la mía entre las ruinas mientras siguen cayendo los misiles)
Me muero.
(una mariposa se posa sobre mí, enamorada de mis iris quietos)
Me muero.
(siento mis pies rígidos como ladrillos, listos para engrosar el gran muro)
Me muero.
(sorda por los mosquitos se queda la ciénaga)
Me muero.
(pero fue el diagnóstico meses antes el que acabó conmigo)
Me muero.
(mi cerebro segrega hormonas eternas, siento arder un fuego)
Me muero.
(se aleja la Mamba Negra, mi machete tiembla clavado sobre la tierra)
Me muero.
(quiebra mis costillas alguien que intenta reanimarme)
Me muero.
(una lágrima resbala por mi mejilla, la enluce como el barro)
Me muero.
(mis venas son neones en la noche sublimadas por un chute)
Me muero
(alguien me suplica quédate papá aquí conmigo)
Me muero.
(soy un amasijo de carne entre los hierros, suena el claxon)
Me muero.
(arriba queda el temporal, mi cuerpo se hace marea de lo profundo)
Me muero.
(los ojos de mi asesino se me clavan más que su cuchillo)
Me muero.
(alguien me dice que me quiere mientras desconectan la máquina que me mantenía vivo)
Me muero.
(me arde el pecho, la acera es un tobogán negro por donde resbalan sombras de niños)
Me muero.
(no sé cómo decir adiós en el idioma de la traqueotomía)
Me muero
(una hiedra espinosa se enrosca a mi columna más rápida que el trueno)
Me muero.
(no llegan mis brazos alzados al otro lado del océano)
Me muero.
(mi cuerpo suda hielo a los pies de mi verdugo)
Me muero.
(huelo el amor de la mañana con mi cara hundida en el huerto)
Me muero.
(disparo al aire mientras me arrodillo, escapa mi enemigo)
Me muero.
(y yo sin hacer la cama, quién limpiará mañana esta casa)
Me muero.
(qué rápido ha dibujado el suelo la caída abajo del puente)
Me muero.
(mi último suspiro sabe a uno de sus besos)
Me muero.
(dejo toda mi riqueza a los cuervos de mis hijos)
Me muero.
(un haz luminoso se abre desde mi ombligo, a través de los cartones, hasta el cielo)
Me muero.
(muerto en vida dentro de la celda al fin correré libre por las galerías)
Me muero
(un sauce me cierra los párpados con sus hojas)
Me muero.
(me duerm...)


*



FRESA ÁCIDA

Nada sino la muerte.

Jane Austen
Fue a los 9 años que entendí
que algún día me moriría.

Mascaba un chicle de fresa ácida,
regresaba del colegio.

Pensé en que el tiempo pasaría,
en que iría perdiendo el sabor,
me haría viejo.

Sentí que yo dejaría de ser yo,
y que todo lo que hubiera
dicho o hecho a lo largo de mi vida
daría igual.

El chicle rechinaba entre mis dientes
como una flema insípida y al escupirla
pensé en el alma y en eso
que me decían de que al morir
uno se va al cielo si ha sido bueno.

Pero si yo dejaba de ser yo
¿Qué más daba a dónde fuera?
Aquel chicle sin duda me había dado
todo su sabor y ahora yacía
aplastado contra el suelo.

Comencé a llorar y seguí haciéndolo
todo el camino hasta casa.

Cuando llegué le conté a mi madre
de mi trance metafísico,
ella no supo como consolarme,
pues la misma cuestión le afligía
profundamente
y se le humedecieron los ojos.

Lo mismo le pasó a mi hermana y a mi padre.

Entonces, no pudiendo soportar
ver a mi familia
sufrir de esa manera, saqué
mi bolsa de chicles y les ofrecí.

Y allí nos quedamos sentados,
mascando aquellos chicles
que, desde entonces,
solo me saben a nada.


*



MEMENTUM MORI

(…) Algún día
se pondrá el tiempo amarillo
sobre mi fotografía.

Miguel Hernández


Un diente de leche,
unas zapatillas de danza,
una medalla oxidada,
un frasco con tierra roja,
o renacuajos de río,
un caramelo, una bola loca,
un cromo de fútbol,
un patito de goma,
una diadema azul,
un libro de vacaciones Santillana,
un monopatín o mejor una bicicleta,
un walkitalki, una pistola de agua,
un murciélago o una lagartija
o unos gusanos de seda,
una canica o un trozo de cuarzo,
una canción de Nino Rota
silbada, siempre silbada.

Algo, por favor, lo que sea, algo
que me devuelva de nuevo a la infancia
antes de morir.


*



LA REENCARNACIÓN

Mantened la sangre fría hermanos.

Malcom X

Morí bajo el látigo abrasador de Amón Ra
por no querer arrastrarme más
sin beber un poco de agua.

Morí desangrada a manos de mi padre
por negarme al derecho de pernada de su señor.

Morí en la hoguera por tener fe
en la ciencia y en el saber o por ser bruja, por ser.

Morí en la playa bajo los truenos
de aquellos dioses de plata que llegaron
en casas flotantes y que montaban sobre
enormes cerdos.

Morí colgado del palo mayor,
extraña fruta en agraz,
por romper las cadenas de aquel barco negrero.

Morí ensartado por una bayoneta tomando La Bastilla
y semanas después, también morí dentro de mi madre
cuando le cortó la cabeza la guillotina.

Morí gritando viva Atahualpa, gritando viva Tupac Amaru,
gritando viva Simón Bolivar y viva Zapata, cabrones,
antes de que al galope me desmembraran vivo dos caballos.

Morí electrocutado en los vestuario de aquel estadio,
boqueando dentro de una bolsa en un oscuro calabozo,
enterrado vivo en una cuneta después de cavar mi fosa.

Morí acribillado a tiros en la Plaza de Tian'anmen, en Amritsar,
en Katyn, en Tlatelolco, en Badajoz, en Lonmin, en Vitoria,
en Casas Viejas, en Napalpí, en Guinea, en Zemla, en Génova, en Tahrir...

Morí de hambre por ser Armenio, por ser Kurdo, por ser Palestino,
por ser disidente cubano, tibetano, ucraniano, gitano o Mapuche.

Morí lapidada por querer a otro hombre,
morí desfigurada con ácido por mi pelo suelto,
violada por querer estudiar, acuchillada por querer votar.

Morí apaleado por la policía en cualquier parte del mundo,
desaparecido en Chiapas por militares sin insignias,
torturado en Guantánamo, condenado a la horca en Chicago.

Morí en mayo y en cualquier otro día,
morí por la heroína guiando al pueblo,
roto en mil pedazos por cañones de agua
en una sentada pacífica.

Morí carbonizado frente a la sucursal bancaria,
arrojado al vacío desde el balcón de mi casa desahuciada,
morí de pena, morí con rabia, morí en la jungla
a machetazos contra las máquinas de acero
que me obligaban a abandonar mi pueblo.

Morí de un tiro en la nuca
la única forma de hacerme olvidar las razones
por las que me negaba a ponerme de rodillas.

Morí tantas veces
que tengo la piel en carne viva de reencarnarme
y parece que nunca llegará el día
en que viva en un Mundo Nuevo y viva
para contarlo.


AUDIO: http://davidtrashumante.bandcamp.com/track/la-reencarnaci-n





David Trashumante.  A viva muerte . Baile del Sol, 2014


1 comentario:

  1. Repetitivo y formulaico. Pierde el impacto de su intención comprometida (suponemos) por el puro aburrimiento que genera. Nadie le ha dicho que no se puede abusar así de la repetición sintáctica? Que no se puede ser taaaan sumamente plasta?
    En fin. Voces del Extremo merece algo más.

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