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miércoles, 20 de julio de 2016

EL CAMINO DEL BODHISATTVA



Contexto.
"En una carta que Juan Ramón Jimenez le escribe de Riverdale, Maryland, a una poeta de Madrid, le dice: «De pronto, el año pasado, gran año para mí, al poner el pie en el estribo del coche, aquí en Riverdale, camino de New York, camino de la Argentina, lo sentí, es decir, lo vi, lo oí, lo olí, lo gusté, lo toqué. Y lo dije, lo canté en el verso que él me dictó. Eso es todo."


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EL CAMINO DEL BODHISATTVA

Sentado sobre el tronco invisible de la casa de Riverdale,
en sucesión de verdes, rojos y amarillos
las hojas avientan una voz que dice
que los chopos son eternos y permanentes

y otra voz
que una plaga arrasó con ellos hace mucho.

Mi hermano me confirma
que los chopos que existen y los chopos que no existen
son los mismos chopos
en su necesidad los unos de los otros.

Gira la rueda, ideal cine interior,
como una cinta sin fin
que se desenrolla hacia atrás
y pisa el poeta el estribo del coche
que lo lleva a la Argentina
como si pisara aquel otro
que lo llevó un día al puerto de Santa María
como piso yo el asfalto de esta calle
en el 4310 de Queensbury road
mientras piso los adoquines de Moguer

porque ambas pisadas están vacías
más allá del juego de la mente
que insiste en su existencia

componiendo, generando, percibiendo

Washington bridge,
puente de las Brujas,
colina de los Chopos,
cuesta de la Pila,
Molino de Viento,
Alhambra Circle,
calle Nueva,
calle Escribanos,

entramos, salimos
y seguimos dentro.


Antonio Orihuela. en Moguer. Cuadernos de Roldán. 2015

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