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domingo, 21 de agosto de 2016

LA LUCHA CONTINÚA


                             

                              A mi padre


I. Desde la memoria del mundo


Desde el cerebro del primer homínido

que tuvo conciencia solidaria
cuando vio en peligro a otro ser vivo
y trató de socorrerlo,
la lucha continúa.

Desde el pensamiento de los antiguos
que imaginaron mundos liberados
y soñaron paraísos sin explotación
ni jerarquías de clases,
la lucha continúa.

Desde la organización igualitaria
de uniones fraternas
para combatir la opresión y el abuso
de nuestros irmandiños,
la lucha continúa.

Desde el avance de la ciencia
y la liberación del pensamiento
que ilustraron el progreso
de un mundo mejorado,
la lucha continúa.

Desde el recuerdo de los terrores
impuestos por los poderes de los estados,
de las dictaduras, de los imperios, de las cruzadas,
de los genocidios y de todas las guerras padecidas,
la lucha continúa.

Desde la teoría y la práctica
de una revolución profunda
que no practique métodos
iguales a los que combate,
por la esperanza,
la lucha continúa.

 

II. Desde 1936


Desde la memoria de la licenciada y archivera
Juana Capdevielle, esposa del gobernador
republicano Francisco Pérez Carballo,
y de la maestra Mercedes Romero Abella,
esposa del socialista Francisco Mazariegos,
que en 1936 fueron secuestradas en Coruña,
tras ser fusilados sus maridos,
y aparecieron asesinadas
en una cuneta de la España de Franco,
contra la barbarie,
la lucha continúa.

Desde la memoria del editor Ánxel Casal,
alcalde galleguista de Santiago de Compostela,
detenido en una aldea de Arzúa
y paseado en una curva de Cacheiras,
que algún día florecerá con los libros
quemados y nonatos,
contra la incultura,
la lucha continúa.

Desde la memoria de la familia socialista Bilbatúa
y de la familia comunista Araújo Conde
(un miembro de la cual apareció paseado
con la lengua cortada y metida en un bolsillo),
diezmadas en las masacres de Vigo
que llenaron de sangre el Cabo Silleiro,
el cementerio de Cabral y la curva de Puxeiros,
contra la intolerancia,
la lucha continúa.

Desde la memoria de Alexandre Bóveda,
fusilado en el alto del monte de A Caeira,
y que antes de morir escribió
que solamente “Quise hacer bien,
trabajé por Pontevedra, por Galicia y por la República
y que lo condenaba “el equivocado juicio de los hombres
(que yo perdono y todos debéis perdonar)”,
contra la violencia,
la lucha continúa.

Desde la memoria de la familia exterminada
del comunista Benigno Álvarez,
o de la conciencia de Marcial Valente,
un derechista cristiano que se negó
a participar en las sacas y paseos de Ourense,
por lo que fue detenido y arrestado,
pero a quien nunca se pudo encarcelar
la germinal poesía de la dignidad
que había de brotar en un hijo suyo,
contra la represión,
la lucha continúa.

Desde la memoria del albañil anarquista
Luís Souto Neira,
mutilado y asesinado en Lugo,
o del médico masón Rafael de Vega Barrera,
acusado por la envidia
y fusilado por el terrorismo de estado,
contra la insidia,
la lucha continúa.

Desde la memoria de las mujeres y hombres
asesinados en la matanza de Montecubeiro
y en las masacres de A Guarda y de Tui,
que llenaron de sangre toda la tierra
entre la montaña y el mar,
o en la redada Brandariz, tramada para acabar
con los círculos ácratas de la Galicia libertaria,
contra el odio,
la lucha continúa.

Desde la memoria de los huidos
por los montes y por los mares
y de los escondidos
en las cuevas clandestinas
que se opusieron a la tiranía,
y que cayeron acosados,
contra la opresión,
la lucha continúa.

Desde la memoria de los obreros
Amador Rey y Daniel Niebla,
abatidos a balazos
por la policía franquista
cuando reclamaban mejoras salariales
en el Ferrol del patrón de la patronal,
contra la injusticia,
la lucha continúa.

Desde la memoria de cada acto
de guerra y de posguerra,
de tortura, de censura,
de depuración, de exilio,
de humillación y de olvido
padecidos por los que sufrieron,
sufrimos y sufrirán todavía el mal
de mil novecientos treinta y seis,
la lucha continúa.

III. Desde la solidaridad


Desde el corazón amoroso
de un joven y de una joven
que no pueden amarse felices
sin hacer algo por aquellos
que sufren la tortura y la cárcel
tan solo por el color de sus ideas,
porque non quieren sentir mientras se besan
abriendo la boca con furia como otros
la están abriendo en tantos sitios
para gritar de dolor con igual furia,
y que deciden con las manos cogidas
militar en una lucha solidaria
con el fin de que la fuerza de este amor
que les transformó la vida
sirva también para cambiar el mundo,
aunque sea un poco,
la lucha continúa.

Desde el corazón abierto
de la joven que dio clase gratuita
a los inmigrantes africanos
a los que nadie quería alquilar vivienda
y que se horrorizó cuando supo
que antes del confinamiento en la frontera
y de ver morir amigos y parientes
en el naufragio interminable de las pateras
alguno había bebido orines sediento en el deserto,
para siempre, en mestizaje,
la lucha continúa.

Desde el corazón herido
de la niña que no se vio discriminada,
pero que vio discriminar a otras,

de la mujer que luchó por los derechos

que ella tuvo para otras,
de la feminista primero incomprendida,
luego mal asumida pero bien utilizada
por otros y por otras que no luchan,
pese a la guerra doméstica y sin reglas
que mata más mujeres que otras guerras
regladas por las convenciones de los hombres,
de la sabia que sabe que el abuso patriarcal
no remata con la ley y que por eso
la lucha continúa.

Desde el corazón puro y micetal
del amigo de las algas y de los helechos
que creció sintiendo el bosque en su pecho
y a quien se le queman los pulmones
cada vez que arde un monte,
que recicla, clasifica y reutiliza
como una hormiga horrorizada
por la agresión constante al medio ambiente
y por el maltrato a tantos seres vivos,
contra toda ambición antiecológica,
contra todo divertimento cruel o ecocida,
la hormiga verde va cambiando
el mundo poco a poco porque siempre,
como la lluvia, implacable para ella
la lucha continúa.

Desde el corazón nómada y viajero
sobre la traza del agua y del deseo
contra la espada de las estirpes,
que procura un lugar de lengua libre
en la que el cuerpo sea la medida justa
de todas las cosas sedentarias,
porque abuela y nieta hicieron para siempre
el pajar sin lindes por la era en el viento
que tiró cancillas y rompió fallebas
hasta alcanzar el lugar sin lugar de los sin poder,
de los que aman y no heredan,
de los que viajan por la vida liberada
más allá de fronteras y de estados,
la lucha continúa.

Desde el corazón generoso
de los que saben que no hay más caminos
para la paz que los de la paz misma
y que es preciso ejercer con valor
la no violencia ante toda diferencia
de ideas, de raza, de clase, de sexo
e incluso de reino natural o de universo,
porque la paz solo por la paz es posible,
pero precisamente para lograrla,
más que nunca,
la lucha continúa.

IV. Desde la conciencia


Desde el arrepentimiento
del asesino católico y fascista
que escucha cada día las súplicas
de las víctimas de su vesania homicida
durante cuarenta años tristemente
triunfales y confiesa con horror
los crímenes cometidos y vota
cuando llega la democracia
por el bando de los vencidos,
por la rehumanización,
la lucha continúa.

Desde la duda de la burócrata
que siempre estuvo al servicio del poder
sin preguntarse nada
y que un día vacila porque pensó
por vez primera o conoció a alguien,
y comienza a interrogarse sobre lo que sentiría
si no colaborase con la corrupción reinante
y ganase personal y limpiamente
su derecho a vivir,
por la dignidad,
la lucha continúa.

Desde la ruptura del descendiente
de los opresores o de los explotadores,
que quiere ser por ser el mismo
y ser hijo tan solo de su conciencia,
y sin renunciar a afectos naturales
se opone al mundo dado y lo denuncia
porque sabe que sus seres queridos
son también esclavos del poder que detentan,
por la verdad,
la lucha continúa.

Desde la toma de conciencia
de la adolescencia insolidaria
que no le afecta el mundo
y que no piensa, egoísta
que cree que solo interesa
lo que cree que le interesa,
pero que una noche se percata
de lo que pasó y pasa en su casa,
y en el país y en el mundo,
y deja de ignorarlo todo
y de ver y juzgar a los otros
en función de sus intereses
primarios e inmediatos,
y aunque decide dormir
y no madurar por el momento,
no sabe que justamente en los sueños,
por el humanismo,
la lucha continúa. 

 

V. Desde mí


Desde la memoria de mi padre,
mi mejor amigo y camarada,
amasado en la bondad natural de la inocencia
y en el más generoso humanismo proletario
forjado en las malditas cárceles de Franco
y en la firme dignidad de vivir incorruptible
noventa y cuatro años desde el mismo frente,
por supuesto popular.
Queriendo saber ser su hijo
ya desde la libre republiquilla de la infancia
que fue nuestra casa resistente,
la lucha continúa.

Desde mi compromiso adolescente,
desde aquella luchilla clandestina,
desde esta misma nuca aporreada,
desde todas las huelgas malgastadas,
desde tanta manifestación deshecha,
desde aquellas pancartas mal aviadas,
desde mis escritos censurados,
desde aquella juventud derramada
con la que sigo concordando como siempre,
la lucha continúa.

Desde el desencanto y el repudio
de las prácticas innobles comisarias,
de las listas de compañeros fusilables,
de la violencia latente y aflorada,
de las nóminas de afectos y excluidos,
de la corrupción de los siempre aprovechados,
de los cínicos sirviéndose a sí mismos,
de los hipócritas que fingieron y no fueron,
de los que no querían más que un podercillo,
con la misma decepción, pero con otra luz
todavía más lúcida,
la lucha continúa.
 
Desde la poesía para la vida,
desde el estudio por el conocimiento,
desde la memoria contra la muerte,
desde el triple compromiso del erotismo,
de la investigación y del recuerdo,
presente, futuro y pasado
en el que entregué y entrego mi cuerpo
pensante y la pasión de mi mente,
siempre, por los tres amores,
la lucha continúa.

Desde la libre unión en unión libre
por un mundo integral y multiétnico
en avanzada abierta, radical y libertaria,
con raíces, porque las tenemos,
pero sin fronteras, porque no las queremos,
y por el diálogo de las personas y de las ideas,
de las artes y de las ciencias de vanguardia,
de la recuperación viva de la memoria muerta,
con la paz como único camino y con el amor
como único vehículo, si no cambiando el mundo,
impidiendo por lo menos que el mundo que no cambia
no nos cambie a nosotros la vidilla liberada,
la lucha continúa.

Porque desde el libre amor que os tengo
la lucha continúa, compañeras, la lucha continúa,
y desde el libre amor que os deseo,
la lucha continúa, compañeros, la lucha continúa.
Porque precisamente amamos y recordamos,
porque precisamente queremos,
la lucha continúa.


(De A loita continúa, Vigo, Xerais, 2004)



Claudio Rodríguez Fer. Anarquista o nada. Ed. Amargord, 2016

Composición pictórica de Matilde Granado Belvis 

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