La Antropología Social es una
disciplina que en sus inicios, desde finales
del siglo XIX, se centró casi exclusivamente en el estudio de las sociedades
que entonces llamaron 'primitivas'. Hablamos de comunidades poco o nada
capitalizadas en las que los investigadores occidentales no pudieron quedar
indiferentes ante la diversidad de formas de trueque y don, sexualidades,
chamanismo, narratividad mítica.
Esa fascinación y reconocimiento en un
Otro extremado es un movimiento que ha acorralado a la Modernidad casi desde
sus inicios, como un síntoma inevitable. Múltiples escritores se lamentarían,
ya desde el romanticismo, de la frialdad del mundo moderno que había abandonado
el mito. Los vanguardistas partirían del “arte primitivo”. Weber habló
del desencantamiento del mundo moderno; Freud encendió la caja de los truenos;
Nietzsche había reventado el moralismo positivista y sus retoños postmodernos,
harían el resto. Hasta la fecha, se han ido sucediendo las voces que han ido
reconociendo esa parte impulsiva y común de lo humano que la cultura occidental
había intentado dejar de lado sin éxito.
Dicha fascinación hacia ese Otro
extremado que rompe las costuras de nuestros códigos no puede sino mantenerse.
Ante la creciente comercialización de lo alterno convertido, por ejemplo, en
producto turístico, ese impulso común sobrevive en rincones excepcionales
dentro de amplios campos culturales como son el arte contemporáneo, el jazz,
los cantes populares, el teatro, el arte callejero...
Hay que irse al extremo, tocar el caos
y volver trasformado para contar esa parte irrenunciable de nosotros, imbuido
en algo intempestivo. Alguien que ha vuelto y nos lo cuenta es Francisco
Contreras, “Niño de Elche”. En su música, habla el pensamiento cortante que es
el verso. Desgarra la jaula de hierro del Mercado y planta nuevas semillas con
poemas de autores como Antonio Orihuela o Bernardo Santos. 'Informe para Costa
Rica' sobre un poema de Antidio Cabal y pulso inquietante, nos avisa de los
males que se rearman entre nosotros. 'Han sido treinta años', a partir del
poema homónimo de Jorge Riechmann, nos recuerda la catástrofe de un Crecimiento
irreflexivo en una especie de 'day after' atmosférico. 'Que os follen', con
versos de José Luis Checa, no necesita ninguna explicación.
Estas canciones citadas forman parte
del último disco completo de “Niño de Elche” titulado 'Voces del Extremo'. El
título supone un homenaje al festival de poesía homónimo que se viene
celebrando anualmente desde 1999, organizado por Antonio Orihuela y que ha ido
arremolinando diversas poéticas poco usuales que la crítica ha englobado bajo
la etiqueta 'poesía de la conciencia'.
Habla el Niño de Elche sintiendo la
escisión que nos traspasa, creando mil ruidos onomatopéyicos que nacen de su
prodigiosa garganta y pueden expresar el grito afónico del preso, el arrojo de
la bestia, la destrucción o el miedo. Cuando menos te lo esperas, su voz vuelve
al discurso poético entre graves de rave y agudos de cante, con una
versatilidad y una firmeza melódica asombrosas.
La prodigalidad del guitarrista Raúl
Cantizano acaba de transformar el flujo, instrumentista camaleónico que hace
que sus cuerdas suenen como el delirio de una peña de cante jondo o como el
traqueteo de una industria. Si hubiera alguien entre el público que no hubiera
acabado de conectar con la orgía densa que plantea el Niño de Elche, si alguien
quiere hacer como que no se acuerda del impulso colectivo que nos traspasa,
queda la traca final: los pedales de efectos, ruideras varias y otros
proyectiles sonoros, acabarán de suspender, aunque sea por unos minutos, el
sujeto kantiano que llevamos dentro y que
– como apuntó Jacques Lacan – no puede vivir sin una proporción de Sade.
Nos aporrea y desmonta ver al chamán
Niño de Elche encima del escenario cantando sus visiones, imbuido en trance y
haciéndonos reconocer ese salvajismo común que nos traspasa y esa lucha contra
quienes intentan tapar nuestros cantes, nuestras Voces del Extremo.
Texto: Andreu Cañadas Cuadrado
Fotografía: Demian Ortíz
Texto: Andreu Cañadas Cuadrado
Fotografía: Demian Ortíz
¡ Ay ese.Niño que nos conduce con su quejío ancestral a la.catarsis!.
ResponderEliminarBesos Antonio para ti, Mar y Ángela.
Besos querida!
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