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sábado, 17 de septiembre de 2016

DOS POEMAS DE CARLOS REYMÁN













Currículo

Hilario Hernández (H.H.), nada más licenciarse en periodismo por la Complutense de Madrid, se
hizo cenetista. Es de la misma promoción que doña Letizia, quien por entonces no sabía que
aspirando a periodista llegaría a reina (qué cuentos), mientras H.H. ni se imaginaba que sin
siquiera aspirar a rey no llegaría ni a periodista (vaya cuento).
Trabajó para unas cuantas oenegés en el amplio apartado de Comunicación, lo cual le sirvió para
verificar que la liebre del abuso laboral hace gráciles saltos de trampolín en los sitios más
insospechados. Justo unos días antes de la inanición, decidió hacerse camarero freelance.
Su vida transcurre entre los eventos consuetudinarios, o lo que acontece en los cócteles políticos,
y las peonadas de su pueblo con derecho a paro agrícola. Es lo que se llama un futuro alentador,
ironías del tiempo, algo así como si el futuro se hubiese fugado nada más ver el presente.
Ayer, no obstante, por una de esas curiosidades insanas del periodismo más superficial, una
emisora de radio de ámbito nacional quiso sentarlo a su tertulia política por pulsar la opinión de
alguien que, siendo periodista, no ejerce, pero que sufre la realidad inmediata en sus propias
carnes. Qué poco le ha durado su nuevo trabajo.
–¿Y qué fue lo que dijo?
–Nada del otro mundo, dijo que cuando el lechero llama a tu puerta en la madrugada es un policía
disfrazado que viene con su orden judicial a desahuciarte. Que la dación en pago, no, pero que las
políticas que llevan a dar la nación en pago, sí. Que el paro brutal que pone telón final de drama
sin solución a tantas familias es un negocio bonitamente lucrativo en manos de unos pocos,
mientras se finge que se busca un remedio... y en ese plan todo. Es lo que pasa cuando se lleva
tanto tiempo sin trabajar como periodista: que se dice la verdad.

Carlos Reymán Güera, “Demagogias”, Editorial Libros de Mesa, Badajoz, 2016




Despertar*


Sobre el aire parado de la noche,
sobre el alquitrán lamido de sueños inconclusos,
sobre la copa vencida de los árboles que miran llegar el cielo y empiezan a deshojarse,sobre la
esquina de meados irredentos donde se despiden los últimos muchachos,
amanece,
se abre el día por el barrio con su gloria frutal de otro mundo,
con su letanía de despojos inaugurales,
su mecánica abierta a una hora definitiva
que anuncia una eternidad a la medida de la mañana.
Amanece.
Se despereza el día en mi barrio de barrenderos taciturnos,
mi barrio obrero español en paro,
mi barrio de solares desolados, abandonado a su burbuja,
mi barrio nacionalcatólico,
nacionalsindicalista,
de fascismos populares y carajillo,
de juventudes socialistas de los bancos,
mi barrio militante al sur de las migraciones sobreseídas,
le llueve la luz milagrera de un nuevo día,
y levanta el vuelo cansado de las ilusiones fingidas.
Amanece...
todo empieza de viejo.


Carlos Reymán Güera, “Demagogias”, Editorial Libros de Mesa, Badajoz, 2016

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