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viernes, 14 de octubre de 2016

EL BARQUERO




      La visión terapéutica que domina las pseudo-psicologías de la nueva era es radicalmente enfermiza y debilitadora, porque nos supone a todos enfermos, en lugar de equiparnos e investirnos como bravos exploradores de nuestra naturaleza. El Buda histórico, barquero de barqueros, vio la sombra de un árbol frondoso y dijo ahí me sentaré hasta que despierte, y después enunció algo parecido, que toda nuestra actividad mental está contaminada por los tres venenos, odio, apego, e ignorancia, -posible traducción pre-científica de la poderosa herencia subyacente de nuestro cerebro reptiliano y sus tres motores que impregnan hasta nuestros pensamientos y actos más sofisticados, a saber, sexo, prestigio, y poder-, pero el hombre-medicina de hace dos mil quinientos años proporciona herramientas prácticas de sanación y vehículos de liberación, instrucciones para la Unión que si no funcionan bien, al menos aseguran que las cosas no andarán peor por tu culpa, o como le dijo un monje acuclillado en una rama como un cuclillo a un emperador curioso, "hacer el bien, conocer la mente", o traducido al moguereño universal, "sencillez y cultivo".


Daniel Macías. Guadalquivirmente (los mil yogas del flipar). Ed. Amargord, 2016



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