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lunes, 31 de octubre de 2016

PECES FUERA DEL AGUA de JORGE RIECHMANN (VIII)



higiene léxica

Sin higiene léxica no podemos tener ni claridad de pensamiento ni decencia moral. “Los mercados” es un eufemismo: hay que hablar del capital financiero extraterritorial, que se amasa no con actividades productivas sino mera apropiación y prospera con la complicidad del poder político.

“Vivimos en democracia”

Vivimos en plutocracias neoliberales (que no carecen sin embargo de algunos rasgos democráticos). Tal definición no debería ser objeto de controversia: basta una somera inspección de los sistemas político y económico para corroborarlo. Por ejemplo: en España, el IRPF –el impuesto clave en una sociedad democrática— es un asunto de los asalariados: aportamos el 90% de la recaudación (el doble de lo que correspondería según las cifras de la Contabilidad Nacional).


inversión de valores

Gente que considera que la ropa tendida afea una fachada, y que en cambio la propaganda comercial la mejora.

dos intentos desesperantes

El intento desesperante de ser adulto en un mundo de adolescentes: adolescentes de 15 años, de 30, de 50, de 70…

Y el intento desesperante de salir fuera de los interminables forcejeos por la jerarquía dentro de la banda de chimpancés.


descomposición

El fascismo echa raíces en la descomposición político-moral: en la de las clases dominantes, por arriba, y en la de las clases populares, por abajo. Y hoy el nivel de descomposición político-moral supera casi todo lo que conocíamos... Somos “materia corrupta”, por emplear la vigorosa expresión de Maquiavelo en los Discorsi.[2]

sugerencia al ministro Wert

Con franqueza, señor ministro, tres años de formación universitaria parecen demasiado, un desperdicio... Yo no lo llevaría más allá de año y medio. Y en la solemne ceremonia de graduación (con toda la desenfadada pompa y los agudos discursos que copiamos de los campus yanquis), nuestros jóvenes egresados/as serían dotados con un tatuaje en la mejilla derecha donde se leería: "soy empleable y sumiso" (o sumisa). La otra mejilla quedaría libre para recibir las bofetadas.[1]


[1] En el Consejo de Ministros del gobierno del PP celebrado el 30 de enero de 2015, el señor Wert hizo aprobar su reforma universitaria que introducía las carreras de tres años. Véase http://politica.elpais.com/politica/2015/01/30/actualidad/1422652275_157736.html
                Redacté el siguiente comunicado, que fue aprobado por unanimidad en el Consejo de Departamento de Filosofía de la UAM, en Madrid/ Cantoblanco, el 2 de febrero de 2015:
El nuevo “decreto Wert” aprobado por el Consejo de Ministros del Reino de España, el pasado viernes 30 de enero de 2015, flexibiliza buena parte de las carreras universitarias y –de ponerse en práctica- previsiblemente desordenará y degradará la universidad pública en nuestro país.
Como en otras iniciativas de este Ministerio, no ha tenido lugar negociación alguna con la comunidad universitaria. En los meses pasados, el proyecto recibió diversas opiniones contrarias desde el seno de la comunidad universitaria; también se pronunciaron en contra la Conferencia de Rectores (CRUE) y el propio Consejo de Estado.
El decreto “3+2” ahora aprobado por el Gobierno introduce grados de 3 años y másteres de 2. De esta forma, parece que da por fracasado el actual 4+1del “Plan Bolonia” (¡cuando aún no ha terminado ni de implantarse en todas las universidades!), sin ninguna evaluación de cómo ha funcionado. Se devalúan así los grados (pasando de cuatro a tres años), que serían más elementales y generalistas (como las antiguas diplomaturas). Ello no permitiría alcanzar la cualificación necesaria en muchas carreras para poder ejercer, obligándose a los y las estudiantes a realizar el máster sí o sí (actualmente solo el 7% de los estudiantes realiza un máster).
La cuestión de fondo es que se pretende seguir privatizando por esta vía la universidad pública, elevando aún más las tasas de lo que ya se hicieron con el máster de un año. En la medida en que se doblan los años de máster, el precio se duplicará, alcanzándose cifras entre 5.400 y 14.000 euros.
Hay que recordar el recorrido de estos últimos cursos: los recortes que ha sufrido la universidad pública son tremendos. En sólo cinco años, entre 2010 y 2014, 1.524 millones de euros menos de presupuesto (hasta quedar en 8.595 millones este último años); el gasto medio por alumno ha bajado un 25,2%; las tasas han subido hasta tres y cuatro veces más de lo que costaban en 2007, según el Observatorio del Sistema Universitario. Han sido expulsados unos 45.000 estudiantes de la universidad por el aumento de tasas y la reducción de becas (la cuantía de las becas universitarias ha caído 466 euros en promedio desde 2010, una merma del 18%). En su conjunto, el presupuesto público de la educación en España ha caído desde algo más de 59.000 millones en 2009 hasta 46.606 millones en 2012 (último año con cifras oficiales disponibles), agravándose notablemente  la infrafinanciación de la enseñanza pública.
Al rebajarse en un año el grado, lo previsible son cuantiosos despidos de profesores y profesoras.
Este nuevo “decreto Wert” introducirá si se aplica una gran confusión: no permite homogeneizar las carreras en todo el Estado, pudiendo darse la circunstancia de que un mismo título tenga duraciones diferentes según la universidad. Se iría hacia 17 sistemas universitarios distintos, según las decisiones que se adopten en cada CCAA.
Todo indica que el decreto –si se aplica- supondrá un grave retroceso en el acceso democrático a la universidad, por los costes inasumibles para la inmensa mayoría de las familias, y que tendrá como consecuencia la eliminación de carreras, la devaluación del título de grado y el despido de profesorado universitario. A tenor del todo lo anterior, el Departamento de Filosofía de la UAM declara su rechazo al “decreto 3 + 2”, pide su retirada, solicita al Rectorado de la UAM y a la CRUE que se pronuncie también en tal sentido y reclama que se abra un amplio debate con todos los afectados/as.

una quinta parte, incluso una décima parte…

Bastaría con que las clases populares de este país pusieran en la política democrática una quinta parte del conocimiento experto y la energía emocional que consagran al fútbol, quizá incluso una décima parte: bastaría con eso para que el empeño revolucionario por construir una sociedad justa y sustentable llegase a buen puerto... ¿De veras hay que remitir tan modesta aspiración al País de Nunca Jamás?


ya tenemos secretario general

Ya tenemos –desde el 15 de noviembre de 2014— a Pablo Iglesias como secretario general… ¿Qué cabe esperar? En su discurso inicial en el madrileño Teatro Nuevo Apolo, calificó a Podemos como “escoba para barrer la sociedad”. Éste es el trabajo de Hércules en los establos de Augias: limpiar la asfixiante acumulación de mierda intramuros de la ciudad.

Pero si miramos por encima de esas murallas, ¿cabe esperar que de verdad cambie nuestro metabolismo ecológico-social en los reducidísimos plazos de que quizá aún dispongamos para evitar la catástrofe? Hagamos frente a los hechos –entre los cuales no es el menor la clase de subjetividades que han configurado más de tres decenios de hegemonía neoliberal--: nada indica que se den las condiciones para la revolución que sería necesaria (una revolución a la vez económica, sociopolítica y cultural).

El nivel de propuesta política que está ofreciendo Podemos a la sociedad española es la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, que se exalta como “la más formidable y valiosa creación social del siglo XX”.[3] Que la propuesta de cambio en 2015 sea ésta nos da la medida de la fenomenal regresión política que ha sufrido el mundo durante las últimas décadas… No estamos planteando la construcción del ecosocialismo del siglo XXI, que es lo que tocaría, sino ¡que se cumplan los derechos humanos básicos!

Chapeau ante los treintañeros que quizá van a lograr echar al PPSOE del poder… El problema es que uno aspiraba a un poquitín más: evitar la autodestrucción de la humanidad.[4]



lo que haría falta

Cuando lo que haría falta –si queremos tener un futuro en el planeta Tierra— es una contracción de emergencia para yugular las emisiones de gases de efecto invernadero, Pablo Iglesias, que piensa ser el próximo presidente del gobierno, pide en el telediario políticas expansivas…[5] Ay.

No estamos en 1960 –las políticas expansivas keynesianas requieren condiciones que ya no se dan (grandes cantidades de energía muy barata y control estatal sobre los mercados internos).

No estamos en 1990 –las transiciones suaves y graduales a la sostenibilidad ya no están a nuestro alcance. Las posibilidades de control colectivo racional de las trayectorias socioeconómicas chocan contra obstáculos casi insuperables (el menor de los cuales no es el poder estructural del capital en las sociedades capitalistas).[6]

Estamos en 2015, y las cosas se han puesto mucho, muchísimo más difíciles. “Todo el conjunto de la derecha estadounidense actual parece haber dado de lado la idea de que existe una realidad objetiva ahí fuera”, escribe Paul Krugman: “simplemente hacen caso omiso de la realidad”.[7] Ah, si sólo fuese la derecha estadounidense… En realidad se trata del 99% en todas partes. La brecha entre expectativas y realidades, entre análisis y “el mundo ahí fuera”, es gigantesca.[8]

nosotros contra nosotros

Ojalá fuese algo tan fácil como “nosotros frente a ellos”… Podríamos recurrir a los viejos, buenos y probados mecanismos de la xenofobia. El problema terrible aparece cuando se trata de asumir, de verdad, que somos nosotros contra nosotros…

La única posibilidad de cambiar de verdad es reconocer el mal dentro de uno mismo, en el propio corazón –en vez de seguir la senda fácil de señalar hacia fuera, que culmina en el asesinato del chivo expiatorio y la movilización general para hacer la guerra al vecino.


[5] El 16 de noviembre de 2014. También, por ejemplo, en febrero de 2015: “Tenemos que recuperar el espacio de la socialdemocracia. (…) Hay que hacer políticas que incentiven la demanda” (citado en V. Jiménez y S. Pozzi, “Pablo Iglesias busca en Nueva York ideas para su programa contra la austeridad”, El País, 17 de febrero de 2015).
[6] Decía Jean-Baptiste Fressoz que el concepto de transición es un peligroso espejismo, sin referente histórico” (“Pour une histoire désorientée de l’énergie”, Entropia. Revue d’étude théorique et politique de la décroissance 15, otoño de 2013). Pensemos en las llamadas transiciones energéticas: en realidad no hubo tal, sino acumulación de unos aprovechamientos energéticos nuevos por encima de los antiguos (nunca en la historia humana se quemó tanto carbón como en 2013, en 2015)…
[7] Paul Krugman, “Calentando motores para 2016”, El País, 22 de febrero de 2015.
[8] Un aspecto particular de esta situación es la brecha que se da entre el “deseo de socialdemocracia” que manifiesta la mayoría social de nuestro país, deseo al que comprensiblemente una fuerza como Podemos trata de responder, y las condiciones reales en que se desarrollará nuestra vida sociopolítica futura: no habrá en ella demasiado espacio para la socialdemocracia, me temo. Eso plantea un problema político de primer orden. Mientras que la gente espera sobre todo recuperar derechos, volver a lo que se vivió como una época dorada de prosperidad, y labrarse un buen futuro, vamos hacia el colapso de las sociedades industriales…
                El periodista y ensayista Esteban Hernández Jiménez ha reflexionado sobre el fin de la clase media en su libro homónimo (Clave Intelectual, 2014). En una entrevista declaraba: “La clase media contenía un par de promesas, la de que cumpliendo nuestra parte (estudiando, trabajando duro, cumpliendo las normas) nos iría bien, y la de que vivíamos en un mundo que progresaba, y por lo tanto las nuevas generaciones tendrían más oportunidades que las que tuvimos nosotros. En cierta forma, seguimos aferrados a esas promesas, aun cuando ya somos conscientes de que nuestro mundo no tiene nada que ver con eso”, cuenta. Y para él la cultura es una de las mayores víctimas de este tiempo nuevo: “La clase media de la que veníamos del siglo XX tenía en la cultura un elemento presente, pero hoy en día ha desaparecido. Antes era un elemento de ascensión social para las élites pero ahora estas ya no confían en la cultura”.
Para Hernández, la cultura tenía que ver “con las ideas, las propuestas, los proyectos vitales y el enriquecimiento intelectual”, pero hoy va siendo desplazada por los nuevos intelectuales. “Estos son los economistas, financieros, cerebros de Silicon Valley... Todos ellos han colocado a la cultura en un plano inferior. Ellos ya marcan la pauta de la cultura con sus ideas”, asegura. “Los economistas son ahora los referentes intelectuales, y además tienen los recursos para intentar realizar sus ideas”, sentencia. En este sentido, en Nosotros o el caos. Así es la derecha que viene (Deusto/ Planeta, 2015) analiza la transformación de las empresas y el entorno político, que se reactualizan en unos tiempos inestables configurando un nuevo conservadurismo. “Si uno examina lo que están haciendo en Sillicon Valley o la aceleración de los procesos vitales a través del entorno financiero, se encuentra mucho más con Johnny Rotten que con Mariano Rajoy. Gente con una carga de utopía y cinismo grandes, y poco racionales. Es una nueva derecha de creencias ciegas y de querer quemar etapas con una actitud punk” (Fernando Navarro, “Los economistas son ahora los referentes intelectuales” -entrevista a Esteban Hernández-, El País, 19 de diciembre de 2015; http://cultura.elpais.com/cultura/2015/12/17/actualidad/1450354645_528585.html ).
Es el propio sistema, sugiere Hernández, el que está generando caos –y no sus adversarios. "Se está dejando a mucha gente atrás, en una carrera que tendrá consecuencias graves, dicen que o se hace tal cosa o caeremos en la ruina más absoluta, pero es que ya vamos hacia un modelo que destruye continuamente. (…) Corre un chascarrillo en la empresa según el cual la principal petición de los equipos a los directivos es que sean capaces de mantener una decisión durante más de dos minutos", refleja Hernández en Nosotros o el caos. “Esta derecha ha tomado para sí buena parte de las lecciones de la izquierda post-68, y alaba la intuición, la creatividad, la diversidad y la ausencia de normas, aunque las circunscriba al ámbito económico” (Manel Manchón, “El modelo de Silicon Valley, ¿la dictadura de los tecnócratas?” -entrevista a Esteban Hernández-, Economía Digital/ Galicia, 8 de noviembre de 2015; http://www.economiadigital.es/gles/notices/2015/11/el-modelo-de-silicon-valley-la-dictadura-de-los-tecnocratas-69948.php ).



[3] “Llamamiento al Foro por el Cambio” del 11 de julio de 2015 en Madrid.
[4] “Venimos de una enorme derrota”, insiste Juan Carlos Monedero. En efecto, es así: basta con releer las Conversaciones con Lukács de 1967 y los Escritos corsarios de Pasolini, sólo un poco posteriores. Desde 1968 –el fin de las esperanzas de renovación interna de la URSS con el aplastamiento de la “Primavera de Praga”- sabemos de la profundidad de esa derrota. ¿Cuántas veces desde entonces no nos hemos dispuesto a “empezar de nuevo”? Pero ahora hay una gran diferencia: los plazos se nos acaban, la crisis ecológico-social se nos viene encima, “el reló está parao”.

[2] Impresiona en este sentido, dentro de la centrifugadora de mierda en que se convirtió la vida pública española en los decenios últimos, la noticia de cómo el histórico dirigente minero José Ángel Fernández Villa (secretario general del Sindicato de los Obreros Mineros de Asturias –SOMA/ UGT--durante 34 años) amasó un enorme patrimonio de origen desconocido y ocultó a Hacienda 1,4 millones de euros (lo que se supo tras acogerse a la amnistía fiscal de 2012 y trascendió en la prensa en octubre de 2014). Esto supone algo así como el máximo grado de degradación de la ética-con-política en las sociedades industriales; no tanto por la cuantía de lo defraudado –hubo en estos años últimos muchas infracciones mayores— como porque los mineros del carbón, en Inglaterra primero y luego en otros lugares, son el origen de los movimientos obreros modernos –con todo el impulso democratizador que les debemos. La democracia euro-norteamericana tiene tanto que ver con ellos como con los burgueses franceses de 1789 (y los sans-culottes parisinos, claro está) y con las mujeres que desarrollaron el feminismo a partir del siglo XVIII. Y al final de ese recorrido secular, ¡los 1’4 millones de euros de Fernández Villa! –cuyos únicos ingresos conocidos corresponden a su actividad como sindicalista, sus cargos como diputado regional y senador del PSOE por Asturias, y su pertenencia al Consejo de Administración de la empresa pública Hulleras del Norte (Hunosa).


Jorge Riechmann. Peces fuera del agua. Ed. Baile del sol, 2016
Fotografía de Cristina García Rodero

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