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viernes, 16 de diciembre de 2016

HAIKUS RIFEÑOS





I
Al ser felices,
acompasa la vida
nuestros sueños.

II
Soñar montañas.
Vivir en las montañas.
Vivir montañas.

III
En cada senda,
renacer pletórico.
Eternidad.

IV
La otoñada.
Colores milagrosos
aquí, ahora.

V
Canto de gallos.
La oscuridad rota
por luz sonora.

VI
Fría mañana.
El corazón ardiente
anhela cumbres.

VII
Desde la cumbre,
borracho de belleza,
trastabilleo.

VIII
Altas montañas.
Los dioses encarnados
en cada piedra.

IX
Fuente oculta.
Audacia contenida
de lo valioso.

X
Amanecer.
Regala la mañana
gratas ofrendas.

XI
Tras el roquedo,
bosque desconocido.
Genio del mundo.

XII
Hierba incipiente.
La vida que renace,
grandeza humilde.

XIV
Valles ocultos.
Conjuros de la niebla
por los barrancos.

XV
Un mar de nubes.
Oceano de sueños.
Visión oculta.

XVI
Paciente espera
Recompensa al esfuerzo.
Paisaje excelso.

XVII
Hojas caídas.
El otoño se escribe
con versos sueltos.

XVIII
Buena tarea.
Sendas por descubrir.
Ganas de andar.

XIX
Un viejo bosque.
Los troncos retorcidos,
historia viva.

XX
Entre madroños.
Deambular alegre
de caminantes.

XXI
Silencio fértil.
La música del bosque,
quietud sonora.

XXII
Luz de mañana.
Universal riqueza
sin propietario.

XXIII
Bebo y respiro.
Un milagro el vivir
de agua y aire.

XXIV
En las montañas
la existencia humana
es vuelo leve.

XXV
El pastor ríe.
Escritura inmortal
del hombre libre.

XXVI
Montañas vírgenes.
Hambre de poesía.
Otra riqueza.

XXVII
Desde la cumbre,
belleza a borbotones,
mirada limpia.

XXVIII
En el collado,
respiración profunda
de vida plena.

XXIX
Ásperos cerros.
Rudeza sumergida
en blanda niebla.

XXX
Renacimiento.
Descubrir nuevos valles,
un dulce sino.

CODA y XXXI
Fin de trayecto.
Placentero cansancio
que vivifica.


Rafael Hernández del Aguila, Diciembre 2015

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