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miércoles, 31 de mayo de 2017

4 poemas de OLALLA CASTRO




Una voz y su eco

Leer a las otras que, antes que tú,
leyeron a otras otras,
buscando a la vez una voz y su eco.
Sacar una foto de familia y constatar
que, aunque nadie nos viera,
también tuvimos rostro.

¿Cómo nacer de un hueco, de un grito
que ya nadie recuerda?
¿Cómo nacer sin madres,
si alguien raspó hasta casi borrarlos
sus ojos y sus versos de la historia?
Por eso hubo que hurgar en la basura,
sin pararse a pensar
si fue por repulsión o fue por miedo
como acabaron allí tantos poemas.

Hace décadas que estamos excavando.
Con una larga pala, torcidas las espaldas,
somos ésas que desentierran
lo que otros enterraron con esmero.
Para ser escritora,
tendrás que seguir con la espalda torcida.
Leer a las otras que, antes que tú,
leyeron a otras otras.
Y convertirte a la vez en voz y en eco.


Quién sabe cuánto barro

Y ¿qué hay de las hermanas
que, para poder escribir,
apretaron sus pechos bajo paños
hasta quedarse sin aire?
¿Qué hay de las que tuvieron
que inventar una firma
que pudiera leerse con voz ronca?
Hasta las que bordaron con palabras
estaban asustadas
(quizás más que ningunas).
Y las más peligrosas,
ésas a las que colocaron en fila
y apuntaron con sus brillantes bolas,
¿dónde fueron a parar una vez derribadas?
¿Qué gancho de metal las sacó de la pista?
¿Pronunciaremos, quizás,
con la misma fluidez con que decimos
Homero-Flaubert-Cervantes-Shakespeare,
los nombres de las otras enterradas?
Quién sabe cuánto barro
las separa del mundo, de los libros.  
Quién sabe cuántas locas del desván,
en sus secretos escritorios,
se dedicaron a detonar botes de tinta.
Quién sabe cuántas madrigueras
cavaron escribiendo,
cuántas grutas estrechas, cuántos pozos.
Quién sabe cuán profundo
habría que escarbar para encontrarlas.


El resto era silencio

Hubo mujeres
que procuraron borrar con su escritura
la escritura de siglos y siglos y siglos
de escritura.
Hubo mujeres que trataron
de poner sus palabras
encima de palabras anteriores:
las que ellos habían dejado caer
sobre sus bocas,
al tiempo que apretaban las mordazas.
Hubo mujeres que intentaron
romper los relatos de piedra
que habían sido tallados al principio del mundo
(repitiéndose desde entonces
alrededor del fuego,
donde se cuentan las cosas importantes).
Hubo mujeres que aprovecharon
que sus hijos cantaban en la iglesia
para rayar la luz de las vidrieras 
buscando bajo la Verdad otras verdades.
Hubo mujeres que apartaron de un manotazo,
como se aleja a las moscas de la sopa,
a Santo Tomás, a Freud, a Milton
y al resto de señores con sombrero
para quienes ellas fueron únicamente
unos seres delgados, susurrantes.
Hubo mujeres que,
al escribir, borraron,
pues sospechaban que sólo
en mitad de esa raya
con forma de horizonte
se abría un punto de fuga diminuto:
el único posible.
Hubo mujeres que supieron,
sin que nadie tuviera que decirlo,
que una vez superados los confines
de aquella tachadura,
el resto era silencio.


Esas huellas son tú

En la historia hubo bordados rosa palo
y una lista infinita de lazos,
broches, tocados y sombrillas.
Las mujeres, sentadas en la hierba,
admiraron a los jugadores de críquet
con las piernas primorosamente cruzadas.
Pero no todo eran síes detrás del abanico.

En la historia
hubo dedos deslizándose
sobre cuentas de nácar,
miles de rojas bocas
rogando al mismo dios
que había cerrado todos los pestillos
desde fuera. 
En la historia hubo ojos
detrás de las cortinas
y un luto de serrucho
hiriendo la vida hasta talarla.
Hubo casas de retiro y camisas de fuerza.
Baños fríos y un palo entre los dientes
justo antes de cada nueva descarga.
En la historia hubo hermanas
frotando las baldosas sobre las que,
el día anterior,
se habían desangrado otras hermanas.
Era enjuagar o morir
(y ambas cosas dolían).

Temblé con el temblor de cada una
y reí con su risa,
porque también rieron. 
Y es que la historia estuvo llena
de pequeñas victorias
de las que ningún diario se hizo eco:
gritos agudos que rompieron las copas
justo antes del brindis,
miles, millones de palabras
escritas cuando el trigo estaba alto,
justo antes de comenzar la siega.
Minúsculas pisadas
(las propias de quien anda de puntillas)
adentrándose en los bosques más azules:
la húmeda memoria de aquéllas que escaparon.
Aunque el tiempo y el espacio no coincidan,
ese rastro encaja con tu sombra.
No intentes olvidarlo:
esas huellas son tú y nombran el camino.



Olalla Castro. En: Poesía (contra) corriente. Poemas (in) surgentes. Ed. La Vorágine, 2017

martes, 30 de mayo de 2017

Loca academia de Policía, versión española




Titular escuchado en la radio el 28 de noviembre de 2015:
“La policía detiene a varios anarquistas por atacar bancos
con artefactos explosivos,
todos son ultraveganos y antipromiscuos y su líder es extranjero”.

El vídeo de la detención proporcionado por la jefatura de policía
detalla el peligroso cargamento:
Tornillos, camisetas, pancartas reclamando
 los derechos de los animales,
un bote con un líquido sospechoso y un ordenador.
No se sabe si los anarquistas lo son por ser ultraveganos
o son ultraveganos porque son anarquistas.
No se sabe cuál es la relación entre ser anarquista,
ultravegano y antipromiscuo.  
No se sabe si los anarquistas comían tofú,
tornillos, pancartas o chuletas.
No se sabe si los antipromiscuos comen.
Después de meses de investigación, la policía hace público
el resultado del análisis del líquido sospechoso:
“Tras su estudio se desprende que se trata de un preparado
de naturaleza acuosa, que por sus propiedades organolépticas
y por su comportamiento frente a las variaciones del Ph
podría ser un caldo de cocción de col lombarda”.

No se sabe si el tofú era anarquista y la col lombarda extranjera.
Se sospecha que entre la policía se oculta el guionista
de la célebre película Amanece que no es poco.

Aviso: Cualquier parecido con la realidad es la pura realidad.


Marta Navarro. En: Poesía (contra) corriente. Poemas (in) surgentes. Ed. La Vorágine, 2017

lunes, 29 de mayo de 2017

TANTOS DÍAS TANTOS INVIERNOS




TANTOS DÍAS TANTOS INVIERNOS tantos amaneceres sin conocerte
sin tener noticia alguna (buena, mala o regular) de ti o tus aledaños
dicen que es Navidad y que entonces debemos amarnos los unos a los otros
pero yo hoy no estoy de humor ni de amor para escribir bonitos versos en tu espalda
no estoy para grandes titulares ni para amorosas exclusivas
no seré hoy el principal protagonista de tu vida ni tu windows
ni quiero hablarle de hombre a hombre a tu contestador
ni decirle mentiras piadosas al oído a tu melancólica blackberry
porque se me está cayendo a tiras la alegría la mirada y estoy hecho jirones
y no me llega la camisa al cuerpo que ya no es ni cuerpo del delito
porque todos los sueños que tuve se los ha llevado el viento del desánimo
se los ha llevado en volandas el vendaval de los penúltimos adioses
mi nombre está a punto de engrosar la interminable lista de los desaparecidos
y tú llegas con una promesa en la boca y también con un disparo
y leo en Lenin que tu boca es la dictadura de mi proletariado.


Manuel de la Fuente Vidal. Las naciones del llanto. Huerga & Fierro, 2016

domingo, 28 de mayo de 2017

ESCRIBIR




                          
     “Existe a menudo una lógica oculta, más grande
         y compleja que la lógica del sentido común”.                                                                                                                                                                                              Richard Réti
Uno escribe para dejar constancia
de que existe en un lugar propio
que se construye con las vigas del pensamiento,
se pinta con la sangre de las emociones
y se hornea con la música del ritmo del poema,
artilugio de aire fresco,
girándula encantada de las horas.
Es vivir más cerca de uno mismo
con las ganas de nombrar lo que te importa.
Para servirlo en el texto impreso y así dejar
constancia de la verdad que profesas
que se talla con las manos,
o de la mentira propicia
que necesitas recrear para vivir.
Amasar el barro que conjuga
la idea que ha de nacer,
darla a luz y recibirla.
Es una forma de existir para uno
mismo al renombrarse.
Callar lo que no debes decir,
y abrir lugares imposibles
para hacerlos tuyos.
Es otorgar al verbo ese lugar preciso
que hace mover mareas en las playas
del crepúsculo.
Uno escribe para encontrar lugares comunes
llenos de un aroma inesperado,
lugares también como armas blancas
que rasgan la coraza que aprisiona.
Escribir para poner los versos entre sones y gentes,
en el ritmo más tuyo que te ayuda a respirar.
Para restablecer el orden impreciso del pulso,
para enseñar a los niños el valor
del agua fresca, de la lluvia.
Escribir para dejar de contar las cicatrices,
para corregir las faltas de ortografía
de los días cotidianos, para olvidar
la falta irreparable… y los imperdonables
errores que jamás quisieras confesar.
Para que los versos de las noches difíciles
se pierdan entre barricadas de razones.
Y las páginas en blanco se tinten del rojo
de las flores y de las preguntas que liberan.
Porque los dedos son raíles para tus ojos,
tus oídos y la música de lo dicho en papel.
Invitan a viajar sin moverte de tu casa.
Tomar aviones, surcar cielos desconocidos
y reposar entre los versos,
líneas blancas que arrullan tus razones
ahora exhaustas.
Dedos como embarcaciones
para surcar mares desde la butaca de trabajo.
Escribir el dibujo que no puedes hacer
en la espalda de tu amante.
Acortar las distancias de las sábanas desechas
y de los besos que faltaron a la bahía.

Teresa Ramos

La conjura de las letras
Ganadora XXXVIII Certamen de Poesía
"Rafael Fernández Pombo"

Ilustración: Ben

sábado, 27 de mayo de 2017

2 poemas de OMBLIGO, MUNDO, RAÍZ de IRIS ALMENARA



EL ÚLTIMO ABRAZO  

“Quidquid luce fuit, tenebris agit.
[lo que estuvo en la luz actúa en las tinieblas.]” (Nietzsche)


Tienes alfileres en los ojos
y se me clava tu mirada.

Podríamos ser dueños del infinito
pero preferimos amar
y así descalzos de fe
romper las alambradas
que nos separan del sueño.

Cruzo la ciudad en un autobús
abarrotado de anónimos
que en silencio peregrinan
a su muerte diaria.

Quiero tocarlos
quiero darles un abrazo de anónimo a anónimo
quiero decirles que no se preocupen
que vamos a morir
pero que todo esto servirá de algo.
Quiero promover amor,
 para que inhalen vida.

Pero hay algo que no me deja.
Parece que llevamos una señal de stop cosida  en la frente.

Veo sus cicatrices.
Me las veo todos los días en el espejo.
El agotamiento cotidiano es como un árbol obligado a crecer en cemento.

Escucho los llantos de un bebé,
las persianas están bajadas.

Cada lunar de tu cuerpo
es una galaxia.
Exploro las constelaciones de tu espalda.

Aforismos que dan vida para luego quitarla.

Hay tantas formas de amor
como calcetines perdidos en la lavadora.


Incluso hay personas hechas de arena
que se aman entre sí
hasta que el viento las barre.

El polvo vuelve a ser polvo.

Transformo quemaduras en tatuajes.
Pensamientos en palabras.

Somos la magia de Cortázar,
la sordera de Beethoven.
El cuchillo afilado que todo lo corta.

La ventaja del poema es que
siempre hay tiempo para tachar.

Me gustaría hablar de tantas cosas,
de tantas neveras vacías.
De amor en conserva.
Cualquier día aparezco envasada al vacío
para darte un último abrazo.



Hace tiempo que no nos miramos a los ojos.

Sudoración
temblores
espasmos
taquicardia
actitud agresiva:
Hipoglucemia.

A veces solo me ducho
para quitarme el polvo de tres mil años
que se han acumulado
sobre mi espalda de MUJER.

Siempre gustaron las personas sin rostro,
con la cara difuminada.
Porque cuanto más diluido está todo
más veo lo importante.
La soledad son los domingos cuando la cama no se hace,
cuando tienes un vaso de agua en el fondo de tus pupilas.

Cuando te rompes como un árbol para ser papel.
Cuando te rompes como un animal de feria exhibido.
Cuando te rompes como un cristal viejo, una botella usada.
Cuando te rompes como un insecto agonizante.
Cuando te rompes como una silla coja.
Cuando te rompes como la cuerda de un violín.
Cuando te rompes como la niña despojada de su himen.
Cuando te rompes como la casa vacía después del desahucio.
Cuando te rompes como la bofetada del viento en toda la cara.

Cuando te rompes como el océano chocando contra los barcos, las rocas, chocando contra todo el mundo.
Porque el mundo es muchas cosas.
El mundo son muchas personas.
El mundo, está enmudeciendo cada vez más chiquito pero hay que ver como pesa en los bolsillos de aquellos que todavía tenemos conciencia.



Iris Almenara. Ombligo, mundo, raíz. 2ª Edición. Ed. Babilonia, 2017


























viernes, 26 de mayo de 2017

6 poemas de OMBLIGO, MUNDO, RAÍZ de IRIS ALMENARA




“Considero que mi cuerpo es un instrumento,
no un adorno.” (Alanis Morissette)

DAÑOS COLATERALES



Hoy no he muerto como de costumbre,
elevo los párpados hasta la incertidumbre.

Pañuelo de papel arrugado, necesito tu mano.

Neruda llora en mi cuarto
con versos en los párpados colgados del techo,
que no dejan de bramar histéricos un sollozo ensordecedor.

La madurez no existe, son los padres.

La supervivencia es crucial.
Y tú no vas a ser un obstáculo.
Porque solo eres algo que yo he generado
Y ya es hora de que desaparezcas.

Tenemos que renunciar a ciertas cosas
para dejar de estar y empezar a ser.

La radio se apaga y la humanidad envejece.
Lloran los payasos, gritan los mimos.
La cuchara está vacía,
y a mí se me ocurre engullir hasta la última bala,
para convertirme en daños colaterales
de un estado basado en liberalismo económico.



                                                                            ***


Tu boca, mi boca.
Lenguas crucificadas en el auxilio de un beso.
Relámpago.

Arrástrame bajo tierra mientras suena el trueno
tengo miedo a las tormentas de mi mente
tengo miedo a que me despiertes.

Supongo que te marcharás.
Todos se marchan.

Y yo me quedaré con mi soledad.
Soy la chica con olor a nada.



****

La poesía no da de comer,
la poesía da hambre y derrumba ciudades.



****

Cuando canto exhalo toda oscuridad.
Así reciclo luz.
Dejando que cada sonido sea lo más profundo que sale de mí para que llegue a lo más profundo de ti.

****



CONVERSIÓN

Esbozo en paredes  para que el techo no caiga.
Porque no soportaría verte
entre escombros.

Me enfrento a una página en blanco,
 tan obscena la nada
el vacío nos excita.

A veces me besas con sabor a melancolía.
Avanzar.
Contigo de la mano.

Abrazo a mis monstruos y
me dejan dormir tranquila.

A veces me convierto en alguien que no soy,
pero me basta mirarte unos segundos para regresar.

La extraña que me mira en el espejo desaparece.

Un espacio en el que me siento libre
 de juicios
es sin duda la poesía.



REFUGIOS

El mejor refugio antiaéreo es tu boca,
Porque hay días en los  que sobrevivimos
 a la prima de riesgo
y al aspartamo.

Cuánto le cuesta a occidente respirar
bajo toneladas de ofertas sin iva.
Y no se dan cuenta.

Si pienso en mi madre
pienso en rebeldía
pienso en cómo juntar migas de pan
 y que duren una semana más.

Pienso en ternura y  fortaleza
en gritos histéricos desde la cocina
en comida hecha de amor
que se disuelve en la boca
hasta convertirse
en el sacrificio
de toda una vida.

No me gusta la gente que habla
con indiferencia del amor,
como si fuese una señal de tráfico.

El tiempo tiene las alas cortadas,
cuando se cansa fuma hachís
y se duerme en tus párpados rotos de dolor.

Besar tus labios como si fuesen agujas,
amputamos al amor fatuo.



Iris Almenara. Ombligo, mundo, raíz. 2ª Edición. Ed. Babilonia, 2017

jueves, 25 de mayo de 2017

PAZ Y ALEGRÍA




Paz y alegría.
Yo de ambas carezco.
En la soledad del día
bebo de la fuente del dolor
el  agua dañada del recuerdo.


José Antonio Mora. Paseo por el amor y la muerte. Ed. Corona del Sur, 2017

        















miércoles, 24 de mayo de 2017

“TRAS LAS LUCES...”



Tras las luces y promesas
del reclamo

la misma pregunta:

¿cuánto tienes?
¿cuánto necesitas?
¿a cuánto de ti misma
vas a renunciar?



En: Voces del Extremo: Poesía y Escucha. Valencia, 2017

martes, 23 de mayo de 2017

EL INDIFERENTE



Ese que mira para otro lado
o
que aunque esté en el epicentro de la catástrofe
afirma no ver nada
ese
que se encoje de hombros
y silba
ese que
no siente
más que sus intestinos
ese
que dice ser apolítico
no meterse en líos
no buscar problemas
ese
el indiferente
ni
siquiera temblará
la
madrugada
en
que
llamen a su puerta
y
por supuesto
no
será
el lechero
quien vaya a por él.



En: Voces del Extremo: Poesía y Escucha. Valencia, 2017

lunes, 22 de mayo de 2017

CARNE DE PROCESIÓN




Fueron tiempos de hechizos y deslocalizaciones,
de estiércol y fuegos artificiales.
No sé si os acordáis.

Nosotros,
encorvados y alegres,

procesionábamos delante de las oficinas del paro
[vestidos de nazarenos,
procesionábamos por la mañana y por la tarde,
entre el redoble de los tambores y el estruendo
[de las cornetas,
procesionábamos por las noches también,
cuando las puertas de las oficinas habían sido
[clausuradas
y en sueños sudorosos nos empeñábamos en procesionar.
Bajo la lluvia, bajo la nieve, bajo los arduos
[rayos del sol
procesionábamos.

Procesionábamos
con nuestros propios pies, que descalzos arrastraban
[las cadenas,
procesionábamos
con nuestras propias manos, que ensangrentadas
[manejaban la disciplina,
procesionábamos
con nuestra propia canción, que silenciada se
[adhería a la polvareda.

Éramos carne de procesión.

Nuestros capirotes señalaban arrogantes el cielo,
mas la luz les huía,
nuestros cirios encendidos apenas iluminaban,
nuestros sambenitos devolvían su amarillo festivo
[a los ojos agradecidos de los espectadores,
que deslumbrados apartaban la mirada.

Procesionábamos interminablemente,
delante de las oficinas del paro,
delante de los estadios,
delante de los cuarteles,
delante de las catedrales,
delante de los patíbulos,
delante de las grandes superficies,
delante de los cementerios,
delante de los concesionarios,
delante de los parlamentos,
delante de las fundaciones,
delante de los hospitales,
delante de las cajas de ahorro,
delante de las cárceles,
delante de las administraciones de lotería,
delante de las escuelas,
delante de los parques temáticos,
delante de los manicomios,
delante de las redacciones,
delante de los urinarios,
delante de los zoológicos,
delante de los paraninfos,
delante de las comisarías,
delante de los solares en construcción.
Y procesionábamos delante de nosotros mismos
que nos mirábamos galvanizados y sonrientes por
[debajo del capirote
sin querer comprender.

Sonámbulos durante el día
y durante la noche sonámbulos.
Procesionábamos y procesionábamos
y a nuestras espaldas
no se derrumbaban edificios en llamas,
ni las nubes descargaban torrentes de sangre,
ni surgían del fondo del mar serpientes emplumadas,
ni las mujeres parían entre gritos niños decapitados.

Éramos carne de procesión.

Aquellos tiempos
de verbenas y capitulaciones.

No sé si os acordáis.



En: Voces del Extremo: Poesía y Escucha. Valencia, 2017
Fotografía de Cristina García Rodero