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domingo, 28 de mayo de 2017

ESCRIBIR




                          
     “Existe a menudo una lógica oculta, más grande
         y compleja que la lógica del sentido común”.                                                                                                                                                                                              Richard Réti
Uno escribe para dejar constancia
de que existe en un lugar propio
que se construye con las vigas del pensamiento,
se pinta con la sangre de las emociones
y se hornea con la música del ritmo del poema,
artilugio de aire fresco,
girándula encantada de las horas.
Es vivir más cerca de uno mismo
con las ganas de nombrar lo que te importa.
Para servirlo en el texto impreso y así dejar
constancia de la verdad que profesas
que se talla con las manos,
o de la mentira propicia
que necesitas recrear para vivir.
Amasar el barro que conjuga
la idea que ha de nacer,
darla a luz y recibirla.
Es una forma de existir para uno
mismo al renombrarse.
Callar lo que no debes decir,
y abrir lugares imposibles
para hacerlos tuyos.
Es otorgar al verbo ese lugar preciso
que hace mover mareas en las playas
del crepúsculo.
Uno escribe para encontrar lugares comunes
llenos de un aroma inesperado,
lugares también como armas blancas
que rasgan la coraza que aprisiona.
Escribir para poner los versos entre sones y gentes,
en el ritmo más tuyo que te ayuda a respirar.
Para restablecer el orden impreciso del pulso,
para enseñar a los niños el valor
del agua fresca, de la lluvia.
Escribir para dejar de contar las cicatrices,
para corregir las faltas de ortografía
de los días cotidianos, para olvidar
la falta irreparable… y los imperdonables
errores que jamás quisieras confesar.
Para que los versos de las noches difíciles
se pierdan entre barricadas de razones.
Y las páginas en blanco se tinten del rojo
de las flores y de las preguntas que liberan.
Porque los dedos son raíles para tus ojos,
tus oídos y la música de lo dicho en papel.
Invitan a viajar sin moverte de tu casa.
Tomar aviones, surcar cielos desconocidos
y reposar entre los versos,
líneas blancas que arrullan tus razones
ahora exhaustas.
Dedos como embarcaciones
para surcar mares desde la butaca de trabajo.
Escribir el dibujo que no puedes hacer
en la espalda de tu amante.
Acortar las distancias de las sábanas desechas
y de los besos que faltaron a la bahía.

Teresa Ramos

La conjura de las letras
Ganadora XXXVIII Certamen de Poesía
"Rafael Fernández Pombo"

Ilustración: Ben

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