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jueves, 11 de mayo de 2017

SUCESOS POLICIALES



Lo vi todo. Vi la sangre. Vi al chico, a la pareja. Vi las luces intermitentes que llegaban al lugar de los hechos. Vi los puños lanzados al aire y los que acertaban a golpear al chico. Vi como caía estrepitosamente al suelo y como la pareja lo alzaba como si fuera una marioneta de madera sin vida, completamente noqueado. Vi como lo arrodillaban simulando una escena de un film en donde hay un pelotón de fusilamiento a punto de cumplir órdenes, pero en esta escena el pelotón se reduce a un total de dos personas y los fusiles son, en realidad, tan solo una linterna que a modo de juego es posicionada frente a la dentadura del muchacho que se encuentra arrodillado. Veo la sangre correr, veo la sangre correr por su boca, veo como el chico escupe sangre mientras grita y se caga en todos los hijos de puta del mundo. Veo como lo vuelven a encajonar y lo inmovilizan. Veo como uno de ellos lo presiona contra el pavimento con sus rodillas puestas sobre su espalda mientras saca unas esposas y mientras el otro le pisa la cabeza al mismo tiempo que toca la culata de su pistola como si fuera John Wayne o Clint Eastwood y la ciudad fuese el salvaje oeste. Veo la sangre, el charco cada vez más amplio y espeso. Veo cómo mantienen sus brazos esposados en alto y cómo tiran de ellos. El chico gritaba y maldecía como un poseso. Vi la luz intermitente acercarse. Una luz azul que se apoderaba de todo. Vi descuartizarse el mundo.


Víctor Mesa. Poemas rescatados de las llamas. Ed. Piedra Papel Libros, 2017

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