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jueves, 30 de noviembre de 2017

CALCULANDO EL PUNTO MEDIO



Calculando el punto medio
entre mi ombligo y la Luna
me encontré con un lugar vacío
desde donde podía contemplar
el pelícano muerto
cubierto de negro chapopote
a orillas de una playa
en otro tiempo añorada
por la tibieza de su arena
y la pureza de sus aguas
No pude hacer mucho
sino contemplar
aquel vacío
que nos deja esta vida
empeñada en el pedaleo inútil
en una caja de Skinner.
Lilith, abuela del mundo,
consuélame en tu regazo 
cantándome al oído
la antigua canción 
que resonó en el amanecer del mundo
Un nudo ceniciento me asesina, 
existe aquí, recóndito, profundo,
y no sé si me salvo o si me hundo
adentro de su maña repentina…
Ya tan poca, tan desesperanzada 
que cuando escucho la palabra nada
quedo apenas sobrando pues soy menos.[1]




Manuel Martínez Morales
Fotografía de Yasao Yamamoto

[1] Los versos en cursiva son de la poeta Clarilda Olivier

miércoles, 29 de noviembre de 2017

4 CUENTOS de CAFÉ CON VISTAS de SHIRO DANI




Paseo por la calle tranquilamente bajo la lluvia y entro a mi oficina (la cafetería). Me apetece tomar rápidamente un café. No tengo mucho tiempo hoy, pero aun así decido sentarme.
Detrás de mí, dos chicos de no más de 16 años.
Uno le dice al otro: Mira, no te tiene que dar vergüenza decir te quiero a quien quieres y donde sea. A mí no me la da decirte que te amo. Olvida lo que has aprendido hasta ahora. El mundo en que vivimos no está hecho para nosotros, lo tenemos todo por construir. Ellas, las mujeres, lo hacen, hablan de estas cosas normalmente. ¿Por qué nosotros íbamos a ser diferentes? Tú eres mi novio y delante de nadie te tienes que esconder ni avergonzar. Nos amamos, todo lo demás no importa. Así que, nada de vergüenza y dime que me quieres. A mí me encanta oírtelo decir. A lo que el otro joven añade: Ya sé toda la teoría, pero me cuesta. Te prometo que lo intentaré... Oigo un tímido te quiero y el sonido de un beso.
Cuando me doy cuenta, se me ha hecho tarde. No llego seguro a la cita con el cliente, pero me voy lleno de ternura.

***


Algún día, ya de niña, oirás hablar de mí. Me conocerás aunque no del todo. De mayor, y de una forma extraña, me extrañarás y, a partir de entonces, algo de mí te enamorará, pero será por siempre un secreto. Siempre estaré en ti, lo quieras o no y al final aceptarás que tarde o temprano tendremos algo, aunque sabremos que no será para siempre.
En las malas épocas me recordarás. Pero sobre todo, cuando estés triste y en los momentos más dolorosos será cuando me echarás más de lo que imaginas de menos. Entonces, yo no te haré caso. Estaré cerca de ti muchas veces sin que lo notes. Estaré pegado a ti en muchas ocasiones, pero no te lo haré saber. Me gusta mucho verte aunque no te tenga jamás, aunque no te abrace como a mí me gustaría hacerlo.
Como te decía, llegará un día en que ese día será el más importante para ti, el más importante de tu vida, y nos veremos cara a cara y entenderás todo lo que ahora te intento contar. Me darás la mano. Yo te abrazaré con un abrazo como jamás nadie te habrá abrazado antes. De la mano pasearemos sin prisa y, disfrutando del momento, iremos hacia ese lugar que sabrás desde siempre y del de donde no querrás regresar. Será nuestra última cita, la última tuya porque a mí me estará esperando otra persona. Porque este es mi trabajo y no puedo evitar enamorarme de quien tengo que acompañar hasta su final y despedirla para siempre.
Este que te ama a su manera y jamás te olvidará,

Firmado:
La muerte

***

 
No era un escritorio al uso, sino la tapa de algún mueble usada como mesa. Lo recuerdo en mi casa desde siempre. Estaba muy desgastado y sobre la tapa había letras y palabras marcadas, hechas seguramente en momentos de aburrimiento al hacer los deberes o en los que me quedaba por un instante pensando en cualquier cosa.
Pasar por la superficie de esa madera la mano ahora, 40 años después, y especialmente sobre esas marcas, me ha hecho recordar una tarde muy especial...
Escribía una carta de amor. En ella hacía saber a quién iba dirigida, que entendía bien, que lo nuestro era un amor imposible. Intentaba decir sobre un papel lo que no me atrevía a decir cara a cara.
Al terminarla, la metí dentro de un sobre con su nombre y le puse colonia de mi hermano. La mía era demasiado infantil. La guardé en la cartera del colegio y, al terminar de beberme el vaso de leche, me fui corriendo. La tuve en el bolsillo todo el tiempo, pues no encontraba el momento de dársela sin que nadie me viera. Se acercaba la hora de salir y la carta aún estaba en mi bolsillo.
Era el último día de colegio y pasaría mucho tiempo hasta que volviésemos en septiembre e incluso, seguramente, no iría con ella. Tocó la campana de salida y los nervios se apoderaron de mí... Me empezaba a dar vergüenza mi cobardía. ¿Qué podría pasarme? Total, no es nada malo declararse y encima podría ser que dijera que sí, aun sabiendo que había muchas cosas en contra... (Sí, así de iluso era). De repente, se me ocurrió una idea.
Ya no había casi nadie en la clase. Solo quedábamos unos pocos niños corriendo por las mesas. Me acerqué a donde estaba ella recogiendo sus cosas y le dije:
A alguien se le ha caído este sobre al suelo y como tiene su nombre, Seño, imagino que será para usted.
Se la dejé sobre la mesa y salí pitando de allí por si la abría.

***


Recuerdo uno de tantos días que "obligatoriamente" iba a visitar a mi madre. Recuerdo que cada vez era la misma historia. Recuerdo especialmente ese día. Ella me repetía que la semana pasada no había ido a verla. Que se quería morir porque, qué hacía ella ya en esta vida sino molestar. Que le dolía el hombro a todas horas y que la otra noche estuvo a punto de morirse de lo mala que se puso y no nos llamó por no incomodarnos. Que un día iremos a verla y la encontraremos muerta. Que a ver cuándo traía a los hijos de mi hermano para que los viese, que se moriría y no los podría ver.
Así cada día que venía. Cada día lo mismo.
Mientras hacía como si la escuchara, miraba a través de la vieja ventana de madera repintada de barniz mil veces. Ese día llovía lentamente. Mientras ella soltaba toda la letanía yo solo pensaba una cosa: ¿Cómo le podría decir, hacerle ver lo hermoso que es ver llover, el regalo que eso es? ¿Cómo le podría explicar lo que se siente? ¿Cómo?
Ahora lo entiendo. Éramos egoístas los dos y hablábamos diferentes idiomas. Que ella, en su idioma, me decía: ¿Cómo le explico lo que se siente? Lo que es estar sola y necesitar cariño y no saber pedirlo.
¿Cómo para entendernos...?


Shiro Dani. Cafe con vistas. Ed. Babilonia, 2017



lunes, 27 de noviembre de 2017

4 poemas de LAS DIRECCIONES ESTELARES de PAOLA VALVERDE



CEREMONIA

Las Danzantes de la Luna
inauguran la fiesta
y el sonajero conduce al maíz
             de los cuatro colores

Salgo del círculo
            abrazo un árbol
le pido permiso para regresar

Mis hermanas
forman una voz antigua

El Fuego cambia todo lo que toca
ha llegado el orden




CUATRO TABACOS

I.

Mis ojos arden en la media luna
que ha diseñado
el guardián del fuego

Su cuerno palpita
como un astro
en la hoguera ceremonial

Estamos ante la puerta del Sur
atrás del arco
reza la voluntad del guerrero

Mi espalda es una cáscara de arcilla
resguardando el acceso

Nos cobija un árbol desierto
su poderosa raíz
irrumpe
como una vena saltada
en las piernas de mi madre

El abuelo habla
El tabaco de propósito nombra la confianza

Una mujer con alas
trae palabras invisibles
que le dictó el mar

Sus hijos duermen a los pies del remedio
Ella les acaricia el pelo

Soy el hombre que tengo al lado

Soy la estrella

Soy la hoja

Soy el perro

II.

Si las brasas dibujan un enorme corazón
y el polvo de estrellas cae en su centro
es hora de escuchar
la enseñanza de la lluvia

El tambor retumba

Una vez dijo un sabio
que no existe camino más certero
que aquel que conecta
la cabeza         con el corazón

La mujer cedro
enciende el tabaco del agua

En sus manos los sahumerios
son rocío
y brisa

III.

Estuve en el trance
de los alacranes
que pincharon el cielo

Mi madre elevó sus brazos
en busca de energía

Yo huí del círculo
y sucumbí al espanto

El águila incendió la montaña de cuarzo
con el tabaco del poder

IV.

La Madre Tierra ofrece cada día
la sangre de su útero

Contiene en el cuerpo
el agua de los ríos
el agua de los mares
y la que beberemos
al finalizar la ceremonia

El sol no ha muerto
está delineado en la hoguera

Las mujeres recogemos el fruto
y abonamos las entrañas
con la luna

El hombre planta en nuestros vientres
la semilla de  maíz

Nosotras honramos la existencia
                        con agua

La más sagrada de todas





LA SIEMBRA

Ahora que la soledad es tanta
los grillos me revientan los tímpanos

Tú no estás
y no haces falta
            porque estás
en  la danza de los ríos
que dice:                               
no temas
alguna vez serás igual de bella

Sale la luna de alguna caja o selva o tambor

Somos tan pequeños
            en verdad digo            pequeños

Dejo de escribir
para que el uni-verso se encargue de esa tarea

El verbo entra redondo
me rebalsa 
y no escribo más

Este es mi fin de mundo
después de aquí no hay cuerpo
ni turquesa

Ahora que estoy despierta
voy a comerme las flores
            sus espinas rupestres

En otra época estuve acá
y fui distinta
ahora
la eternidad rueda adentro de mi pecho
en forma de piedrita negra

¿Quién hundió la gubia en estos cerros?

Necesito parir un hijo
que se llame viento

ceniza que aún no es ceniza
y tiene su eternidad en la mariposa
que recrean mis ojos

Las estrellas nunca fueron estrellas
sino agujeros

Chiquita
prosigue
no temas a lo  inmenso

Nuestros ancestros lanzaron flechas al cielo
para romper la coraza que toca la inmortalidad

Alguna vez visité el fin de mundo
los últimos habitantes del planeta me acompañaron

Es rocoso
no hay nada que temer
ni nada de qué escapar
aquí los jabalíes me recorren
y yo       que tenía tanto miedo
aprendo que no es cuestión de cielo o infierno

Es el acercamiento a una nueva civilización
donde los grillos seguirán
reventándonos los tímpanos



LA COSECHA

Escucho el mar entre los árboles
su inmensa ola de viento

Estoy sembrada
Un sabio de raíces poderosas me observa desde su calma
tiene lianas recorridas por hormigas que trabajan al Norte de mi altar
-cesan las labores cuando son perseguidas por la lluvia-

Por este camino rojo rezo la humildad

En mi sangre despiertan los diseños que cuidan al fuego sagrado
Ayuno y entrego la palabra a cambio de visiones que alimenten a mi tribu
Miraré hacia el Este para reconocerme hija del Sol
Seré amanecer
Una señora de trenzas largas vendrá a visitarme
y en el bosque los inciensos revelarán destellos de su luz

Mientras la familia ofrezca agua al fuego
no tendré sed

Conecto los ojos a este cielo que fecunda la tierra
y nutre las hebras aferradas a cada grano de maíz

El tiempo es paralizado por insectos que gobiernan pensamientos
en las mentes de los buscadores

Han pasado cuatro días
Mis hermanos estarán siete, nueve o trece más
hasta completar la rueda

Pronto recuperaré la palabra
Vendrán a cosecharme



BIOGRAFÍA
PAOLA VALVERDE ALIER. Poeta y gestora cultural. Por 4 años dictó el taller literario del centro penal C.A.I. La Reforma (2002-2006). A finales de 2010 Editorial La Cartonera Tuanis de Costa Rica publicó su libro de poesía La quinta esquina del cuadrilátero, reeditado por Editorial ARLEKIN (Costa Rica, 2013) y Editorial Lápices de Luna (España, 2016). En 2014, su Jaime Gil de Biedma; en 2015 Bartender fue publicado por Editorial Perro Azul y obtuvo la Mención de Honor en el Premio Nacional de Poesía Aquileo J. Echeverría de Costa Rica. Su poesía ha sido traducida al árabe, portugués e italiano y seleccionada en diversas antologías (UNAM, ANAMÁ Ediciones, Voces de América Latina, Raffaelli Editore, Fili d ́Aquilone). Ha participado en diversos encuentros, festivales y ferias (Chile, Cuba, Nicaragua, Guatemala, El Salvador, Honduras, Bolivia, España, Puerto Rico). En 2017 publicó Las Direcciones Estelares (Amargord, España), Nocaut(Trabalis, Puerto Rico), De qué color es el verde (Poe, Guatemala) y fue la poeta costarricense seleccionada para representar a su país en el libro Legado de Generaciones de Flor de Caña. Actualmente es propietaria, junto a su esposo, el escritor hondureño Dennis Ávila, del Bar, Restaurante y Teatro Mágico: El Lobo Estepario, proyecto artístico ubicado en el corazón de San José.


domingo, 26 de noviembre de 2017

2 poemas de POEMAS PARA ABLANDAR LAS ROCAS de GUILLERMO VEGA ZARAGOZA



Vaivén

Para la Gab, que dice que nunca le han escrito un poema

I

mira si seré pendejo o despistado
que en este islote
no sé distinguir el sur del norte
tus vaivenes
me hacen sentir como una bicicleta
colgada del techo
con las ruedas al revés

me encabronas con una impaciente ternura
no he aprendido cómo acercarme a ti
erizo de piel suave y tostada
no sé descifrar tus acertijos
a veces tan ingenuos
como cuando te desatas el pelo
(siempre a las 11
te he tomado el tiempo)
y cae como cascada que se confunde con la noche

me gusta esto de saberme rodeado de agua
por los cuatro costados
no importa hacia dónde camine
siempre me voy a encontrar contigo
miro el mar y te veo
miro el puente y te veo
miro el atardecer y te veo
miro los barcos y te veo
pero no sé si van o vienen
igual que tú
es tan así
que no quiero mirarte y de todos modos te veo

eres una enfermedad
una especie de chancro delicioso
que se me ha metido en las entrañas
y del que no tengo intenciones de curarme

¿a quién chingados se le ocurre ser quien eres?
(y es que al parecer nomás con palabrotas entiendes)

esto me han dicho:
todos ustedes los poetas
nomás escriben de lo que no tienen
si quieren algo
pues nomás estiren la mano y agárrenlo
y dejen de estar fregando”
trasciende la psicología”
me dijeron.
no lo entiendo.
¿cómo voy a trascenderla si yo soy yo
y no me puedo dejar?
claro
ahora caigo
de eso se trata:
dejar de ser yo
para ser tú
para ser otro
para ser nosotros
para eso aún no estamos preparados.

(a estas alturas has de estar pensando:
este es un pendejo”)

todos estos días
dos palomas se la pasan zureando en la ventana
se pasean sobre la barda
van y vienen
persiguiéndose
así como tú
diminuto vendaval oscuro



II

mira si seré pendejo o despistado
que no me había enterado que vives
a cuatro cuadras de distancia
ahora ya sé dónde está tu casa
para ir a apedrearla
¿que por qué?
nomás de huevos
a ver si así despiertas de una vez
y dejas de hacerte la pinche víctima
(éste será el poema
con más palabrotas que haya escrito)

me caga que te ningunees
me caga que no valores lo que haces
me caga
(no me discutas
carajo)
que no sepas ya que eres tan grande
que desde hace un buen rato
este islote te ha quedado chico
para todo el mujerón que eres
que has sido
y que vas a ser

poeta maldita
maldita poeta de libritos a 200 pesos
deja de compadecerte y lánzate al abismo
(ya sabes que del madrazo no te salvas)
pero en una de ésas aprendes a volar solita
sin tener que cortarte las venas

otras cosas que me cagan:
que naciste en el norte pero en realidad eres del sur
(me confunde y me encabrona)
que te pongas vestiditos que dejan al descubierto
tus brazos y tus piernas
(voy a cortártelos para comérmelos)
que hagas lo que te da tu regalada gana
sin pedirle permiso a nadie
ni pedir disculpas por las barbaridades que profieres

me caga no haber escrito aquel cuento juntos
me caga no entender lo que debería haber entendido
me caga que esto ya ni es poesía sino puro
pinche desahogo
me caga mirarte y saberte tan lejos
(ahí vas con la psicología)

está bien
voy a dejar de quejarme
voy a estirar la mano y tomar lo que quiero
y dejar de escribir esto porque no te tengo



III

mira si seré pendejo o despistado
que creo que es poesía cualquier cosa que escribo

me voy a sentar a esperar a que me escribas un poema
donde me pidas que regrese o que no me vaya
me voy a sentar a esperar a que regreses
a que te vayas y regreses
en uno más de tus vaivenes interminables

desde aquí
es imposible escapar del sol
del mar y del amor
(me había prometido
no mencionar esa palabra en este poema)
de la mierda y la estupidez
del desaire y el abandono
del terror y la soberbia
del dolor y la ternura
del padre y de la madre
(yo por eso ya me deshice de ellos
bien muertos y enterrados que están)
escapar de uno mismo


desde este lado de la ventana
sólo se ve la pared y las palomas encima
persiguiéndose
zureando agobiadas
como si agonizaran
(qué ganas de degollar palomas
qué ganas de degollar puercos
qué ganas de degollar hombres)

desde aquí escucho las campanas
los cantos de la iglesia
con este calor
hace rato que dios se mudó a otro lado
y nadie parece haberse dado cuenta

en este abismo al que nos lanzan las madres inconcientes
sólo dos cosas nos quedan por hacer
sobrevivir y sobrevivir
el suicidio es una forma poco elegante
de expresar el asco que sentimos
prefiero la capitulación lenta
pero efectiva
de la podrida existencia


Hay mujeres

Hay mujeres
que llegan tarde
que piden disculpas
que te invitan un café a las doce
que venden libros
que te cuentan su vida a la hora de la comida
que se divorciaron
que se casaron con el hombre perfecto
que enviudaron
que tienen hijos preciosos
que son dispersas y despistadas
y se enamoran de poetas

Hay mujeres
que te encuentras en la calle por casualidad
que te invitan a cenar a su casa
que se dejan masajear en la madrugada
que reciben llamadas de amor a deshoras
que se invitan solas a comer
que se van a la mitad de las fiestas
con todo y su cabello ensortijado
por las que mandarías todo al diablo
con las que quisieras compartir la vida
de las que te enamoras sin remedio

Hay mujeres
que no quieren regresar a su casa
que te piden asilo en tu cuarto de hotel
que te miran tiernamente
que tienen retortijones inoportunos
que sonríen hermosamente
que se dejan besar por hombres solos
que se fotografían contigo
y salen enamoradas de ti en esas fotos
que pasan la noche contigo
que se arrepienten de lo que acaban de hacer
que te abandonan antes del amanecer
que te piden que las olvides
y regresan y te vuelven a besar
que te despiden en la terminal de autobuses
que te piden de nuevo que las olvides
y a las dos horas ya te están volviendo a llamar

Hay mujeres
a las que les hablas a diario
por las que no puedes dormir
que se ven preciosas en la tele
que les encanta lo que escribes
que te presumen con sus amigas
que se la pasan pensando en ti
y se enamoran perdidamente
que te invitan a que las veas trabajar
de las que todos están enamorados
que te llevan a comer con sus papás
que les compran pinturas a los principitos
que tienen bellas princesas como hijas
que regresan con otro que se llama igual que tú
por las que viajas diez horas para verlas
que te llevan a moteles pero no dejan que las beses
que tienen miedo de enamorarse
de enloquecer un poco
de perder su estabilidad
de no cumplir a la perfección su papel de madre
que prefieren tener a su lado un ujier
que a un hombre de verdad

Hay mujeres
a las que les escribes poemas en la madrugada
a las que quieres ver todos los días
por las que dejas botado el trabajo
que te llevan a dormir a sus casas
que te arropan y te cuentan cuentos
que te regalan chocolates
que se duermen mientras manejan en la carretera
a las que les recitas poemas de Sabines
que tienen secretos que sólo te cuentan a ti
que te dejan a mitad de la calle
que te envían mensajes a la misma hora
en que tú se los mandas a ellas
que se pierden al manejar en la ciudad
que no te responden el teléfono

Hay mujeres
que te visitan muy temprano los domingos
y te abandonan muy temprano los domingos
que te dejan su aroma entre los dedos
a las que les escribes cartas de despedida
que responden de inmediato
porque siempre quieren tener la última palabra
que te abandonan como un juguete roto en el parque
y las vas a desear toda la vida

Yo las he conocido a todas y todas tienen el mismo nombre



Guillermo Vega Zaragoza. Poemas para ablandar a las rocas. Abismos casa editorial, 2016