Vaivén
Para
la Gab, que dice que nunca le han escrito un poema
I
mira
si seré pendejo o despistado
que
en este islote
no
sé distinguir el sur del norte
tus
vaivenes
me
hacen sentir como una bicicleta
colgada
del techo
con
las ruedas al revés
me
encabronas con una impaciente ternura
no
he aprendido cómo acercarme a ti
erizo
de piel suave y tostada
no
sé descifrar tus acertijos
a
veces tan ingenuos
como
cuando te desatas el pelo
(siempre
a las 11
te
he tomado el tiempo)
y
cae como cascada que se confunde con la noche
me
gusta esto de saberme rodeado de agua
por
los cuatro costados
no
importa hacia dónde camine
siempre
me voy a encontrar contigo
miro
el mar y te veo
miro
el puente y te veo
miro
el atardecer y te veo
miro
los barcos y te veo
pero
no sé si van o vienen
igual
que tú
es
tan así
que
no quiero mirarte y de todos modos te veo
eres
una enfermedad
una
especie de chancro delicioso
que
se me ha metido en las entrañas
y
del que no tengo intenciones de curarme
¿a
quién chingados se le ocurre ser quien eres?
(y
es que al parecer nomás con palabrotas entiendes)
esto
me han dicho:
“todos
ustedes los poetas
nomás
escriben de lo que no tienen
si
quieren algo
pues
nomás estiren la mano y agárrenlo
y
dejen de estar fregando”
“trasciende
la psicología”
me
dijeron.
no
lo entiendo.
¿cómo
voy a trascenderla si yo soy yo
y
no me puedo dejar?
claro
ahora
caigo
de
eso se trata:
dejar
de ser yo
para
ser tú
para
ser otro
para
ser nosotros
para
eso aún no estamos preparados.
(a
estas alturas has de estar pensando:
“este
es un pendejo”)
todos
estos días
dos
palomas se la pasan zureando en la ventana
se
pasean sobre la barda
van
y vienen
persiguiéndose
así
como tú
diminuto
vendaval oscuro
II
mira
si seré pendejo o despistado
que
no me había enterado que vives
a
cuatro cuadras de distancia
ahora
ya sé dónde está tu casa
para
ir a apedrearla
¿que
por qué?
nomás
de huevos
a
ver si así despiertas de una vez
y
dejas de hacerte la pinche víctima
(éste
será el poema
con
más palabrotas que haya escrito)
me
caga que te ningunees
me
caga que no valores lo que haces
me
caga
(no
me discutas
carajo)
que
no sepas ya que eres tan grande
que
desde hace un buen rato
este
islote te ha quedado chico
para
todo el mujerón que eres
que
has sido
y
que vas a ser
poeta
maldita
maldita
poeta de libritos a 200 pesos
deja
de compadecerte y lánzate al abismo
(ya
sabes que del madrazo no te salvas)
pero
en una de ésas aprendes a volar solita
sin
tener que cortarte las venas
otras
cosas que me cagan:
que
naciste en el norte pero en realidad eres del sur
(me
confunde y me encabrona)
que
te pongas vestiditos que dejan al descubierto
tus
brazos y tus piernas
(voy
a cortártelos para comérmelos)
que
hagas lo que te da tu regalada gana
sin
pedirle permiso a nadie
ni
pedir disculpas por las barbaridades que profieres
me
caga no haber escrito aquel cuento juntos
me
caga no entender lo que debería haber entendido
me
caga que esto ya ni es poesía sino puro
pinche
desahogo
me
caga mirarte y saberte tan lejos
(ahí
vas con la psicología)
está
bien
voy
a dejar de quejarme
voy
a estirar la mano y tomar lo que quiero
y
dejar de escribir esto porque no te tengo
III
mira
si seré pendejo o despistado
que
creo que es poesía cualquier cosa que escribo
me
voy a sentar a esperar a que me escribas un poema
donde
me pidas que regrese o que no me vaya
me
voy a sentar a esperar a que regreses
a
que te vayas y regreses
en
uno más de tus vaivenes interminables
desde
aquí
es
imposible escapar del sol
del
mar y del amor
(me
había prometido
no
mencionar esa palabra en este poema)
de
la mierda y la estupidez
del
desaire y el abandono
del
terror y la soberbia
del
dolor y la ternura
del
padre y de la madre
(yo
por eso ya me deshice de ellos
bien
muertos y enterrados que están)
escapar
de uno mismo
desde
este lado de la ventana
sólo
se ve la pared y las palomas encima
persiguiéndose
zureando
agobiadas
como
si agonizaran
(qué
ganas de degollar palomas
qué
ganas de degollar puercos
qué
ganas de degollar hombres)
desde
aquí escucho las campanas
los
cantos de la iglesia
con
este calor
hace
rato que dios se mudó a otro lado
y
nadie parece haberse dado cuenta
en
este abismo al que nos lanzan las madres inconcientes
sólo
dos cosas nos quedan por hacer
sobrevivir
y sobrevivir
el
suicidio es una forma poco elegante
de
expresar el asco que sentimos
prefiero
la capitulación lenta
pero
efectiva
de
la podrida existencia
Hay
mujeres
Hay
mujeres
que
llegan tarde
que
piden disculpas
que
te invitan un café a las doce
que
venden libros
que
te cuentan su vida a la hora de la comida
que
se divorciaron
que
se casaron con el hombre perfecto
que
enviudaron
que
tienen hijos preciosos
que
son dispersas y despistadas
y se
enamoran de poetas
Hay
mujeres
que
te encuentras en la calle por casualidad
que
te invitan a cenar a su casa
que
se dejan masajear en la madrugada
que
reciben llamadas de amor a deshoras
que
se invitan solas a comer
que
se van a la mitad de las fiestas
con
todo y su cabello ensortijado
por
las que mandarías todo al diablo
con
las que quisieras compartir la vida
de
las que te enamoras sin remedio
Hay
mujeres
que
no quieren regresar a su casa
que
te piden asilo en tu cuarto de hotel
que
te miran tiernamente
que
tienen retortijones inoportunos
que
sonríen hermosamente
que
se dejan besar por hombres solos
que
se fotografían contigo
y
salen enamoradas de ti en esas fotos
que
pasan la noche contigo
que
se arrepienten de lo que acaban de hacer
que
te abandonan antes del amanecer
que
te piden que las olvides
y
regresan y te vuelven a besar
que
te despiden en la terminal de autobuses
que
te piden de nuevo que las olvides
y a
las dos horas ya te están volviendo a llamar
Hay
mujeres
a
las que les hablas a diario
por
las que no puedes dormir
que
se ven preciosas en la tele
que
les encanta lo que escribes
que
te presumen con sus amigas
que
se la pasan pensando en ti
y se
enamoran perdidamente
que
te invitan a que las veas trabajar
de
las que todos están enamorados
que
te llevan a comer con sus papás
que
les compran pinturas a los principitos
que
tienen bellas princesas como hijas
que
regresan con otro que se llama igual que tú
por
las que viajas diez horas para verlas
que
te llevan a moteles pero no dejan que las beses
que
tienen miedo de enamorarse
de
enloquecer un poco
de
perder su estabilidad
de
no cumplir a la perfección su papel de madre
que
prefieren tener a su lado un ujier
que
a un hombre de verdad
Hay
mujeres
a
las que les escribes poemas en la madrugada
a
las que quieres ver todos los días
por
las que dejas botado el trabajo
que
te llevan a dormir a sus casas
que
te arropan y te cuentan cuentos
que
te regalan chocolates
que
se duermen mientras manejan en la carretera
a
las que les recitas poemas de Sabines
que
tienen secretos que sólo te cuentan a ti
que
te dejan a mitad de la calle
que
te envían mensajes a la misma hora
en
que tú se los mandas a ellas
que
se pierden al manejar en la ciudad
que
no te responden el teléfono
Hay
mujeres
que
te visitan muy temprano los domingos
y te
abandonan muy temprano los domingos
que
te dejan su aroma entre los dedos
a
las que les escribes cartas de despedida
que
responden de inmediato
porque
siempre quieren tener la última palabra
que
te abandonan como un juguete roto en el parque
y
las vas a desear toda la vida
Yo
las he conocido a todas y todas tienen el mismo nombre
Guillermo Vega Zaragoza. Poemas para ablandar a las rocas. Abismos casa editorial, 2016