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viernes, 1 de diciembre de 2017

3 poemas de LA MUJER ABOLIDA de VICENTE GUTIÉRREZ ESCUDERO









La amada abolida frente a un fregadero sucio,


la amada abolida disfrazada de guerrillera kurda,


la amada abolida rodeada de estalactitas


que crecen más rápido que sus uñas,


sitiada por ilusiones ópticas


que la someten a las obligaciones del yo.






A su lado


el espectro de un violador,


de un maestro de escuela,


de un peluquero trágico,


la obligan a ir vaciándose de realidad






pues todo


lo que la reconstruye






por medio de lo que es medible,


a saber:


su salario mínimo interprofesional,


su concentración de oxitocina en sangre,






por medio de lo que es pedagogizable,


a saber:


su forma de parir,


sus coitos sin cortesía,






por medio de lo que es punible:


a saber:


sus partos clandestinos,


la desescolarización de sus propios hijos,






la convence para que aspire a ser, aunque no quiera, el espejismo aseado.






***






Ella aparece ante mi cama con un aro sellado.


Lo bueno de ese aro sellado


es que en él están escritos su número de identificación


y su fecha de nacimiento.


De modo que sé que puedo entrar en ella.


Yo entro en ella.


Yo abro la puerta.


La recuerdo que va a tener un tutor.


Le robo diez minutos.


Su menstruación marcó unas fechas.


La beso al empezar y otra vez poco antes de que acabemos.


Durante ese intervalo de tiempo


procuro alimentarla de la mejor manera posible.


Al acabar yo la debo abrazar.


Yo lo tengo que hacer.


Después dejo pegado un posit en su cuerpo.


Yo la tengo que devolver vacía.


Yo lo tengo que hacer, yo


la tengo que recordar vacía pero


qué me entrega en su lágrima,


qué oculta,


qué retiene


la gran lágrima industrial,


confunsional,


fractal,


inesperada


de la amada abolida.









A la luz de la caza de brujas






Observo un interminable desfile


de mujeres proletarias


violadas en pandilla


bajo el consentimiento estatal del siglo XIV.






Observo


un lúgubre carruaje


que trasporta miles de sanadoras,


matronas,


y curanderas


juzgadas


por científicos,


médicos,


y tribunales civiles


condenadas


y


encarceladas


en nombre de la Ilustración.






Más aún: despedazadas


en nombre de la racionalidad


y el empirismo.






Más aún: carbonizadas


bajo el consentimiento


de jueces seglares y eclesiásticos.






Desde su altar de sacrificios


yo


escupo en la cara de esos hombres.










Pero he aquí


que los fragmentos perdidos de todas esas mujeres


en las últimas etapas de la cadena de montaje,


en esta última fase de bombardeo sígnico ininterrumpido


en este último periodo agónico de la modernidad,


se reciclan simbólicamente,


se restauran alegóricamente


puesto que los gestores de su sexualidad


necesitan de su fuerza de seducción.










Sus codos, vientres, pómulos,


desfraternizados


se reensamblan,


en una fábrica de hielo,


lejana,


insostenible.






Datos biográficos.


Un perfil personal.


Un video-currículum.


Una actriz disfrazada de enfermera.


Un gangbang filmado en un garaje.


Al pulsar sobre ellas se amplían.


Requieren de nuestra colaboración;


basta con que marquemos


las “estrellas” o el “me gusta” de la parte inferior.


Si pinchas sobre sus pezones con el botón derecho


sale “Guardar”.


Todo levísimo y grotesco.






Se pueden calificar de 1 a 10.


Un cabo suelto que grita


para no ser salvado.






Un anzuelo,


un islote.






En realidad, pulsamos en ellas


para sentirnos fuera de este mundo,


para seguirlas desnudando,


mutilando,


desmenuzando.






Pero además


un viejo orden subsiste en su organismo.






Ellas mismasexigen una química.






Bajo el auspicio de la industria farmacéutica


medicalizan sus coitos


con condones y anticonceptivos,


patologizan sus órganos


con sustitutos dietéticos y cremas antiarrugas,


serenan su pensamiento


con tranquilizantes y antidepresivos.






Todo ocurre


en lo más recóndito de sus cuerpos


sometidos a supersticiones médicas y a estafas.






Su conciencia siempre se planifica.


Su significado siempre se negocia.










Ayer y hoy


se la diviniza


al quemarla,






ayer y hoy


se la desarma


al protegerla,






ayer y hoy


se la segrega


al engalanarla,






ayer y hoy


se la descifra


al medicarla,






como artefactos cautivos


del capital global,






como precondiciones imprescindibles


para la descomposición social perpetua.







Vicente Gutiérrez Escudero
Poemas del libro "La mujer abolida" (Editorial El Desvelo, 2017)

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