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sábado, 20 de enero de 2018

LUJOSA POBREZA, MATERIALISMO POÉTICO Y REENCANTAMIENTO CIVILIZATORIO: LAS PROPUESTAS DE EMILIO SANTIAGO MUÍÑO


Entre el hedonismo homicida que alimenta la expansión militar capitalista y la frugalidad mortificante que algunos conciben como alternativa sólo hay un camino posible: buscar la austeridad en el consumo de energía y materiales y buscar, complementariamente, la abundancia de tiempo, de relaciones sociales, de sentidos significativos, de experiencias maravillosas. Esto desborda con mucho una mera cuestión biográfica. Por ejemplo, interesantes experiencias de comunidades pos-capitalistas fracasan por quedar enfangadas en la supervivencia sin más. En este sentido, incluso un predicador del esfuerzo y enemigo declarado de las borracheras como Félix Rodrigo Mora se ha dado cuenta que no sólo de levantar la piedra vive Sísifo, y se lanza a la defensa del erotismo y la poesía en unas palabras que, sustituyendo algunos términos a mi juicio inapropiados, podrían ser asumidas por cualquier revolucionario de la vida cotidiana: “en unos tiempos de bajo tono vital y depresión, cuando el sujeto medio se siente apático e incluso exhausto, necesitamos retomar dos de las expresiones capitales de lo humano, la estética y la erótica, para euforizar nuestras vidas, haciéndolas poderosas y magníficas”.
Pero ser capaces de construir una idea de vida buena, incluso de vida en plenitud, basada en unos votos colectivos de lujosa pobreza es mucho más que un reto personal o comunitario. Es, exactamente, la disputa que determinará el futuro del mundo. Si no somos capaces de proponer un proyecto revolucionario en el que la reducción del consumo energético y material sea una aventura excitante, los imaginarios colectivos bascularán hacia soluciones totalitarias, que prometan conservar algo de la opulencia perdida por el ecocidio, aunque sea al precio de desatar el genocidio. (…)
La reivindicación surrealista de la poesía implica una redefinición que rompe con el uso común del término poético: la poesía desborda con mucho el poema para hacer referencia a un modo de estar en el mundo. Se entiende así  por poesía toda acción que tienda a dignificar y elevar la vida del ser humano, desplegando lo mejor de su condición. La poesía se realiza en el cumplimiento del deseo concreto, en el recentramiento la experiencia, y se siente como disfrute de la soberanía vital. También en el contacto con lo maravilloso, esa cualidad de ciertos fenómenos del mundo que producen un lapsus de admiración, por pérdida en la extensión de la realidad y una vivencia de la plenitud (Mumford). Desde estas coordenadas, la poesía puede manifestarse entonces en formas potencialmente infinitas: en el amor, en la amistad, callejeando, en un disturbio, en la pereza robada y en el esfuerzo querido, o también en un poema, una canción o un postre. La poesía se da en todas las épocas y en todas las circunstancias y es irreductible ante cualquier alienación, porque está en su esencia ser un fin en sí misma, y por tanto algo inútil en términos instrumentales.
La poesía así entendida es algo común: lo poético es una experiencia que todo ser humano puede tener, tiene o ha tenido, sin excepción. Frente a la concepción aristocrática que subyace a la cosmovisión artística que atraviesa todo nuestro sistema cultural, la poesía como objetivo y como mito social prefigura un sistema cultural completamente distinto: el comunismo del genio.
Arraigar la poesía como contenido de civilización es una tarea que exigirá un largo proceso de clarificación, hoy todavía en fase de balbuceo en la boca de muchos revolucionarios en todo el planeta, y que en el Grupo Surrealista de Madrid hemos denominado materialismo poético. El materialismo poético no será una doctrina cerrada, sino un proceso de cabotaje teórico (en base a ciertas prácticas concretas) así como una reflexión sobre las condiciones de su contagio. Y por supuesto su destino es no ser más que un pequeño afluente que se pierda en el caudal majestuoso y fértil (Lautréamont) de la revolución.
Emilio Santiago Muíño, “Colapso capitalista y reencantamiento civilizatorio: notas para pensar la contribución histórica del materialismo poético”, Salamandra 21-22, Madrid 2014.

En:

Jorge Riechmann. ¿Vivir como buenos huérfanos? Ensayos sobre el sentido de la vida en el Siglo de la Gran Prueba. Ed. Catarata, 2017


1 comentario:

  1. La persistencia de la civilización no es mas que la búsqueda de una tabla que resista al naufragio en lo militar y al impulso primario del poder de fagocitar la ética.

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