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domingo, 19 de mayo de 2019

O poema triste de Deus /El poema triste de Dios de Fernando Cabrita (fragmentos V)





















VII
En aquel tiempo dijo dios, levantando la mirada de las pipetas y de la tina:
Y vosotros, que me escucháis, cerrad estas palabras y sellad el libro hasta el final de los tiempos;
y observad que la lluvia siempre será lluvia aunque le llaméis lágrimas de dios.
Y que regará los campos y producirá cosechas o
/ miserias,
húmedas bendiciones o diabólicas inundaciones, y mojará dioses y hombres, criaturas y creadores, tótems de arcilla o de viejo roble
y seguirá siendo lluvia, beneficiosa o cruel; y podéis decir lo que digáis,
llamadle divina,
líquida deidad emanando de mi sagrado corazón, plúmbea liquidez del Olimpo,
agua sagrada,
lo que sea, en ese vuestro decir hiperbólico, es lluvia. Simple, clara, limpia lluvia.
Y pensad que yo fui creado a vuestra imagen y
/ semejanza, y que cada piedra,

cada betilo,
todo meteorito que adoréis
es tan solo una pequeña parte de un mundo completo, de un universo que rueda y crece desde el inicio
de los tiempos,
y que por mucho que llaméis a las órbitas señales de
/ dios.
a la precisión de los rumbos el dedo de dios,
a la indefinición de los vientos el soplo de dios, a la condensación de los cielos la llama de dios y a la erosión de las rocas las Leyes de dios,
son otras las leyes, que el mismo Dios desconoce, que el mismo dios contradice,
otras soplos, otras respiraciones de aire, otras exactas atmósferas,
todo lo que los que hablan por dios y en nombre de
/ dios
siempre intentan invariablemente negar siempre con fuego, con cilicios,
con látigos,
con castigos y penas,
con decapitaciones y tortura, con masacres y hecatombes,

y siempre serán órbitas y rutas
y vientos
y pesada humedad
y deshechas montañas, una y otra vez, incluso si no hay dios,
incluso más allá de todos los dioses muertos y olvidados
incluso y después de todo los dioses derribados por
/ los siglos
y serán rutas y vientos y pesada humedad aunque se muera dios en el alma de los creyentes aunque permanezca dios en la penuria y en la
/ crueldad de los tiempos.
Y sabed que se levantarán los altiplanos aunque los dioses caigan.
¿Me siento orgulloso? Claro. Y vanidoso, cómo no.
Y contento y agradecido, por supuesto,
por atribuidme vosotros, creadores de mi divina
/ criatura,
que sea yo el autor del mundo y de las reglas que lo conforman,

que sea de mi exhalación de donde se alcen los
/ vapores de la tierra
y que yo cribe de horizontes y arco iris las extremidades del mundo
y haga los relámpagos para los días de lluvia
y engendre en los inmensos volcanes la lava y el fuego y que cree de salto en salto los truenos y las
/ tempestades
y que arranque de los vientos sus tesoros de brisa
y que entre el sándalo de los días si creía oír a veces
/ mi voz turbia
y que sobre los océanos naveguen las naves bajo mi protección hasta que se hundan
y que todo se me atribuya para bien o para mal, en la salud y en la enfermedad.
Pero mirad que yo estoy viejo, mirad mi barba de anciano cansado, mirad mis dedos torcidos,
mi mano derecha aterida,
y como voy cada día más despojado de poderes y milagros
o de efusivos cantos sagrados salmodiados en la neblina,

que cada paso que dais para descubrir el mundo es una arruga marcándose en mi cara,
y una idea de Dios que desvanece,
y una oración menos en los labios de alguien.
Y que cada conocimiento vuestro se extiende sobre una memoria de mí que se desvanece.
Mirad cómo fui fuerte, inmenso, poderosísimo sobre todas las cosas;
considerad mi rostro todopoderoso sobre timoratas naciones;
recordad mi Casa altiva sobre los destinos del Mundo; pero eso fue cuando rastreabais en la ignorancia
de las cosas del cielo,
cuando os daban miedo todos los misterios de la tierra abriéndose,
cuando todavía no se os daba a conocer el mar y los cuervos graznaban sobre el miedo de los
/ pueblos,
cuando la gravedad era apenas un peso muerto en vuestras mentes
y en vuestras almas
y el hielo de la edad antigua era un asombro en vuestro espíritu

vacío de explicaciones,
y la muerte no os concedía tregua y ni se dejaba percibir;
pero ese dios fue otro.
Ese que fui, agigantado y duro, imprevisible y crudo,
burbuja hoy en estas pipetas y en estas láminas. Hoy me licuo entre bosones y átomos, en la perpetua danza;
traigo en mí todos los nombres, los mayores y los menores:
ciclo,
evaporación, libido, inconsciencia, oceanografía ozono, isostasia, electricidad,
pulsar de estrellas, fluido, darwinismo, galaxia, dinámica, carbono, arquitectura, virus, psicoterapia,
onda gravitacional, electroshock, biogenética, química, energía, relatividad, fisión, televisión, nanoingeniería;
y que los ríos van al mar, aunque yo les ordene que no,

y la nieve desciende del cielo, incluso contra mi
/ voluntad,
y la semilla brota si la lanzáis a tierra y la regáis, vosotros sembrador y pan,
vosotros llano y loma, vosotros pastor y cabra, vosotros polvo de la nada y polvo del mundo.
Y que un increíblemente vasto universo se equilibra en sí mismo sin cuidar mi nombre o mi Casa,
y los abismos del mar persisten
y las fuentes manan y la vida insiste.
Y un día todos vosotros entenderéis quién es la Criatura. Y quién es el Creador.
Así sea! Ite, missa est!

Olhão, 12 de marzo de 2016





Fernando Cabrita. O poema triste de Deus /El poema triste de Dios. Poesía Garum. 2019

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