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sábado, 22 de agosto de 2020

[quebrada tres]




 

Náusea la mirada por encima del hombro,

náusea la algarabía de los jóvenes pitucos de los barrios del Golf y California,

náusea el pollo broster que sirven en el Mall a las damas de cejas tatuadas,

náusea los doctores de todo, los licenciados de todo,

náusea santiguarse y entregarse al destino que Dios quiera,

náusea cada uno de los gringos que se llevan la plata a manos llenas,

náusea los políticos corruptos, los de salón y los de cocinita,

náusea cada carro brillando en las aceras,

náusea los bidones llenos de agua apilados delicadamente en Tottus,

náusea el euro, el dólar, el miserable sol domesticado;

náusea el ceviche prohibido en Huanchaco o en Viru,

náusea cada libro de texto recién forrado,

náusea cada abogado, cada juez, la justicia;

náusea cada recién peinada en la peluquería,

náusea los zapatos brillantes, los pantalones nuevos, las camisas planchadas;

náusea los nuevos ricos y los viejos,

náusea los escaparates y las vitrinas llenas,

náusea los cajeros automáticos,

náusea el celular sonando en las esquinas,

náusea el que da limosna y te sonríe,

 

náusea un simple grifo abierto manando sin medida.

  

Luis Felipe Comendador. Las afueras. A Fortiori Editorial. Bilbao. 2020. 2ª Ed.

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