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miércoles, 30 de septiembre de 2020

EL ALMA DE UNA REINA




Rafael Alcalá. De la voz interna de Juana. (Ed. Amazon, 2020)

A esta mujer (Juana I de España), evidentemente maltratada por su

entorno en todos los momentos de su vida, acaso debido a su

hipersensibilidad y su difícil capacidad de respuesta, sólo le queda para

subsistir, el ensimismamiento, el íntimo diálogo con el tiempo y el espacio

lóbrego en que se vio prisionera.

La poesía de Rafael Alcalá, nos ha dejado evidencias, en algunos de sus

libros, de su preocupación por “el otro”. Ello se hace evidente aquí, donde

por medio de la prosopopeya, la metáfora y el dominio del lenguaje, nos

muestra explícitamente la angustiosa verdad de la Reina Juana.

Me permito traer, abigarrados, algunos versos de este hermoso poemario,

que vuela o se sumerge en la Historia, para dejar al desnudo lo más

profundo de la verdad y los sentimientos de una gran mujer:

Sólo quiero su amor, / aunque en humo se pierda repleto de falsía. O este

otro: Ya soy la prisionera de Felipe /¡ciñendo la corona de Castilla!

(Refiriéndose, claro, a “su” Felipe.)

Solamente la música consigue mi equilibrio. (Pocos momentos de

serenidad y de paz encontraría, la pobre.)

Y, otra vez referido a Felipe: No existe mayor fuerza que el amor.

Constatando la falta de cariño de su padre: nada me sobrecoge, ni siquiera

este encuentro / con quien me dio la vida. Ahondando en su propio dolor:

Que mi pena está escrita desde antiguo / en el libro templado de los

tiempos.

Dolorosamente herida por el desprecio de su propio hijo: ¡Creía que ser

madre era subir al trono / del cariño inmortal del hijo poseído!

Evidenciando lo terrible de su soledad: La soledad más recia será mi gran

amiga, y el dolor que ello le causa: Los días son puñales / que traspasan el

alma sin descanso. O éste, igualmente amargo: La desesperación es mi

bandera. Y, finalmente, cito estos versos, aparentemente simples, pero

clarificadores: mientras mi frágil corazón se abrace / al árbol de la vida.

Todo el libro es un compendio de expresiones arrancadas a un alma que él

intuye y percibe sensible y delicada, pero capaz de agarrarse

apasionadamente a la vida y a lo que en ella representa su propia

presencia.

Hoy, en tiempos de lo material y lo meramente estético, merece la pena

dejarse herir o acariciar por estos versos.


                                                                                     Juan Sebastián



1

 

 

En Tordesillas,

a principios de marzo de 1509,

aspiro el humo oscuro

del tiempo desmayado

sobre mi forma estéril.

No siento crepitar mi corazón

en la cegada piedra del silencio.

¿Hacia dónde dirijo mis pasos en la noche

siempre eterna?

¿Hacia el alba?

¡No!

¡No hay amaneceres luminosos!

Por las almenas sólo se adentra oscuridad.

Los soldados de guardia son estatuas de hielo.

No tengo corazón, tengo memoria

que se acerca despacio hasta mi cama,

al tiempo

que suena la campana más alta de la torre

tañendo, acompasada,

un profundo sonido de tristeza.


martes, 29 de septiembre de 2020

2 poemas de PAN Y HIERRO de PABLO MÜLLER

 



LA SANGRE EN LA BOCA

 

Es la sangre, el hilillo que cae

junto a la lágrima rabia

por la cara abofeteada,

del joven grande, con los ojos rápidos

que asustan al guarda del patrón,

y desde ese miedo vuelve

a golpear, despacio, sin pausa,

para conquistar su miedo, el miedo

del nadie, el miedo

que lleve al trabajo por miedo

a perder el sustento de la soldada.

 

Esa es la última sangre de jornal para el amo,

Víctor Ortiz en el otoño marcha del pueblo,

sigue el murmullo de los doce mil mineros,

que rompen el hierro y la carne al cielo

abierto para el inglés.

 

EL VÍNCULO Y EL TERRITORIO

 

Gertrudis a la que llamaron Felixa por error:

un nombre que suena a postre y nueces

y que rompía los palos apoyándolos en la rodilla,

y leía todos los días el periódico de ayer.

Ese es el nombre de mi territorio.

Como el suyo era Manuela en el agosto del pan,

Francisco y su vino de enero.

 

Cecilia que habla en varios de los idiomas

de los pájaros, y era pequeña como las ardillas,

y en su mirada recogía miedos al instante,

y los envolvía en mantequilla y azúcar.

Cecilia es el nombre de mi pueblo,

el lugar desde donde se enuncian los derechos

y deberes de mis vecinos los barrenderos.

Como el suyo era Victor que en su boina se posaban

las palomas para preguntar el camino de vuelta,

los grillos que estropeaban con su canto el estruendo

de las explosiones de la dinamita.

Como el suyo era Marcelina pequeña niña de las minas

como la letra bordada en el rojo hierro,

que con su media sonrisa escarbaba,

las patatas viejas del huerto del frío.

 

En la memoria que dejó José y sus dos corbatas

del mismo color: una para los días tristes y otra

para salir a pasear con el hijo ciego.

 

En la memoria de Severo, los días serios y Marcelino

para los alegres y que confundía los nacimientos

de sus hijos porque siempre se llenaban las calles

del tumulto de la esperanza.

 

Esos son los nombres de mis territorios:

por cada uno de la tierra de donde les expulsaron,

donde les hicieron dolor,

por cada uno de la tierra donde vivieron,

hay un lugar que llenaron

de vínculos y palabras, de gestos y bienvenidas:

de una conversación con el deseo de vivir.

 

 


Pablo Müller. Pan y Hierro. 4 de agosto Ed. 2019

lunes, 28 de septiembre de 2020

EL AGUA CONFUNDE LA SANGRE



 

“no tienen frenos mecánicos muchos vagones

de ferrocarriles mineros”(4), tiene el cortador de puros

cromadas sus cuchillas, el suave tacto de la plata,

“ni guardabarreras algunos pasos de nivel”

forjado de hierro dulce la puerta de entrada, la casa

junto al mar, cenefas y lanzas acabadas lindas,

como algodón egipcio, como mano de niño,

“ni cobertizos algunos tranvías aéreos

sobre ciertas vías, que debía protegerse

de los desprendimientos de mineral”

vuelan confetis de fiesta, caramelos envueltos

de malvavisco y perras gordas de bautizos

“ni se avisa con mucha formalidad el momento

de la voladura de los barrenos.” y confunde el agua

en los lavaderos el óxido de hierro y la sangre

de los mineros que escuchan tarde la señal.

 

(4) Las cursivas pertenecen al informe de la Comisión de Reformas Sociales (1885) sobre la situación de la zona minera de Bizkaia.

 

 

Pablo Müller. Pan y Hierro. 4 de agosto Ed. 2019

domingo, 27 de septiembre de 2020

3 poemas de PAN Y HIERRO de PABLO MÜLLER


 



LA ALEGRÍA EN UN TROZO DE PAN

 

En tu sangre, hijo, convive

la alegría de un trozo de pan,

el calor del horno de adobe,

una vieja estancia de humo y ceniza,

las historias que se cuentan distintas

según sea la estación.

También todo el dolor

de las muertes tempranas.

En tu sangre, como antes en la mía,

ahora que no hay hombre que me separe

del orden de la muerte, esta antigua tristeza

se sienta a charlar muy despacio,

con nuestras ganas de vivir.

 

 

EL CORAZÓN DE LUZ

 

Hay en la palabra un corazón de luz,

lo sabe T.S. Eliot.

El corazón de luz es el presente

depositado con la discreción

de todos nuestros muertos, con cautela

por los olvidados, las voces mudas

que siempre callan en los documentos.

No hay corazón de luz en los registros,

está borrado por la tinta oscura

de la pluma grave del escribano.

 

Sabemos, sin embargo, que durante

el tiempo que las palabras se escribían

en el frío relato de sus sucesos,

el silencio que guardaban quemaba

de luz: tanto amor entregado en vida

incendia estas voces. A nosotros

corresponde usarlas con el cuidado

que merece el poema, en su memoria.

 

 

EL SOL HELADO

 

Es el oriente por donde marchan las hijas a servir

a las casas de los hombres de manos blancas,

es al oeste donde queda madre, sin beso,

en la casa del hombre que reza el jornal

que llegue al amanecer, que espera el fin de la noche

con la botella vacía. Por eso, hija, pide el beso

que no llevó al ocaso cansado en la habitación

de la buhardilla. Por eso, madre, mira a la mañana

fría por donde sale un sol helado y cruel.

 

 


Pablo Müller. Pan y Hierro. 4 de agosto Ed. 2019

viernes, 25 de septiembre de 2020

A BENÇÃO E A ASPERSÃO DA ÁGUA

 


 

Um café para a senhora, por favor.

não sei dizer isto de forma poética. Um café.

O nome destas montanhas é Mashu  --, e também

a nós  nos faz dúvida quem aqui venha.

Perguntou o homem-escorpião:

- Quem és, tu que fizeste esta tão longa jornada?

 E sentei-me a seu lado.

E não tive as palavras com que responder-lhe

-- …Gilgamesh não estava …--

mas também gostaria

de voltar a ver o meu pai, o que fora de sorrisos bondosos e

 simples,

simples

 frondosa árvore que nunca pede nada em troca da sua sombra.

 Recorda. Recorda-te.

 

Hoje vimo-nos de novo, e os telemóveis tocavam sem cessar.

E para si, que vai ser, senhor?

Uma cerveja?

Vimos as velhas fotografias, falámos de coisas insensatas,

Cila e Caríbdis.

Senta-te a meu lado. 

In nomine dei, mas de que deus, que outro poderá ser

que não esta luz do céu que

aquece  e vivifica, este sol, sol que.

 

Uma cerveja.

Tu que golpeaste a minha porta e olhaste no

profundo centro da minha alma inacabada,

não desobedeças aos

que sobem e descem os rios.

Vivemos na água, entre as águas.

Tu que dizias, dizia-te, nenhuma

bênção maior há que a chuva quando

é desejada

como um amor antigo a revelar-se,

como  o cão que nos festeja o regresso a casa,

como o poema que nos deixa e parte.

Corremos todos os caminhos dos Bosques dos Cedros, tu o sabes.

 Esta de quando é? Do ano passado? Málaga?

Tu ne quaesieris — scire nefas — quem mihi, quem tibi

 finem di dederint, Leuconoe, nec Babylonios

temptaris numeros. Ut melius, quidquid erit, pati,

 seu plures hiemes, seu tribuit Iuppiter ultimam, (14)

e muitos invernos vieram

e não sei quantos mais virão.

Vivemos na água, entre as águas.

Sobre nós um pássaro.

Um domingo desfeito em horas.

Subitamente é noite, ou uma savana e um sonho.

Calaram-se as impressões que vinham no levante,

sob a rosa dos álamos.

Tende piedade de nós.

Kýrie, eléison!

Senhor, qual fores, kýrie eléison!

Busco o meu rosto e não o vejo.

Oiço no longe  vozes

que nunca reconhecerei

Desaprendi o mundo.

Sobem ao trono os dementes

os loucos,

profetas degoladores de todas as coisas

malabaristas de recônditos pesadelos

leitores analfabetos de escrituras mal sagradas.

 A corrupção medra, a morte vence.

Definham as águas entre marés que não chegam.

Senhor, qual fores,

kýrie eléison!

 

Fernando Cabrita. Missa Branca. Poesía a Sul, 2020  


 ***

LA BENDICIÓN Y ASPERSIÓN DEL AGUA

Café para la dama, por favor.
No puedo decir esto de manera poética. Un cafe.
El nombre de estas montañas es Mashu, y también
dudamos de quién viene aquí.
Preguntó el hombre-escorpión:
- ¿Quién eres tú, que hiciste este largo viaje?
 Y me senté a tu lado.
Y no tuve palabras para responderle
-… Gilgamesh no era… -
pero también me gustaría
volver a ver a mi padre, que había sido una sonrisa amable y
 sencillo,
sencillo
 frondoso árbol que nunca pide nada a cambio de su sombra.
 Recuerda. Recuerda.
 
Hoy nos volvimos a ver y los teléfonos móviles sonaban sin cesar.
Y para usted, ¿qué será, señor?
¿Una cerveza?
Vimos las fotografías antiguas, hablamos de cosas irracionales,
Scylla y Caribdis.
Sientate a mi lado.
In nomine dei, pero de qué dios, qué más puede ser
que no esta luz del cielo que
calienta y acelera, este sol, sol eso.
 
Una cerveza.
Tú que llamaste a mi puerta y miraste en el
centro profundo de mi alma inacabada,
no desobedecer
que suben y bajan los ríos.
Vivimos en el agua, entre las aguas.
Tú que dijiste, te dije, ninguno
mayor bendición hay esa lluvia cuando
es deseado
como un viejo amor para revelarse,
como el perro que celebra el regreso a casa,
como el poema que nos deja y se va.
Recorrimos todos los caminos de Bosques dos Cedros, ya sabes.
 ¿Cuando es esto? ¿El año pasado? ¿Málaga?
Tu ne quaesieris - scire nefas - who mihi, who tibi
 finer di dederint, Leuconoe, nec Babylonios
tentar números. Ut melius, quidquid erit, pati,
 sus plumas hiemes, su tributo Iuppiter último, (14)
y vinieron muchos inviernos
y no sé cuántos más vendrán.
Vivimos en el agua, entre las aguas.
Un pájaro sobre nosotros.
Un domingo dividido en horas.
De repente es de noche, o una sabana y un sueño.
Las impresiones que llegaron con el levantamiento fueron silenciosas,
bajo la rosa de los chopos.
Ten piedad de nosotros.
¡Kyrie Eleison!
¡Dios, lo que sea, kýrie eléison!
Busco mi cara y no la veo.
Escucho voces en la distancia
que nunca reconoceré
Desaprendí el mundo.
El ascenso demente al trono
los locos,
decapitando a los profetas de todas las cosas
malabaristas de las pesadillas oscuras
lectores analfabetos de escrituras ilegítimas.
 La corrupción prospera, la muerte gana.
Las aguas menguan entre mareas que no llegan.
Señor, lo que sea,
¡Kyrie Eleison!

jueves, 24 de septiembre de 2020

SAUDADE



Um dia reparamos como desapareceram

ardósias  ardoiças

alfarrabistas aventais

alegretes pequeninos onde sorria uma dália

ou outra flor antiga

e que o que resta é o eco do eco da voz dos mortos

a voz fria das coisas que um dia foram presença e luz

o rio exausto e seco do que inapercebidamente foi

 

Um dia há em que reparamos que um retrato se escorreu da moldura

que uma fresta por onde voava a luz se entaipou

E já não sabemos recordar o que nunca iríamos ter que recordar,

o que era e seria,

o presente para sempre

Os que foram como foram e já não são

bedéis bufarinheiros

berlindes boninas

cântaros e cabaças

cálices castiçais

Tudo perdido na cânfora dos dias

Tudo sumido em desfiladeiros e passagens que a seguir se ocultam

Tudo caminhos de nada a nada

onde se perderam os que viajavam connosco,

os comboios a esfumar-se em tíbios horizontes,

o vento a ir-se, esguio a ir-se, a ir-se.

 

E olhamos o céu que havia certo e seguro,

céu rútilo para sempre, amável para sempre, delicado para sempre,

e o que vemos são céus outros de modalidades pardas,

policromias raras e difíceis fantasmas de fantasmas

espectros de espectros ,

todos debruçados a vastas melancolias

paredões vagos onde se putrem os fuzilados pelo tempo

dedais  dolências  domingos tristes

nomes coisas criaturas que foram felizes connosco

ao sol quando havia sol, à chuva quando havia chuva

navios disparados contra o vento,

sonhos que se iam

ausências vagas

hibiscos mortos a crescer em ignoradas margens,

uma brisa no Sul

aquele outro Sul derradeiro e extinto,

um sorriso aberto que se cerrou um dia,

uma estátua antiga que se delinquiu,

 um móvel velho onde já só resta a loiça quebrada

empreitas e enxergas, ermidas ergástulos

onde se exauriram sonhos e despedidas,

rochas que sibilavam de águas e loendros

farófias fuligens festões farelos,

casinhas antigas que já não assomam na distância,

Senhoras Nagonia que vão que iam tão lindas barra fora

no seu erro de ortografia

E esses livros que líamos e agora não sabemos onde ficaram

E as folhas rasgadas da vida que falta,

griséus guaritas ganchorras guisos gorpelhas gargantilhas

da prata mais argentina

golilhas que recendem no silêncio entre opalas e açores

jeropigas, latões lapiseiras lilases

lanterninhas a ofuscar o escuro

sons moribundos de arrastadas grafonolas,

gente apressada em aeroportos,

gente que corre, gente de portão a portão,B6: A 40:

Porta 24; senhores passageiros, atenção, vai dar entrada na

linha número seis um sonho que supúnhamos perdido para sempre,

vedado para a eternidade,

uma fantasia anciã,

um belo memorial de coisas desvanecidas

mistérios mantilhas mortalhas

a substância cruel da realidade

nortadas nozes natais em família Nau Catrineta de navegações distendidas

corações desocultados

sentimentos por oceanos impossiveis

ossários ousios oratórios ourelos que os anos descabelaram

peles vazias de coisa nenhuma

tessituras ocas

ocas bandeiras

hinos

candil tremente a liquefazer-se

e nós sorrindo como se nada fosse quando já nada é

Bom dia, bons-dias, tudo bem, sim, claro, tudo bem,

pandeiretas podengos pobres pilhetas pim pam pum

um fado de uma Severa a que faltou a voz,

altares caídos na penumbra de um nada

casas devassadas  janelas que não mais se abriram

 e nenhum horizonte, nenhum horizonte, nenhum horizonte

já nenhum horizonte

árvores que deixaram de crescer

deuses distraídos a consentir-se naufragar

quebrantos, querubins quermesses

circunavegação por mares inventados

como um verbo a que desse a deusa ceptro e justiça

 e descessem nele as aves a buscar um ninho

roseirais  ribeiras  récuas

sebentas  serões  searas

sombrinhas serestas por guitarras desacordes

plangentes flautins em notas perdidas,

pianos a que falta uma tecla,

batéis desenxutos ,

vestidos de cerimónia remordidos pela traça,

becos sem saída onde chora um gato aflito,

tairocas, terrinas, toldos  

toda essa tintura de iodo dos espíritos inadormecidos

tragédias pessoais em que revíamos os anos que iam e vinham

e se sentavam no poial das portas, o velho e o burro,

as mãozinhas de metal que batiam nas venezianas

unguentos

vozes, vizinhas velas por soprar, valados , voragens de meses sobre meses

e almas desgarradas, candelabros onde soprou um vento bom

e a luz e a luz e a luz,

tudo o que interrompe mas nunca acaba

ecos ecos ecosecoecoececeeeeeeeeeeee

e as poucas madrugadas onde não brilhasse o sol

ou não viesse a nostalgia de um amor perdido

essa carmínia voz do fogo uum semblante de alguém

que soubemos quem era e hoje não sabemos quem é

rosmaninho onde demora uma lembrança antiga

xailes

Zigurates, zangãos, zorrinhas

e tudo o que já não existe

E tudo o que já não existe

E tudo o que já não existe.

E vemos a vida passar em palavras que eram coisas

e vemos a vida a passar em detersão de sonhos

e vemos a vida a passar em rios que se secaram

e dias que se deliram

e vemos a vida a passar nos pássaros que deixaram de regressar aos beirais

E vemos a vida a passar nos nossos que se foram, pai, mãe,

os nossos, os nossos, os amigos, a família,

os nossos, os nossos doces animais, os nossos,

os que foram, os que foram,

os que foram

os que foram

como um alfabeto que não tivesse fim.

 

Fernando Cabrita. Missa Branca. Poesía a Sul, 2020  

Farol, 2018 / Oued el Hachef  2018

Fotografía de Carmen Lourdes Fdez. de Soto


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Un día notamos como desaparecieron


pizarras de pizarra


delantales de librería usados


pequeñas alegrías donde una dalia sonríe


u otra flor antigua


y que lo que queda es el eco del eco de la voz de los muertos


la voz fría de las cosas que alguna vez fueron presencia y luz


el río agotado y seco que pasó desapercibido


 


Un día notamos que un retrato ha goteado del marco


que una grieta por donde volaba la luz estaba bloqueada


Y ya no sabemos recordar lo que nunca tendríamos que recordar


que fue y que seria,


el presente para siempre


Los que eran como eran y ya no son


bedels de búfalo


gorras de canicas


jarras y calabazas


candelabros


Todo perdido en el alcanfor de los días


Todo desapareció en desfiladeros y pasajes que se esconden debajo


Todos los caminos de la nada a la nada


donde se perdieron los que viajaban con nosotros,


los trenes se desvanecen en horizontes tibios,


el viento para ir, delgado para ir, para ir.


 


Y miramos el cielo que estaba seguro y a salvo,


cielo rutilo para siempre, amable para siempre, delicado para siempre,


y lo que vemos son otros cielos de modalidades marrones,


fantasmas policromos raros y difíciles de fantasmas


espectros de espectro,


todo inclinado sobre vasta melancolía


malecones vacíos donde los asesinados por el tiempo son ejecutados


dedales tristes


nombra cosas criaturas que estaban felices con nosotros


en el sol cuando había sol, en la lluvia cuando llovía


barcos disparados al viento,


sueños que se fueron


ausencias vagas


hibisco muerto creciendo en bancos ignorados,


una brisa en el sur


ese otro último y extinto Sur,


una sonrisa abierta que se cerró un día,


una estatua antigua que era delincuente,


 un mueble viejo donde solo quedan los platos rotos


contratistas y persianas, ermitas y ergastulas


donde los sueños y las despedidas se agotaron,


rocas que silbaban de aguas y adelfas


farofias hollín, guirnaldas de salvado,


casas antiguas que ya no perduran en la distancia,


Nagonia damas que iban tan hermosas fuera del bar


en tu error de ortografía


Y esos libros que leemos y ahora no sabemos dónde estaban


Y las hojas rotas de la vida perdida


gargantillas grises gargantas disfraces gorpelhas gargantillas


la plata más argentina


kebabs que huelen en el silencio entre ópalos y azores


jeropigas, lapices de latón lilas


linternas que eclipsan la oscuridad


sonidos moribundos de arrastrar graffiti,


gente apresurada en los aeropuertos,


gente que corre, gente de puerta en puerta, B6: A 40:


Puerto 24; Pasajeros, atención, ingresarán al


línea número seis un sueño que creíamos perdido para siempre,


sellado por la eternidad,


una vieja fantasía


un hermoso memorial de cosas descoloridas


misterios tocados mortajas


la cruel sustancia de la realidad


norten navidad nueces en familia Nau Catrineta de navegaciones distendidas


corazones desvelados


sentimientos por océanos imposibles


osarios atrevidos oratorios tobilleras que los años han despeinado


nada pieles vacías


tejidos huecos


banderas huecas


himnos


candil tembloroso para licuar


y estamos sonriendo como si nada es cuando nada es


Buenos días, buenos días, está bien, sí, por supuesto, está bien,


pandeiretas podengos pobres pilhetas pim pam pum


un destino de una Severa a la que le faltaba la voz,


altares caídos en las sombras de ninguna parte


las casas caprichosas ventanas que ya no se abrían


 y sin horizonte, sin horizonte, sin horizonte


ya no hay horizonte


árboles que han dejado de crecer


dioses distraídos para consentir en hundirse


quebrantos, querubines quermesses


circunnavegación por mares inventados


como un verbo para dar a la diosa cetro y justicia


 y dejar que los pájaros bajen en busca de un nido


rosales arroyos


seiscientos campos de maíz


serenata paraguas por guitarras desacuerdos


flautín quejumbroso en notas faltantes,


a los pianos les falta una tecla,


porras resbaladizas,


vestidos ceremoniales que recuerdan a la polilla,


callejones sin salida donde un gato afligido llora,


tairocas, terrinas, toldos


toda esta tintura de yodo de los espíritus inconscientes


tragedias personales en las que repasamos los años que iban y venían


y se sentó en la parte de atrás de las puertas, el anciano y el burro,


las manitas de metal que golpean las contraventanas


ungüentos


voces, velas vecinas para soplar, zanjas, torbellinos de meses y meses


y almas extraviadas, candelabros donde soplaba un buen viento


y la luz y la luz y la luz,


todo lo que interrumpe pero nunca termina


Ecos Ecos Ecosecoecoececeeeeeeeeeeee


y los pocos amaneceres donde no brillaba el sol


o no vendría la nostalgia de un amor perdido


esa carminia voz de fuego un semblante de alguien


que sabíamos quien era y hoy no sabemos quien es


romero donde lleva un viejo recuerdo


chales


Zigurats, drones, santos


y todo lo que ya no existe


Y todo lo que ya no existe


Y todo lo que ya no existe.


Y vemos pasar la vida en palabras que eran cosas


y vemos que la vida continúa en sueños


y vemos pasar la vida en ríos que se han secado


y dias delirantes


y vemos pasar la vida en los pájaros que ya no mandan