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jueves, 15 de abril de 2021

LO QUE UNOS LES HICIERON A LOS OTROS

 


Lo que unos les hicieron a los otros

con sogas, en hogueras, bajo el agua

y estos otros a algunos aún más otros

con piedras, hierro fundido y cuchillos.

Por todas partes, muertos al aire y sin entierro.


No hubo progreso, solo evolucionan

las mil formas de crear dolor y muerte.

Desde muy lejos vienen caminando

fantasmas que reviven su estertor.

No hubo progreso ni hay perdón que valga.


Bastaría con sabernos mortales

frágiles, vulnerables, tan fugaces

para darnos la mano y andar juntos.

Sería suficiente este no saber

ser interrogación en el vacío.


Pero jugamos a dios y a demonio.

Desde la aurora hasta el crepúsculo

tramamos instrumentos de dominio

herramientas que quiebren los huesos

y pongan todo perdido de conciencia.


Que si la rueda, la imprenta y la Luna.

Que si Szymborska, Vermeer y los Beatles.

Pero el garrote vil y los esclavos

y Ciudad Juárez y los mataderos.

El Quijote pesa menos que una niña.


Si escucháramos todos los aullidos

de una vez, sin demoras, de la turba

de los pájaros que arden en sus nidos

de chicas prostituidas en suburbios

y muchachos con una llanta al cuello.


Por no añadir más culpa a la matanza

no juzgo ni sentencio a nuestra especie.

Me arranco la voz, acaricio perros.

Soy culpable por omisión que al menos

lo deja todo falsamente limpio.


Ana Pérez Cañamares. La senda del cimarrón. Ed. Ya lo dijo Casimiro Parker, 2020


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