Vivir una ciudad que solo agota
es como aborrecer el propio cuerpo
asfaltar arrugas para hacer zanjas
donde enterrar las amistades muertas.
Cruzo el río y veo un lacrimal seco
y a mi paso los bares gimen música
ecos de canciones que no sabía que aún sé.
Todo se vende aquí, yo me regalo
porque ponerse precio es un talento
y arder gratuitamente, vocación.
Qué quieres ser cuando seas, preguntan
mis ancianos ángeles de la guarda
con blancos uniformes de alegría.
Quiero ser el solar de las afueras
la osamenta desnuda de las ruinas
la ortiga que solo cuando alimenta no hiere.
***
el poema es el fósil de la poesía.
Ejemplo: ningún perro nos miró
jamás desde ningún verso.
Ejemplo: si se acerca la oreja al poema
comprobaremos que no respira.
Ejemplo: ni el mar ni las nubes leen.
Por eso las musas son espíritus
atravesados por un alfiler.
Y el poema, un amigo que te grita
desde la calle que salgas a jugar.
Es el billete de barco
que te promete salitre
y la posibilidad del delfín.
Diez años de poeta sólo enseñan
que en los poemas no llueve.
Pero cuando afuera caiga la primera gota
tú, lector, la saludarás con familiaridad.
El poeta pretenderá que fue él
quien te presentó la lluvia.
Tú sabes que lo único que hizo
fue que desearas empaparte hasta los huesos.
Aunque luego seamos poeta y lector
de esos desagradecidos que usan paraguas.
***
Miro a la cocina de leña.
Ella me devuelve la mirada.
Yo no sé arrancarle su calor.
Ella no sabe decirme sus secretos.
Mi instinto se abre paso y con él
llega de lejos la voz de mi madre.
Así no. Así y así. Que se te apaga.
Ahora el carbón. Ahora paciencia.
La madera desvela sus misterios
poco a poco. Y poco a poco
yo me dejo adoptar por el pasado.
No tengo pueblo al que volver
pero pueblo y presente se inventan.
Mi madre enciende el fuego por mi mano
y las ascuas hacen nido en los pulmones.
El mejor combustible es la nostalgia.
Ana Pérez Cañamares. La senda del cimarrón. Ed. Ya lo dijo Casimiro Parker, 2020
Fotografía de Aurora Caldito
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