Mi vida, la vida, quise haberla vivido como ave dentro del viento.
Óscar Alberdi
Recuerdo aquella noche
de aquel año terrible
que comenzó sin tregua,
aquel año de cambios,
de distancias y viajes,
aquel ir y venir
de un día a otro
(días interminables
que buscaban ahogarse
en madrugadas).
Lo recuerdo y comprendo
la ausente realidad
de puertas invisibles
que quedaron abiertas
para siempre.
Me lo dijiste tú,
ferviente soñador
que ya no estás,
y aún me queda tu gesto
bañado en lo forzado
de la sonrisa blanca de una víspera.
Revivo todavía los momentos,
las luces del regreso
a toda prisa, el refugio
disperso de las cosas
que no conseguí hacer
y, al cabo de los años,
perseguimos. Tocamos, sin saberlo,
las teclas de algún sueño,
y encendimos
hogueras de palabras,
poemas y canciones
en un bar de apellido
entre los nombres
fértiles de sus protagonistas.
Desde entonces, me alientas
y me lleno de un mundo
sin permisos, sin sombras,
sin los planes que hicimos
más tarde que otras veces,
poco antes de llegar
a comprenderlo.
Julián Borao
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