Anoche soñé que Allen Ginsberg cenaba en casa
yo vivía con mis padres en Sasso Marconi
un pueblo de la Emilia Romagna al norte de Italia,
en una pequeña habitación un colchón en el suelo
plantas, vinilos y libros desordenados.
Allen sonreía como si todo lo supiera, pasado y futuro
los muertos tienen ese don,
hablamos de poesía y naturaleza
del cambio climático y la importancia de la respiración
para recitar poemas y construir visiones.
Yo le mostraba todos sus libros en español
por si desconocía alguna traducción, y me advertía
en rigurosa primicia sobre la inminente aparición
de Piel animal y otras erecciones, su libro inédito.
Había mariposas de papel firmadas por Ginsberg
te harías rico con esto,
exclamaba irónico y añadía
pero solo los niños hacen mariposas con el dinero.
También había una estera de juncos en el suelo
donde Peter Orlovsky jugaba con Kika
y escuchábamos música de Muddy Waters, de Nirvana
y olía a pastel de mazana recién horneado
y el sabor a moca estremecía los labios.
Yo tenía cinco, o quince o veinte años y tu me veías
crecer,
luego entró mi madre y dejó la bandeja sobre la mesa
Allen con un tocado indio danzaba alrededor de la tarta
invocando la lluvia y el espíritu del amor universal
y tu reías a carcajadas como ríen las aguas
cuando bajan entre riscos
y había paz en las calles y los campos florecían,
pero una corriente de aire cerró de la puerta
y de pronto amaneció.
Uberto Stabile
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