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jueves, 14 de abril de 2022

CON PERMISO DEL OLVIDO de JULIO CÉSAR GALÁN. (IV)


 


(Bucle acre de la calle Moreras)

 

Ella es conocida por las pupilas del mirlo.

Mis pupilas en el atardecer

(se podrían situar dentro).

La gracia del silencio.

 

(Un recuerdo se forma en la pared:

la estafa política y económica que me llevó

a Argel:

la ausencia de mi hijo y de mi pareja

en la isla de los fuegos).

 

Voy a la librería Boxoyo,

pero te detienes en la calle Moreras…

Piensa en su padre y recuerda que se dijo:

-He aprendido de ti a no ser cómo tú     

(así quiso empezar un poema

         dentro de la heterónima, Jimena Alba).

 

Miro a mi hijo vertiginosamente (dentro de mi mente)

reflejado en la palabra pureza y sus tópicos[2],

y el molinillo de los años tritura

las imágenes

y te devuelve a

                    1999: muere Rafael Alberti,

                     cantamos en la noche:

 

A corazón suenan, resuenan, resuenan
las tierras de España, en las herraduras.
Galopa, jinete del pueblo,
caballo cuatralbo,
caballo de espuma.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!

Qué cándidos…

Cruzo una calle (2001)

que me recuerda que mi abuelo murió

de cirrosis, un hijo más del vino;

algunas tardes veíamos las corridas de toros

y me enseñaba a morir joven

y cuando se distraía

comprobaba cómo el Cristo Pantocrátor

de la pared absorbía su carne.

 

Cruzo otra calle (2004). Cruzan otras imágenes por las paredes de la calle Moreras:

el botellazo a la luna y el careo de los años

(cuando balbucea la realidad, la conciencia es un polígrafo);

ET, el extraterrestre, y su hogar, el que nunca tuvimos nosotros;

los Tiempos Modernos de nuestros padres y la producción en cadena: los convirtieron en un molinete de tornillos;

el bar lácteo y nuestro nadsat, allí nos dijimos: revitalizaremos la palabra libertad y por el hueco de la D pasó un halcón y también el hombre cohete salió disparado hacia nuestras represiones;

la chuchilla de la luna que corta el ojo y el ojo sangra geometrías y retóricas;

las piruetas de los obreros (mamá por dos euros y medio la hora, papá por tres euros y medio la hora);

el tranco del débito y el estudio: lo prosaico de la ceniza;

el callejón en donde liamos el destiempo (Peter Pan y Campanilla en el sexo oral).

Y cruzo otra calle (2008) y piso el agua de estos cristales rotos

                                       y me reflejo

                                       y ya no pregunto.

Entro en la librería

(me espera ella, la que es conocida

por las pupilas del mirlo)

para salir de las cuencas agusanadas de los muertos.

(De cómo los versículos abstractos se volvieron carne).

 

El ser (en siembra) de los álamos

                          se ha curtido en la ausencia

                                                      de la láctea utopía:

veo cómo cae la nieve sobre los álamos.

 

Heredamos de ti la perseverancia

en el cambio es(x)tático:

la nieve se ha fundido y pienso que parte

de nuestra biografía es

                                               nuestra mitología,

es decir, observamos los álamos

entre la soledad y el rescate.

 

Los sentimos y por un momento nos olvidaremos de que estamos vivos (entre el deseo y el mundo); de que fuimos muy amados (la brújula y el bisturí) entre el dolor y la desmemoria.

 

Algunos pájaros nos han obligado

                                a desaparecer dentro de ellos:

cuando salieron del río

                            lo hicieron en actitud ticianesca.

 

Además, bajo las columnas dóricas

                              de los álamos

                    nos aplicamos en el estudio

                     de los movimientos del sol

y en los bordes de las auroras

                      y en algunas sombras caballunas.

 

Nombrábamos el viernes     

                                          apretando los dientes

y el desmayo carnal de la hojarasca

                                          estaba muy engrisado,

da igual… los cuerpos se escarolaban,

crujían (después de la resaca habitual),

no se extinguían en su empeño

de retirar la muerte con tendones, flujos y huesos. Después aprenderíamos que el fraude es la norma (y así fuimos amargamente felices); que los recuerdos nos matarán en esta ciudad provinciana; que moriremos solos igual que hemos vivido; que la unidad de tiempo ya nos es posible.

 

                                 ¿De qué sirvieron tantas certezas?

La ignorancia de urdir                                               nuevas creencias nos preservaba.

Ya no es posible la utopía.                                        ¿Ya no es posible la utopía?

 

 

            (los objetos reflejan algunos durmientes en sus superficies).

 

¿Ya no es posible ver la llanura

y ensanchar el rostro hasta el horizonte?

¿Ya no es posible que las nubes críen

pájaros en las sienes?

Y ¿desde cuándo el primer día no es siempre

                                                      el primero?

 

Sólo te pido que residas en el recogimiento

                                                    de tus libros,

(echa tus raíces en el aire),

en la tregua del pecho amante y sus dibujos

(de las cuevas rupestre hasta Pollock),

en la fiesta del ojo al contemplar

el juego del hijo: sin lenguaje, no hay tiempo.  

 

 

(Del libro, El primer día, 2014)

 

 

 

 

Libro V

 

me digo:

-todas las artes

avisan de su rostro

me digo:

-veo tu abrazo en todo lo viviente

pero oigo a gentes

que gritan: ¡fuego, pan!… los extremos de lo vivo

                                         en el silencio: el eco del eco

e intento recordar algunos versos:

Eajaj kage aija leliwa ahegae

Llamada de nube: Los muertos contemplan el viento de los ángeles....,,,,,----_-__¨¨¨¨¨¨^^^^^+++::::

 

 

 

 

sigo pensando

en la nostalgia: el perezoso

que cuelga del recuerdo

los recuerdos

se parecen al agua

que lleva tus sentidos

 

tiempo de ausencias

                ¿una imagen perdida?

parece amenazado

                                   excluido ocre

no puedo despedirme

cuando el adiós no tuvo territorio

es la herida de la palabra

                                   maternal amistosa amante[3]

 

en el puerto los barcos van

de ti a ti mismo                      y empiezan

de nuevo pero sin empezar

 

 

(Del libro, Testigos de la utopía, 2017)

 

 

 



[1] El mar suena a “Sorella mia” de Sergio Cammariere. Para comenzar todo nuevo, el disfraz de pájaro. No miremos hacia atrás, no miremos hacia atrás. Me quedo fijo en tu pupila. El verano es ahora, siempre, aquí.

 

[2] En la primera palabra: su primer deseo fue volver. Sin lenguaje, no hay tiempo. Escucha “Here come the sun”. Estoy en Mahón (2013). Me pudro escribiendo una tesis que no me importa. Te pudres dentro de un sueldo miserable. En la biblioteca los libros devoran su soledad, las pérdidas y la vereda que me llevaba a tu casa. 

[3] Anexo. Versión del poema cabil “Canto de amor”: “En su búsqueda, del alba al ocaso/Rastreé toda la aldea:/¿Dónde se refugió?Como la rama del naranjo,/En el corazón del invierno,/Que se cubre de flores en abril./Desde que te vi en sueños,/ Adolescente, hermano mío,/No he regresado al hogar.”



Julio César Quesada Galán. Con permiso del olvido. (antología poética. 1996 -2020). Pre-textos, 2021

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