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lunes, 20 de junio de 2022

4 poemas de EN LA CENIZA BLANCA DE LAS ENCÍAS de AZAHARA PALOMEQUE




Sabes

que tengo la piel huera de saber y el corazón

blanco de latir

escombreras al aire.

El sentido que trae el humo.

Cuando cruzo el pasillo de tu cuerpo y cuando

enarbolo las máscaras:

este poema

como el tropiezo último por los umbrales.


***


Llego a la cosa más pequeña, la miro

a los ojos, miento como una tierra infame

desde el refugio,

entre hueso y hueso de la sangre imperfecta,

la atesoro:

llevo siendo tú veinte años

y aún me sobra desnudo

para hombres

vacíos, enfermos, hambrientos.


***

 

 

Sítiame

en tu holgura. Vísteme el peplo de las sábanas limpias, lento,

hazme el amor,

del órgano al muro, de la siega a las fábricas

vacías de la memoria.

Estos barrotes de luz

son lo único que me mantiene,

tu carne plegada en la presencia del sueño, un ruido

que no es nuestro placer

pero que entre los capilares brota

como un cuchillo

mordido por la punta.

Sálvame

aunque no hagas nada, aunque solo yazcas y febrícula

seas o imitación

de la noche. Sé

que aún respiras, la cárcel de tu carne

se arruga si aprieto,

puro animal,

la soledad del sudor más consciente.


***


El país

se va haciendo lejano a los mordiscos, distante

por el lunar de mis padres

y ya no siento

su pulso en los taludes, el cadáver exacto

de su llanto

no me agarra esta mudez.

País,

cuando el insomnio reabre los párpados y acorrala las heridas

para un mejor descansar

en la lluvia.

Cuál fue la tiniebla primeva. Cuál fue

entre cantos afilados

tu matanza, cuántos

fueron pasando.

Esta noche vomito los vientres deformados del ancla, confesiones

de paisaje. Y sigo de allí

pero no lo sigo

ni me siguen

las puntas de aquella melancolía.


Azahara Palomeque. En la ceniza blanca de las encías. Ed. La isla de Siltolá, 2017





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