Páginas

jueves, 25 de agosto de 2022

3 poemas de DA IGUAL CUANDO LEAS ESTO de ALBERTO PRIETO

 


IKEA     

 

Este sofá y esa lámpara quedarán bien.

Nuestro mundo es un zulo de carretera.

Un hermoso lugar para reencontrarte a ti mismo.

Para construir tu nuevo hogar.

Un hogar en el que te quedarías a vivir

si no hubiera guardias de seguridad.

Si no hubiera alarmas.

Esas camas bien hechas te dicen:

«Túmbate, cómprame,

soy el colchón y tú mi cuerpo.

Estamos hechos el uno para el otro».

Corre a la sección de armarios.

Imagina ese contraluz, esa ventana entreabierta

y a ti rodeado de soledad consentida,

de música de los ochenta.

Camina o revienta, para en la sección de cocina.

Si no sabes cocinar

es porque no compraste lo suficiente.

Porque ese mostrador, ese grifo,

esos tenedores con forma de sirena

te hacen soñar con el máster chef que nunca fuiste.

Escuchas la sirena,

te ves en esa isla de mármol y metal

cortando tomates como Arguiñano, pero sin chiste.

Te has levantado y te has atrevido a imaginar

mientras leías esa revista de Ikea en el váter

y ya no hay vuelta atrás.

Has entrado en la sección de baño.

Hay lavabos imposibles,

encastrados que te invitan a lavarte esas manos

que mañana no reconocerás.

Jabones de colores y formas variopintas,

tapas de váter dibujadas

a juego con losetas de vidrio alicatado.

 

Ikea reinventa tu hogar,

 

Ikea se interesa por tu hogar,

 

Ikea sabe lo que quieres,

 

Ikea te vende helados a un euro,

 

menús del día,

 

espacios de juego para niños.

 

Ikea sabe más de tu vida que tú mismo.

 

Sabe que aspiras a algo más,

que cobras un sueldo mínimo vital,

nada comparable al sueco, noruego o finlandés.

Sabe que entrar en Ikea será mejor

que volver a tus «taitantos» metros cuadrados.

Será mejor ordenar tus muebles heredados

de estilo rococó que quieres llamar vintage,

porque lo vintage siempre está de moda.

Ikea piensa en el más mínimo detalle.

¡Te cuida, joder!

Te hace sentir fenomenal con el mundo.

Valoras la interculturalidad.

Te hace cantar el «No puedo vivir sin ti»

de Coque Malla.

Empiezas a dominar palabras como:

bodviken, braviken, aneboda, billy o kayak.

Dominas el catálogo.

 

Ikea te regala lápices y metros,

 

Ikea te regala tarjetas family.

 

Ikea te muestra el camino con flechas.

 

Ya has hecho la lista de la compra.

 

No sabes qué hacer con ella.

 

Tu carro pesa tanto como tu conciencia.

 

Acabas de reconocerte.

 

Eres un mueble más, sin instrucciones de montaje.



***


PARADOJA     .

 

Deben saber si salen hoy a la carretera,

que verán flores.

 

Flores en la mediana,

flores en farolas,

flores en semáforos,

flores en señales.

 

Porque en las rectas,

cuando alguien muere, alguien florece.

 

Porque en las curvas,

cuando alguien muere, alguien florece.

 

Y deben saber que la vida es así, pero al contrario.

Un paradójico accidente:

cuando alguien florece,

alguien se ocupa de que muera.




 ***



TELÉFONO ESCACHARRADO

 

Empecé a beber a los dieciocho.

Ayer intentó besarme.

Si hubiera sido acuario…

Grita más.

Te quiero.

No lo conozco, pero me gusta.

A ver si me muero.

Ya no vamos a vender tanto.

Vamos a hacernos la foto de adiós.

Lo mismo te llevas una sorpresa.

Ten cuidado con lo que dices

porque de alguna manera estás inspirando.

Ya no hay alcohol suficiente.

Una película de zombis,

Buah, oh yeah.

A las cuatro se tiene que levantar.

Se acaba el ambiente.

Yo no puedo estar en silencio.

Los colgados son los otros.

Mejor cuelga tú.




 Alberto Prieto. Da igual cuando leas esto. Ed. Olélibros, 2022



 

No hay comentarios:

Publicar un comentario