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lunes, 22 de agosto de 2022

8 poemas de DE GAIA A CIENCIA de FRANCISCO MARÍN CAMPOS

 




 SE TOCAN LOS EXTREMOS

 

                                                      Por mi madre, cuando se moría

 

Voy a los funerales

como a los nacimientos,

los extremos se acercan

 en el tiempo que es curvo,

nuestras vidas, los ríos

 sucios al mar, dejaremos

cadáveres frescos

residuos tóxicos.

Cuando nacen nos alegra su llegada,

puede dolernos la que les espera,

un mundo desequilibrado,

al borde del colapso,

en herencia les dejamos eso,

lento, pero llega...

Cuando nos vamos,

le duele al que se queda la partida,

que al fin descanse en paz,

piadosa forma de llamar al morirse,

a todos nos descansa y nos consuela.

 

Voy a llorar a los entierros, a las incineraciones

doliéndome mi dolor que se aproxima

 en el dolor ajeno, que comparto.

Como se dice, siento

ya su aliento resollándome en la nuca.

Son por ti mis lamentos, madre,

estos llantos callados,

que brotan autónomos.

No pienso derramar una lágrima

más el día que te ausentes

definitivamente, para siempre;

te voy a echar de menos tanto

como ahora me llenas, plenamente,

aunque evitar no pueda

diluvios interiores a mares,

ni alegrarme lo más mínimo

porque al fin descansemos,

tú mayormente, pobretica mía,

tan leve es la carga de quererte,

de cuidarte, tan frágil, tan tú, tan buena,

doliéndote tanto, sintiéndote inútil,

soy muy mayor, justificas lúcida,

queriendo morirte,

 me dices con cordura

 y no puedo ayudarte

sino a vivir mientras vivas.

Así nos castigas

sin quererlo, sincerándote.

Sino alegrarme de lo tanto

que nos diste, generosa

madre, madre mía

de lo mucho que has vivido,

 siempre en la lucha,

cantando y cosiendo

hasta quedarte sin ojos,

aguantando, aguantando

casi más sonriendo

con la felicidad sencilla

sin lujos de la gente humilde,

No te vayas, no te vayas, no te vayas, no te vayas no te vayas ...

 

 


 BUENOS CIUDADANOS

 

Tu ya lo tienes todo

claro, ya sabes lo que harás

tal vez mañana y en tu agenda

las horas están comprometidas,

el tiempo calculado, las palabras

apuntadas como arpones.

Tú ya lo tienes todo

decidido: tu gato, tu periódico,

tu vehículo, tus libros y aparatos,

tu TIC, tu TAC, tu pen, tu ONG

lo que has de decir, lo que debes callar

el trazo rectilíneo de tu vida diseñada,

tu pareja disponible, tu seguro salario

aunque sea más miseria.

Tú ya lo tienes todo aunque no sabes

del enorme vacío que te encierra,

maniobrados, rodeados, esposados:

aunque te sientas ilusoriamente bien,

con la mezquina seguridad domesticada

del, ahíto de alimento, pájaro enjaulado.

Lloras lágrimas de cocodrilo, cuando deciden

que se conmueva tu duro corazón

mostrándote criaturas ahogadas, mutiladas,

con los vientres enfermamente hinchados,

hasta das unas monedas, para que los altruistas

sigan poniendo tiritas a hemorragias.

Eres feliz, como si no supieras,

que, como si respiráramos,

mueren doce niños por minuto

de hambre, de miseria, para que suban

como el humo las acciones

del mercado de futuros.

Tú ya lo tienes todo claro, i

gnorante ilustrado, adicto

a las redes sociales, progre.

No cuento contigo.

 

CUIDADO CON LOS OGROS COMENIÑOS!

 

Hay un ogro emboscado

al acecho de que te descuides

y devorar la niña pequeñita

que aún pervive en tu almario.

Esa niña con redondeces

de luna sin lazos apretados

que se te duerme confiada

entre los brazos.

Y a veces sufre pesadillas

no sé, tu no lo sabes,

en las que un ogro decapita l

as cabezas sin corona

 para alimentarse de los sueños

más hermosos, más queridos

de las niñas que se adentran

en los bosques de las fabulaciones

sin la tutela ni el abrigo

de los protectores familiares…

Eso al menos nos contaron

 ¡Ya no saben que inventarse,

prohibida la memoria y el olvido,

para mantenernos quietos,

en su domesticado sitio!

 

 

MALA HIERBA

 

                                           A Jipy, amigo.

 

Mil veces pisoteados,

somos como malahierba,

mil veces rebrotaremos

con savia nueva,

siempre, siempre renacemos

con nueva fuerza.

 

Siempre desposeídos

tenemos a manos llenas

el valor para ser libres

para mil batallas fuerzas

corazón esperanzado

de vida, también abierta.

 

Porque nuestro es el presente,

y las estrellas primeras

y el mundo que evoluciona

sin refugios ni trincheras

por sobre los corazones

compañero, aunque no quieran

 

 

DESEOS

 

Gaviota que posara suavemente

su volumen de plumas y canciones e

n esta roca endurecida a la intemperie,

y luego alzara el vuelo reposada

 hacia horizontes de estreno: así te quiero.

 Ola de mar de fortaleza

que rompiera cambiándose en espuma

contra esta roca erosionada

dejándome la huella de tu abrazo

de sal, algas, moluscos: tal te quiero.

Sol que penetrara dulcemente

hasta el corazón endurecido

de esta piedra continuamente golpeada

Y le dieras tu calor generosísimo

de astro vivo: así te quiero.

No anclas, no amarras, ni nudos ni eslabones,

ni jilguero enjaulado, ni velas, ni timones:

rumbos oceánicos abiertos, tempestades,

vientos y calmas de boreales auroras,

travesías sin miedo, imprevisiones

 te ofrecen mis ojos como brújulas

para guiarte itinerarios jamás planificados.

Porque te quiero.                     Libremente.

 

 

 

A hierba saben sus nombres

“…nunca sabrás si es por los aromas, los sabores o los nombres”  E. Galeano

…pamplinas, picardías, saxífragas, aleluyas
margaritas, milenramas, madreselvas,
siemprevivas, santolinas, caléndulas,
botones de oro, espuelas de caballero,
amapolas, acederas, aguileñas,
retamas, jaras, brezos, sauces,
bocas de dragón, rabos de gato,
ranúnculos, quejigos, aladiernos,
lirios de las nieves, verónicas, centáureas,
salvias, anémonas, coronilla,
muérdago, pulmonaria, consuelda,
ombligo de venus, digitales, pampajaritos,
hepática, berros, lechetreznas,
láudano, hiedras, belladona,
carrizos, arceutobio, olivarda,
vulneraria, viborera, alacranera, adormidera,
cuajaleche, rompepiedra, equisetos,
doradillas, barbas de capuchino,
estramonio, harmala, lirios,
lantanas y durillos, enebros
de la miera, sabinas, cornicabra,
culantrillo, clavellinas, amor
del hortelano, labiérnago, cicuta,
cizaña, ruda, árnica, tila, manzanilla,
lentisco, brezos, coscoja, acebuche,
azufaifo, alcauciles, artemisia
y tres mil más, sonoras, aromáticas
adorables palabras de la savia de estos suelos,
sabiduría que se olvida.
Es el progreso, dicen,
esta ignorancia acrecentada de la tierra.
He de pelear porque perduren
hasta que falle, ya falla, mi memoria.

 

 

Esperanza ingenua

 

Esperando un milagro:
que suceda lo que nunca ocurre
que ocurra lo que no se espera.
Que cese el sol en su giro

que los olmos difuntos nos den pomas,

que llueva leche y mieles

que se llenen canastos de panes revueltos

y sean multiplicados los peces de plata
y en la superficie lisa

del tiempo aparezcan arrugas.

 

Esperando el milagro: que desaparezca

la barbarie humana por arte de magia,

que se borre, sólo con desearlo

tanta desigualdad como nos embrutece

y crezcan inundaciones de ternura,

que se rompan los sacos de avaricia insaciable

y al fin haya para todos bastante

que se hunda el Olimpo y se caigan los dioses.

 

Esperando  milagros:

que un dios compasivo, rebelde

robe a los demiurgos todopoderosos

como antaño el fuego, la semilla

que siembre generosamente,

de tanto cariño como va haciendo falta,

la bondad que nos salve.

 

Esperando que milagrosamente

los malos sean buenos por arte de birlibirloque

y los buenos sean ángeles

-como si no supiéramos que el ángel más bello

se hizo, lo hicieron, demonio fundador de los males,

que llueva hacia arriba

y se inunde el infierno, los cielos,

que en los desiertos  llueva a mares,

y una tabla nos salve a los náufragos

 

Esperando milagros: que las lenguas se fundan

en besos, canciones, y se entiendan

los hombres y también las mujeres

y las aguas infectas se vuelvan potables,

que se acabe el negocio y la vida empiece,

que los dias se alarguen y las penas se acorten,

sin que hagamos nada porque todo cambie

mientras escribimos versitos de amores.

 

Esperando el milagro:

que con rezos, canciones y algún sortilegio

de la Tierra se cure la herida

-oh!los iluminados, de gracia tocados,-

que se limpien los mares y los árboles crezcan,

que no sangren las guerras y mengüen las hambres,

que se abran las jaulas y los pajarillos

vuelen con las alas quebradas...

 

Esperando un milagro:

que lo blando sea firme y lo duro se ablande,

yo también he caido en la trampa,

que nos quieran como nunca quisiste

hasta que los labios sean besos sin sangre

el abrazo sin miedo de que duelan los huesos,

hasta descalzarnos y anudarnos al gozo

y liberarnos, y desencarrilarnos

y estrecharnos hasta resucitarnos.

Esperandeo milagros. Ingenuamente.

 

 

 

 

Inocencia.

¿Quién inventó la culpa,
inaugurando la inequidad, la jerarquía?
Aunando serpientes y los frutos redondos,
convirtiendo
la gran virtud de la desobediencia
a las prohibiciones arbitrarias
en el origen de todos los perjuicios
repartidos por manos femeninas.
En todos los principios relatados,
ella, la causa de los males,
expulsados por su causa de la tierra sin dolor ni fatiga.
Cayó la lluvia sobre la arcilla blanda.

Por rechazar la redondez, forma de lo fecundo,
-rectangular el gesto, agudas las erecciones-
sentenciadas a ser útero tan solo,
paño de lágrimas, servidoras,
la tierra fue concebida plana.
Aunque fueran esferas las estancias celestes;
las pirámides, redondas en su origen incierto,
resultaron cuadradas

Desconfía de la voz de los tiempos,
su sonido de reloj de arena,
no te creas lo que por evidente,
ese cristal velado
a través del que observamos el mundo,
desde siempre fuera creído,
pues toda palabra
confiere existencia a lo que nombra,
aunque no fuera nada,
sombra, quimera, lo que contuviera.

Descree de todas las evidencias,
esas certezas incontestables, consolidada lava,
que fundamenta nuestros mitos,
a cuya imagen fuimos configurados.
Dura labor, desarraigarnos
de la fe más profunda, los fundamentos,
el significado primero de todas las palabras.

Nos mintieron siempre.
Tanto tienes, tanto vales,
Pero si eres de las hijas de la tierra,
aun menos, no vales nada.
Con ese tatuaje nos marcaron.

Desde siempre mintieron.
Adoctrinados, el agua encenagada
que enturbia nuestras branquias con el cieno
como peces nacidos en los tiempos aciagos
nos rodean sumisiones, privilegios
el engranaje preciso de la máquina del mundo
que creímos perfectamente lubricado.
Se abrieron los montes
y surgieron tormentas de fuego.
Llovió a raudales sobre la blanda arcilla
y se deshizo en carne abierta
para alumbrar la vida,
condenada sin culpa la obscura inocencia.
¿Cuál será el grano de arena
que obturará el engranaje?

 


Francisco Marín Campos. De Gaia a Ciencia (canciones de amor y guerra). 

(+ 2 inéditos)

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