ANIVERSARIO, REIVINDICACIÓN DEL ASESINO

 

 

Gavrilo Princip tenía hambre,

hijo y nieto de muertos de hambre

iba a comprarse una hamburguesa

cuando vio al archiduque y a la duquesa.

Aunque era ateo pensó que era divina

la casualidad del encuentro en una esquina

y de dos disparos se tomó justicia.

Creyó ya desmayado que por jurispericia,

pero era por justicia de su hambre.

Salve pues.

Yo le canto hoy no por magnicida

ni por desahuciado, ni por idealista,

ni por ofrecer su cuerpo como tea

para iluminar a un pueblo sojuzgado,

eso es todo pose y no merece cita,

es por adalid de una revolución       

de niños y de hambrientos,

de los sin voz de siempre y hasta entonces,

de los invisibles y de los confusos.

Ni veinte años tenía, y nadie decidía

con diecinueve años soñadores

en su mil novecientos y catorce.

Desde entonces el mundo también cuenta

con adolescentes cargados de ilusiones.

Le torturaron luego, ahora no importa,

cuatro años tardaron en mandarle

con el archiduque y con la duquesa

de panzas llenas y surtidas mesas,

dicen que pesaba apenas treinta kilos

cuando fue sepultado por podrido.

Bien están las calles con su nombre,

a pesar de una gran guerra dolorosa

decidida de antemano y ya con fecha

por militares deshumanizados,

gran mentira por su acción famosa.

Asesino será, también antorcha.

Gavrilo Princip, un minuto de gloria.

Antonio Santos Barranca. Antología dual. Ed. Onuba, 2022