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jueves, 2 de noviembre de 2023

ENTRA


 


Entra, te estaba esperando.


Sí, este es el río casi seco, con su roja,

áspera y estéril agua estancada

donde un día el barro te llegará hasta la cintura,


estos son los asombrosos ciervos

que vuelven cada primavera,

y aquel el búho blanco que sobrevuela

la vieja charca de Proserpina

en las noches cálidas del verano,


esta es la casa arruinada con forma de ballena

donde no nacerás,


esta es tu madre tendiendo la ropa

en el corral de las chumberas de la Friseta,


esta es tu tía Gertrudis, que te lleva, callejón arriba,

hasta la nueva escuela que acaban de construir

detrás de la casa de tus abuelos,


este es el niño tonto de la calle San José

que te parará para darte la mano

y preguntarte cuándo te vas a la mili

y si saldrás este año de nazareno con Padre Jesús,


este es el tío Frasco regañándote

por el poco cuidado que pones

en la recogida de las ciruelas

en la huerta de Giralda,


este es el beso que será nombrado como color rojo herido

en un poema que escribirás en 1984,


este es Fernando enseñándote cómo funciona

la lámpara de carburo antes de entrar

en la cueva chica de Santiago en Cazalla de la Sierra,


este es Bernardo llevándote hasta unas pozas de agua helada

cerca de la Laguna Negra de Vinuesa,


estas son las escaleras que suben a lo más alto del templo de Bhimakali

en la villa de los graneros de Sarahan, y por esta ventanita

verás el Shrikhand Mahadev, el Jorkanden,

y allá, entre la niebla, el Kailash

tan sagrado como escondido,


y este es el mundo dando vueltas en el cielo de plata

del tapacubos de un coche que se echa a andar

primero muy despacio, y después tan rápido

que todas las formas se vuelven hilos de color

hasta que desaparecen en la gloria del girar.


Entra, entra y asómate,

yo soy aquel del fondo,

el que lo ha visto todo

con tus ojos.



Antonio Orihuela. Diles que dije no. Ed. La isla de Siltolá, 2022




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