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miércoles, 1 de noviembre de 2023

LA UBERTIADA

 



 

Esta Hoja del Baobab número 75 se abre con una cita de Mijail Bajtin:

«En una forma sensorial y vivida entre realidad y juego, la carnavalización literaria plantea un nuevo modo de relaciones que se opone a las relaciones jerárquicas y todopoderosas de la vida cotidiana. El comportamiento, el gesto y la palabra del hombre se liberan del poder de toda situación jerárquica, volviéndose excéntricos e importunos».

Desde el punto de vista del canon literario, La Ubertiada quiere mostrar un proceso de carnavalización. Ha ocurrido desde siempre. Cuando la poesía está agotada, o cuando la poesía cae en manos de ciertos creadores que no tienen más remedio –para sobrevivir- que desacralizar la poesía, se produce el ritual de inversión, entra en juego el mundo al revés y la poesía puede resultar regenerada por nutrirse de su propia cara oculta.

Lope de Vega, por ejemplo, para parodiar el automatismo, el perfil rancio y los extravíos y exageraciones de la épica heroico-patética de su tiempo, escribe La Gatomaquia (1634), un extenso poema en silvas que canta las hazañas y los turbulentos amores de Zapaquilda y Micifuf y las perversas artes de su antagonista, Marramaquiz.

Estaba sobre un alto caballete

de un tejado sentada

la bella Zapaquilda al fresco viento,

lamiéndose la cola y el copete,

tan fruncida y mirlada

como si fuera gata de convento.

Ya que lavada estuvo,

y con las manos, que lamidas tuvo,

de su ropa de martas aliñada,

cantó un soneto en voz medio formada

en la arteria vocal, con tanta gracia

como pudiera el músico de Tracia;

de suerte que, cualquiera que la oyera,

que era solfa gatuna conociera,

con algunos cromáticos disones,

que se daban al diablo los ratones.

 

Ocurre con Quevedo que, empeñado en la irreverencia ante la sublime mitología, convierte la persecución apasionada de Apolo tras de Dafne en un encuentro entre un rijoso y una frígida, y a la heroica corona de laurel en salsa de escabeche:

Tras vos un Alquimista va corriendo,

Dafne, que llaman Sol ¿y vos, tan cruda?

Vos os volvéis murciégalo sin duda,

Pues vais del Sol y de la luz huyendo.

 

Él os quiere gozar a lo que entiendo

Si os coge en esta selva tosca y ruda,

Su aljaba suena, está su bolsa muda,

El perro, pues no ladra, está muriendo.

 

Buhonero de signos y Planetas,

Viene haciendo ademanes y figuras

Cargado de bochornos y Cometas.»

 

Esto la dije, y en cortezas duras

De Laurel se ingirió contra sus tretas,

Y en escabeche el Sol se quedó a oscuras.

 

Ocurre, también con Quevedo, cuando el autor utiliza el código jurídico de las premáticas para desacralizarlo, para proceder a una desautomatización, y dictar así órdenes no contra el que delinque, sino contra el que resulta sencillamente impresentable:

Los que, sonándose las narices, en bajando el lienzo lo miran con mucho espacio, como si les hubiese salido perlas dellas y las quisieran poner en cobro, condenámoslos y que, cada vez que incurrieren en ello, den una limosna para el hospital de los incurables, porque nunca falte quien haga otro tanto por ellos.

Mandamos que ninguno llame ayuno, devoción o templanza lo que verdaderamente fuere hambre y no poder más.

Ocurre con los espejos deformantes del Callejón del Gato, de Valle-Inclán; con las greguerías de Ramón, con ese brillante discurso titulado El orador en el que Gómez de la Serna nos guía sobre las virtudes del monóculo sin cristal y sobre la importancia de la mano en el arte de la oratoria; con los Crímenes ejemplares de Max Aub («Fe de erratas: donde dice “la maté porque era mía” debe decir “la maté porque no era mía”»); con los aerolitos de Carlos Edmundo de Ory, y con ese texto postista y magistral que él y Chicharro titulan Retrete, no ya en alusión velada, sino en intento explícito de destrucción del machadiano Retrato. Ocurre, muchas veces, con la poesía de tradición oral cuando entra en el terreno específico de lo lúdico, en el juego infantil, donde la irreverencia o la escatología son virtudes primordiales:

Santa Catalina,    cabellos de oro, / mató a su padre    porque era moro.

Santa Catalina,    cabellos de plata, / mató a su madre    porque era falsa.

 

Franco, Franco, que tiene el culo blanco / porque su mujer lo lava con Ariel

 

La Ubertiada es (también) un intento personal de ocupar un diminuto lugar en la diminuta zona no hegemónica de la poesía. Diminuta pero no por ello menos poderosa. Porque –como dice Antonio Orihuela- «la poesía puede ser un perfecto floripondio, pero también puede ser el arma de destrucción masiva más impecable para luchar contra la tontería consumista, el productivismo capitalista… La poesía puede servir de autopista o de cortafuegos a los lenguajes normalizados por el poder, depende de en qué lado queramos estar. Como cortafuegos puede transformar el mundo, en tanto que modifica la relación imaginaria que mantenemos con él; pero también puede naturalizar todos los horrores de este, si somos incapaces de romper con la ideología que nos construye».

Salvando las distancias, esa “ideología que nos construye” se comporta igual que la memoria cultural. He escrito alguna vez que la memoria cultural es esa que nos hace y no nos deja ser, la que manipula nuestros cuerpos, como en ese juego infantil frente al espejo en el que el niño habla y su madre, detrás, con sus brazos introducidos en el jersey del niño, gesticula, haciendo reír tanto al niño que éste se queda sin palabras.

No escribí La Ubertiada para que fuera impresa, sino para salmodiarla. Lo impreso tiene siempre el peligro de prevalecer como verdad, haciéndonos olvidar de ese modo que, antes que seres de escritura, fuimos seres de oralidad, que antes de escribir cantamos, y que cuando un nuevo diluvio –éste que ya está aquí- nos permita comenzar otra vez la vida desde una orilla sin estrenar, solo contaremos con la voz y el oído para comunicarnos. Creo que la poesía cortafuegos debe abusar de lo oral, ser efímera y cambiante, dúctil, resiliente y colectiva. Por todo ello, a quien guste de hacerlo le pediría que no respete el texto, es decir, que lo use, que lo varíe y lo adapte según sus filias y sus fobias, que lo haga suyo y lo devuelva a la oralidad en la medida de lo posible.

La Ubertiada se cierra con un envío o remate. Me he tomado esa libertad y he tenido ese último atrevimiento: el de imitar esos versos finales con que los trovadores clausuraban sus canciones para hacer explícito a quién estaban dirigidas y para revelar su nombre. E imitar, sobre todo, ese envío que Garcilaso pospone a su canción III, donde declara su voluntad de que la canción no se le muera en la boca, dicho esto desde un destierro que lo tenía “preso y forzado y solo en tierra ajena”.

Yo estaba presa y forzada y sola en tierra ajena en la primavera de 2021, cuando Gema Estudillo me telefoneó para invitarme –en nombre de Uberto Stabile- a participar en EDITA. Andaba por Tras-os-montes, la tierra más pobre y más silenciosa de Portugal, la más sagrada, acababa de visitar al Menino Jesus da Cartolinha, en Miranda do Douro, y le había pedido un milagro: el de la alegría.

Los versos libres, las horas diurnas en las que los poetas regalan sus días y las horas nocturnas (y golfas) en las que los poetas regalan sus noches, las mujeres que abandonan el bordado primoroso y doméstico para coser libros por el sueño de ser editoras, los de la Academia Estúpida de las Artes y las Letras, que sacan a pasear sus libros por las calles de Punta Umbría para que tomen el aire, la acción poética como única posibilidad honrada de acción… Todo lo que es EDITA, desde entonces, ha ido haciendo ese milagro que le pedí al Menino.

De modo que, al cumplir EDITA en este 2023 treinta lustrosos años, no tenía más remedio que agradecer y homenajear a Uberto, Ese Hombre. Y eso es La Ubertiada: una gatomaquia, un aerolito, una greguería, un esperpento, una poética del escabeche, un crimen, un sabotaje, una confianza ciega y necesaria en la poesía como arma de destrucción masiva.



LA UBERTIADA, ROMANCE HEROICO

 

 

 

Santa Madre de Valencia

María del Desamparo

alumbra mi entendimiento

y suelta mi lengua un rato

lo justo para acordarme

de las hazañas simpar

de este hombre que ahora canto

y al que apasiona editar

 

Quiero también invocar

a la patrona de Huelva

Sagrada Virgen del Carmen

por cuya divina gracia

Uberto dejó Valencia

 

Mas seguiré los preceptos

de la retórica antigua

y principiaré el relato

hablando del nacimiento

del héroe según figura

en escrituras antiguas

 

(Sí: he repetido antigua

pero por más que he buscado

no encuentro rima contigua)

 

Lo mismo que Lola Flores

como los dioses de antaño

Uberto vino a este mundo

hace doscientos mil años

Y tiene que ser así

porque de ser de otro modo

no le hubiera dado tiempo

a publicar tanto tomo

 

Él presume de ascendencia

italo-hispano-gadita

y a lo mejor eso explica

su carácter liberal

sus herencias petrarquistas

su humor (más bien caletero)

su querencia por Conil

su arte de hablar con los gatos

y su vicio por salir

constantemente de viaje

sea noviembre o sea abril.

 

Yo lo conocí de oídas

allá por mi juventud

y me dijeron de él

que venía como un alud

a renovarnos los versos

a meté en el ataúd

la poesía más rancia

que nos tenía sin luz.

 

Porque él es más bien de izquierdas

bolivariano y rebelde

y nunca tuvo empatía

con los que hacen el pesebre…

Ya me entienden, con aquellos

que se dicen ser poetas

y van vendiendo sin rumbo

su moral a tres pesetas.

 

No creo que aquí en Edita

alguno de esos se atreva

a poner su pie y su letra

No vamos a transigir

con esos falsos poetas…

 

 

Pero retomo la senda

de la chansón de Stabile

y prosigo ahora contando

las múltiples aventuras

de este legendario bardo.

 

 

Apenas con veinte años

ya venir se le veía

pues fundó una librería

(Cavallers de Neu le puso)

inventó una editorial

que bautizó Malvarrosa

(hermoso nombre de playa)

¡qué poquito le duró!

fue dando palos de ciego

¡Con lo bien que le habría ido

cerca de García Montero!

 

 

Pero ahí no paró la cosa

fue fundador de la Unión

de Escritores Valencianos

y editó a algunos poetas

unos buenos y otros malos.

 

Y un buen día se vino a Huelva…

Se juntó con una gente

más bien que de medio pelo

Eladio Orta, Orihuela,

José Blanco, Javier Seco…

que dicen que son poetas

y no son más que pies negros

¡Con lo bien que te habría ido

cerca de García Montero!

 

¡Ay Uberto!, lo social,

el comunismo, la izquierda

te quitó dinero y fama

te hizo perder la cabeza

Con lo bien que te habría ido

dedicándote a lindezas

propias de García Montero

 

Menos mal que en el amor

tuvo Uberto mejor tino

y a la primera cazó

a la simpar Estudillo

Y es que Omnia vincit amor

como Virgilio dijera

y a tanto llegó el amor

que fundaron Alameda

 

Pero no nos engañemos

Uberto algo ya sabía

de poesía femenina

y eso nos lo demostró

con un par… de antologías

Con Mujeres en su tinta

hizo un guiso colosal

y coronando los postres

se trajo de Portugal

un puñado de claveles

con olor a libertad

 

Y a tanto llegó su fama

que hasta la universidad

quiso tener sus papeles

y ahí al lado, en Huelva, están

los miles de papelotes

que Uberto pudo juntar

de poesía alternativa

poesía de resistencia

poesía para obreros

poesía y revolución

poesía de jornaleros

poesía necesaria

poesía sin dinero…

¡Con lo bien que te habría ido

cerca de García Montero!

 

Pero cesen los reproches

que hoy es día de celebrar

el cumpleaños de EDITA

porque treinta es una edad

Y en homenaje a Stabile

y en nombre de los estultos

rimaré en endecasílabos

algunos versos esdrújulos

Porque no se diga que

las formas italianas

tienen menos sitio aquí

que las cuartetas hispanas

 

 

La Estúpida Academia te saluda

Oh, Uberto, honor de Punta Umbría

y en once sílabas y esdrújulas te envía

un soneto plagado de ternura

Porque Edita es amor (tú lo sabías)

emprendiste labor de envergadura

convocaste a poetas sin premura

y poetas acudieron a porfía

Pusiste rumbo al sur en esta nave

pues en el sur está la buena compañía

esos que no presumen de que saben

Y el viento que sopló nuestro velamen

fueron siempre tu verso y tu alegría

Y eso es amor: quien lo probó lo sabe.

 

 

Vuelvo a invocar a los santos

para al canto poner fin

Venga San Vicente Mártir

buen patrono de Valencia,

acuda San Sebastián

de Punta Umbría protector

y dos ángeles custodios

acompañen desde Huelva

a la Virgen de la Cinta.

Júntense todos a dar

gloria a Uberto y a Edita

 

Y no se queden con las ganas

de aplaudir a este coplero

a quien mejor le habría ido

cerca de García Montero

 

 

Envío

 

Ésta que escribió los versos

que a Uberto Stabile ensalzan

no es más que humilde aprendiza

de los juglares que antaño

iban por calles y plazas.

Su amor por el Romancero,

por el canto colectivo,

le llevó a intentar rendir

un homenaje a su amigo.

Porque si Uberto dio voz

a poetas en silencio,

justo es que el canto oral

dedique su voz a Uberto.

Vaya este romance heroico

dedicado a los poetas

que, como él, no cayeron

jamás en la sucia treta

de cambiar versos por oro.

Firma estos versos sonoros,

emocionada y feliz,

en julio del veintitrés,

servidora: Chus Ruiz.



María Jesús Ruiz Fernández. La Ubertiada (romance heróico). Las Hojas del Baobab. nº 75. Cádiz.


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