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miércoles, 1 de mayo de 2024

¿DE QUÉ SIRVES, POESÍA, EN EL TIEMPO DEL DESVELO?

 


 

 

con Enrique Falcón

para Juan Sánchez Amorós

 

¿Qué fueron las llamas del gueto de Varsovia

al lado de los grandes incendios del siglo XX

o el biocidio en ciernes del XXI?

 

¿En qué pradera, finalmente calcinada,

terminará de desintegrarse,

como un monstruo del tiempo de los mamuts,

aquel viejo autobús escolar

con un cartel de destino en el que podía leerse

FUR THUR o tal vez I’M LOVIN’ IT?

 

¿Dónde pensarán esconderse

los que creen que tienen posibilidades de esconderse

en alguna parte?

 

¿Qué podrá comprarse con tres euros

o unos códigos bancarios?

 

¿Tendrán alguna utilidad las sartenes de inducción,

un módem, las corbatas?

 

¿Habrá Nueva Zelanda para los pies negros,

los que limpian la mierda, sacuden las alfombras

o recogen tomates?

 

¿Repartirán pan y peces en el Monte Eremos

como hace dos mil años?

 

¿Estará, por fin, la patria

en el fondo de un plato de sopa?

 

¿Encajará una mano en otra

y desenvolverán unidas

el inextricable laberinto de la supervivencia?

 

¿Cuando todos vaguemos sin norte,

habrá dejado de ser insulto: mestizo, negro o gitano?

 

¿Qué quedará de lo vivo?

 

¿Fluirá el Danubio azul?

 

¿Cantará el mirlo en el retamar?

 

¿Algún publicista hablará de revolución?

 

¿Se oirá la música de las esferas con la misma nitidez

que la oyó Kepler?

 

¿Cuánto valdrá una noche estrellada

en la segunda quincena de julio?

 

¿Lucirán las jóvenes en las fiestas

cintas, conchas y caracolillos,

plumas, pinturas y tatuajes?

 

¿Qué hará falta aprender y qué recordar?

 

¿Tenemos aún tiempo?

 

Miro el reloj y toco la solidez

que la lava del materialismo imprimió al tiempo,

cuando todo se conjuró para que la realidad

fuera una sucursal bancaria,

una cristalera abarrotada y aturdida,

un espejito del que era imposible apartar la mirada

y que nos decía:

 

Tú vales mucho, pisa el acelerador,

no te preocupes,

nadie te va a pedir cuentas por nada.

 

El poema era entonces pólvora mojada,

lista de la compra, libro que nadie lee,

indiferencia, herrumbre y bostezo.

 

Mañana lo necesitaremos,

cuando, en el campamento base,

nos sentemos alrededor del fuego.

 

Será puñado de luz, mapa del tesoro, abrigo y casa,

tabla de salvación, fervor y obsequio.

 

¿Sabremos recitarlo?



Antonio Orihuela. El fuego desde el otro lado. Ed. La tortuga búlgara, 2024

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