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miércoles, 18 de septiembre de 2024

FRACASAR MEJOR de JORGE RIECHMANN (fragmento V)


 

 

la fecundidad del vacío

 

Anna Caballé comenta un libro de conversaciones con Jean-Paul Sartre: “Cuánto ha cambiado nuestro mundo desde los años setenta: de la pasión por el Absoluto de Sartre o Beauvoir a nuestro relativismo desesperado que apenas tiene respuestas, más allá de las cuestiones capaces de generar beneficios”. Y es que, en efecto, un mundo que sólo parece capaz de preguntarse “dónde está mi 3%, dónde está mi 25%” no sólo es abismalmente nihilista: también es rápidamente autodestructivo. Su recorrido resultará muy corto en términos históricos, a partir de la brutal aceleración hacia el abismo que prendió alrededor de 1980.

 

Cuánto nos cuesta entender las dinámicas de crecimiento exponencial (con esos tiempos de duplicación que menguan prodigiosamente). Cómo ha cambiado el metabolismo sociedad-naturaleza en los últimos ochenta años aproximadamente, y sobre todo en los últimos cuarenta (los años alrededor de 1930 y 1980 como goznes del siglo XX), es algo que desafía la imaginación humana. ¿Desde qué fecha diría usted que los habitantes actuales de la Tierra hemos emitido la mitad de los gases de efecto invernadero, en tiempos históricos? La respuesta es estupefaciente: ¡desde 1980! [1] Apenas en tres decenios, tanto como en muchísimos milenios antes: así se comportan los crecimientos exponenciales. Nos cuesta entender que el mundo actual, en lo que a impactos sobre la biosfera y los ecosistemas se refiere, no tiene nada que ver con aquel donde vivían nuestros abuelos.

 

Dicho todo lo cual, sin embargo, hay que insistir en que la “pasión por el Absoluto” que evocaba Anna Caballé es una pasión malsana. ¿Seremos de verdad capaces alguna vez de reconciliarnos con nuestra dependencia, nuestra finitud, nuestra contingencia –con la intensidad del ahí y la fecundidad del vacío?



ángel

 

Criatura imaginada por los seres humanos mediante el sencillo expediente de sustraer de sí mismos sólo dos rasgos básicos: sadomasoquismo y narcisismo.[1]

 


el humus de lo humano

 

Un humanismo capaz de evitar aquel sendero extraviado de quien cree que el hombre es la medida de todas las cosas…

 

*“La eternidad del asno es mi propia eternidad”, nos susurra el poeta Miguel Ángel Bernat. El humanismo será animalista, ecologista, biosférico y biocéntrico o no será.[1]

 


como si, a pesar de, sin embargo

 

¿Tiene arreglo la humanidad? (Y nótese que estoy evitando expresamente la palabra “salvación” u otras de similar alta jerarquía.) Probablemente no. Pero, en otra variante de la filosofía del als ob, hemos de hacer como si lo tuviera: como si fuera posible ese arreglo o compostura existencial. Nada menos que Albert Camus, y nada menos que tras la atroz carnicería de la segunda guerra mundial y el horror indecible de la Shoa, escribió que pese a todo “hay en los seres humanos más cosas dignas de admiración que de desprecio”.[1]

 

Y vale la pena recordar también aquel jaiku de Issa Kobayashi: “Sólo rocío/ es el mundo, rocío/ y sin embargo…”

 

“Como si”, “a pesar de”, “sin embargo”: tres locuciones indispensables.

 

 

*sentir y medir: sentimedir

 

Como estamos comprendiendo mal, vivimos mal. Y vivir mal nos hace comprender mal… Necesitamos rectificar nuestra relación con el mundo natural, hoy tan distorsionada.

 

Medir es necesario; pero cuánto daño hacen en muchas ocasiones las métricas, en una sociedad turbiamente entregada a lo cuantitativo.[1] (En el trasfondo, casi siempre, las cantidades de ese singular ente relacional al que llamamos dinero.)

 

¿No hubiera podido desarrollarse la ciencia occidental de modo más equilibrado? Sí: sentir y medir es una forma posible de caracterizar el proyecto de “ciencia romántica” de Alexander von Humboldt.[2] Aquel sabio alemán, amigo de Schiller y Goethe, en quien reconocemos a uno de los grandes precursores de lo que después hemos llamado ecología y Ciencias de la Tierra.

 


organizar el descontento

 

“Unos hombres que se dicen –o que son, en efecto, republicanos– deben afectar –si, en efecto, no las tienen– las virtudes republicanas. Y la más recomendable entre ellas es resistir a la pasión de dominar.”

Simón Rodríguez (1769-1854) en uno de sus “logogramas”

 

Organizar el descontento es una tarea humana importante (y muchas veces ingrata): es la que asume el militante. Nos hace falta perder tanto tiempo en eso porque algunos no cejan en su empeño por dominar a los demás.

 

Pero las tareas humanas más importantes son otras. La militante tiene buenas razones para detestar a quienes fuerzan a los demás a semejante desperdicio de tiempo –tiempo, la tan escasa materia de la vida– y energía. Distrayéndonos de esa forma de lo que sí importa: renunciar a la dominación, pacificar nuestra existencia, asumir nuestra finitud.

 

Darse cuenta de que uno es frágil, y no querer dominar al otro; darse cuenta de que uno muere, y no querer matar al otro. (Las mujeres son casi siempre mejores que los varones en estas tareas esenciales.)

 


Jorge Riechmann. Fracasar mejor. Kaotica Libros, 2024



[1] Qué nos van a contar, sobre esto, en las Universidades españolas crecientemente sometidas a la cuantificación de supuestos méritos académicos desde los años 1990… Las deformaciones a que ha dado lugar el fetichismo del paper publicado en revista de primer cuartil son innumerables. Véase Daniel Sánchez Caballero, “Investigadores y universidades intentan escapar de la dictadura de los papers”, eldiario.es, 2 de junio de 2023; https://www.eldiario.es/sociedad/investigadores-universidades-escapar-dictadura-papers_1_10213709.html

Parece, no obstante, que ahora pueden estar cambiando un poco las cosas. Un profesor amigo escribe esperanzado: “Para la evaluación de becas y ayudas posdoctorales ya en la actualidad se da instrucciones a los comités para que tomen en consideración las directrices de DORA y que se tengan en cuenta ‘todas las aportaciones científicas (no únicamente publicaciones), las actividades de transferencia, aportaciones a la sociedad y a la formación de jóvenes investigadores, y otras aportaciones’. Igualmente se insiste en que las valoraciones se realicen evitando motivarlas ‘por criterios exclusivamente cuantitativos basados en indicadores de impacto de las revistas o editoriales donde se ha publicado’. Y añade: ‘Deben evitarse especialmente las referencias a indicadores bibliométricos’ (!!!!). Item más: la MIAR desde el año 2022 ya no muestra el cálculo del ICDS (Índice Compuesto de Difusión Secundaria), que es el número sobre el que a menudo se hacían los cálculos para asignar plazas en las oposiciones y concursos. Yo creo que no es casual: la conclusión que saco es que están empezando a comprender que la contribución del conocimiento a la sociedad no pasa solo por publicar papers que apenas nadie lee y que no sirven sino para engrosar líneas de curriculum vitae. La transferencia de conocimiento también es una tarea que la universidad debe satisfacer y hacerlo de acuerdo con estándares de calidad que no son mensurables en términos de JCR…” (comunicación personal, 7 de junio de 2023).

DORA es la Declaración de San Francisco sobre Evaluación de la Investigación, que puede leerse aquí: https://sfdora.org/read/read-the-declaration-espanol/

MIAR es la Matriz de Información para el Análisis de Revistas: https://miar.ub.edu/

Véase también la declaración de CoARA (Coalition for Advancing Research Assessment): https://coara.eu/agreement/the-agreement-full-text/



[1] El mismo Camus que axiomatizaba: el fascismo es el desprecio.


[1] 83.500 millones de animales masacrados en 2021: la industria cárnica.



[1] “El equivalente del fetichismo de la mercancía en la vida psíquica individual es el narcisismo. Aquí, este término no designa solamente una adoración del propio cuerpo, o de la propia persona. Se trata de una grave patología bien conocida en el psicoanálisis: una persona adulta conserva la estructura psíquica de sus primerísimos años de infancia, cuando todavía no existe distinción entre el yo y el mundo. El narcisista experimenta todo objeto exterior como una proyección de su propio yo y, como contrapartida, ese yo sigue siendo terriblemente pobre a causa de su incapacidad para enriquecerse en relaciones auténticas con objetos exteriores. Pues, en efecto, el individuo para lograr este fin debería reconocer en primer lugar la autonomía del mundo exterior y su propia dependencia de él. El narcisista puede aparecer como una persona ‘normal’: en realidad, jamás ha abandonado la fusión con el mundo circundante y hace todo lo que está en su mano para mantener la ilusión de omnipotencia que se deriva de ella. Esta forma de psicosis, rara en la época de Freud, se ha convertido en el transcurso de un siglo en una de las principales afecciones psíquicas: pueden verse sus huellas un poco por todos lados. Y no es producto del azar: nos encontramos aquí con la misma pérdida de lo real, con la misma ausencia de mundo –de un mundo reconocido en su autonomía fundamental—que caracteriza al fetichismo de la mercancía.” Anselm Jappe, Crédito a muerte –La descomposición del capitalismo y sus críticos, Pepitas de Calabaza, Logroño 2011, p. 256-257.

                *Un dato recogido en Utopía para realistas de Rutger Bregnan (Salamandra, 2017): en los años cincuenta del siglo XX, sólo el 12% de los jóvenes europeos y estadounidenses se consideraban a sí mismos “especiales”. A la misma pregunta repetida hoy, sesenta años después, el 80% contestan que son “especiales”; sólo uno de cada cinco jóvenes se considera “normal”.

 



[1] “En los últimos treinta años [1980-2010, aproximadamente] se ha emitido a la atmósfera una cantidad de GEI equivalente a la mitad de la emitida en toda la historia de la humanidad. Es muy probable que, veinte o treinta años antes del final del siglo pasado, hubiéramos estado a tiempo de encontrar una trayectoria colectiva en términos de emisiones que hubiera impedido llegar hasta aquí, cuando las respuestas ya no pueden ser incrementales y no se producirán, en su caso, sin severos sacrificios. (…) Que todo esto podía ocurrir se sabe desde hace más de cincuenta años, pues ya el presidente Lyndon B. Johnson advirtió del peligro en el Congreso de los EEUU en los años sesenta [del siglo XX]. Sin embargo, décadas de negacionismo sofisticadamente organizado y de freno al pensamiento sistémico como elementos de la expansión ultraliberal programada nos han llevado hasta aquí.” Ferrán Puig Vilar, “¿Reducir emisiones para combatir el cambio climático? Depende”, en mientras tanto 117 (monográfico sobre Los límites del crecimiento: crisis energética y cambio climático), Barcelona 2012, p. 113.

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