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lunes, 21 de octubre de 2024

DIARIO NOCTURNO EN UN PAÍS FEO (fragmento V)

 



A lo mejor tenía razón no sé quién leído hace 

poco cuando decía que el aburrimiento es la enfermedad 

de las personas felices. Lo importante del día es que Jane 

me hizo caso y llegó a la hora de comer, ¡bendita sea!, 

en una destartalada furgoneta que conducía uno de esos 

enamorados incauto que tan repentinamente pierden por ella 

el seso, un muchachote apuesto y agradable, con aspecto de 

fontanero o de electricista, lo que finalmente ha resultado ser, 

discretamente alejado de nuestra presencia durante unas horas, 

y aceleré por ella el trabajo. “Ha abandonado su trabajo por

 traerme”, dijo ella orgullosa.

            Paseamos por el insulso centro de la ciudad, 

quiso conocer el feo y destartalado lugar de perdición 

de los castellonenses, especie de Barrio Chino llamado 

Alto de la Villa en el que las prostitutas salían a vernos 

como si fuésemos turistas de otro mundo, y después nos 

fuimos a comer langostinos al Grao. A Jane le apasiona la luz 

del Mediterráneo y hasta parece hablar un español más exacto 

e ingenioso teniendo cerca el mar. Como  decía Flaubert, el 

mar inspira a los burgueses pensamientos profundos. Respirando 

hondo cara al mar azul me confesó que es casi judía, o dicho 

con sus palabras, procedente de familia judía, y me quedé igual 

de ignorante, porque es como si me hubiera dicho que desciende 

de los vertebrados, como si yo comprendiera de pronto que 

también procedo de familia judía pero más anterior. Los Gil, Tapada, 

González-Brabo, Sierra, Estein, hasta Santos, le parecían a mi 

abuelo nombres de ladinos, lo que demuestra que en España siempre 

ha dominado el miedo, a la tortura quizá más que a la muerte. 

Carezco de la inteligencia necesaria para entender qué diferencia 

a una judía de 1965 de una aria de 1940 o una andaluza de 1492, 

como no sean embotamientos cerebrales.

            Lo esperado ocurrió. O lo inesperado, ya no sé. 

Como es bella como una heroína de Hemingway y yo me sentía 

aburrido entre orelluts no pude evitar besarla y después todo fue 

un beso largo bajo los eucaliptos —creo que eran eucaliptos, pero 

a lo mejor eran palmeras o quizá ni había árboles— del camino 

hacia Benicassim, bajo un frío agradable que calmaba interiores 

calores sanguíneos. A los de Castellón les llaman orejudos porque 

su club de fútbol de los años 20 era famoso por su portero Alanga, 

que atribuía su maestría para detener goles a una mascota de elefante,

 originaria de algu buena suerte en las guerras del Rif, con grandes 

orejas, y tras sus paradas el público gritaba “¡ole, orellut!” y se ha 

quedado la frase “¡el Valencia ha perdut, vixca orellut!”, así 

se escribe la historia en todas partes.

A pesar de ser aparentemente atea durante la conversación 

Jane me citó lo menos tres veces versículos de la Biblia para 

remarcar afirmaciones, como una abuela campesina española pudiera 

citar refranes. Todas las americanas se tragaron una Biblia 

al nacer, recuerdo haber leído a la escritora orgullosa lesbiana 

norteamericana exiliada Natalie Clifford Barney hablando de sus 

compatriotas. Jane, aunque atea, maneja una Biblia de los gedeones, 

traducida a conveniencia de hombres de negocios. La verdades que 

ese pueblo vive embrutecido por el dichoso libro requetetraducido, 

que todo el mundo parece haber leído cien veces y que muchos citan 

con exactitud repelentemente ceremoniosa. Me separa de los 

norteamericanos que conozco precisamente el In God we trust 

omnipresente. Son quienes más contribuyen actualmente al 

papanatismo religioso judeocristiano. Pero no ocurrió nada, 

ni enamoramiento ni dependencia, excepto un cierto sabor 

agridulce de macho que conquista y de salvaje King Kong que 

se aprovecha de la joven exploradora inocente. Ella regresó a Valencia 

muy tarde, con los labios ruborizados y con su paciente compañero el 

conductor, manso, sumiso y feliz. Desconozco qué estará haciendo esta 

noche, aunque antes me había dicho algo que yo desconocía: iba a 

intentar convencer a su chófer acompañante que de paso le llevara a 

visitar un pueblo cercano, Alpera. Había leído que es el único pueblo 

de España sin Virgen a la que adorar. Allí adoran una microscópica 

astilla, extraída de otra astilla que poseyó un valido, del llamado lignim 

crucis, demostrable falacia del eterno intento del cristianismo por poseer 

algo que en la obnubilación demuestre la existencia física de Jesús de Nazaret, 

Dios único y verdadero.

 

 

 

 

Apunte nocturno:

Absolutamente indemostrable ahora, pero quizá teóricamente convincente dentro de dos o tres siglos a medida que profundicemos  en el estudio de lo infinitamente grande y de lo infinitamente  pequeño: creo que existe lo Eterno y el Infinito, aunque nuestro  cerebro no esté preparado para entender semejante monstruosidad,  y que puede haber universos no solo paralelos sino quizá hasta infinitos, y que una cosa, un átomo, una  idea,una luz, materia incluso, podrían estar situadas en el mismo  instante en dos lugares diferentes. Una imagen de espejo cósmico,  pero mejor todavía ultracósmico, creo que debe existir comprobable  únicamente un día muy lejano por la razón, nunca empíricamente,  y que una proyección de espejos de espejos infinitos tiene sentido.  Vida y Muerte, Principio y Fin, creo que son dos realidades  absolutas absolutamente incomprensibles a nivel denuestra  condición de microbios en medio de la Eternidad, pero creo  también que no existe el desperdicio imaginativo, y tan digno  de ser pensada es la idea que ahora estoy exponiendo como  la que tuvo un mono de afilar una piedra para separar la piel de la carne.

 

 

 

Antonio Santos Barranca. Diario Nocturno en un país feo. Letrame Ed. 2024

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