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miércoles, 4 de junio de 2025

A PESAR DE TANTO FRÍO


 

                           I

 

 

A PESAR de tanto frío,

                                mantengo en la mirada

la eficacia vivida en el recuerdo

de unas manos seguras,

 

la eficiencia en el arte

del cuchillo aplicado a la tarea

de un despiece sereno de las horas

entre las raspas del pescado.

 

¡Mantengo aún la rabia!

                                   Son tus manos,

entregadas al celo de lograrnos la vida,

el calor de la luz

en el desbroce de los días imposibles.

 

Son tus dedos, ofrecidos

al pulso del mandil y la tijera,

un recuento, sin número, de escamas,

savia sostenida en el brillo cenital

de un alza en ventas.

 

Te encumbran los asuntos

que resolvías deshelando las tardes,

los restos de la pesca estremeciendo

el frío sustantivo del aire en las tarimas.

 

                               II

 

¡Cómo nos fue costando, madre,

mirarte después a los ojos,

cuando enferma de sueños

y cansada de darnos, día a día,

todo lo que veías necesario,

no entendimos tu entrega y tus claudicaciones!

 

¡Cómo fuimos dejando

que guardaras tú sola tantas cosas dolientes

sin sutura y con costra!

 

Mantengo entre los ojos

                                  la tristeza

de verte de esta forma, cuando observo,

que hoy nunca sé a quien ves cuando nos miras,

pero a veces en tu huida tenaz

sonríes y parece

que al tocarnos con la ciencia de tus manos

nos ofreces otra vez la vida entera,

y la nueva alegría de sabernos.

           

                       

                             Luis Ramos de la Torre. En Del polen al hielo, Baile del Sol, 2017

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