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miércoles, 27 de julio de 2016

PAÍS NORMAL CAPITALISTA



Això és normal
en un país normal.
(de una canción de Sílvia Tomàs)

Cataluña quiere ser un país normal
como todos los países que son normales
dice el presidente de la Generalitat,
es decir, un país normal capitalista.

Dicen que en un país normal es normal votar,
pero en un país normal capitalista
también es fácil no tener trabajo,
y si lo tienes acostumbra a ser precario.

En un país normal capitalista
es normal hablar de democracia
y decir que hay libertades para todos,
pero en que siempre mandan los mismos.

En un país normal capitalista
es normal que los parados se les acabe el paro
y con él la prestación que cobraban
y se queden completamente colgados sin nada.

En un país normal capitalista
es muy normal que te quiten la casa
por no poder pagar el alquiler o la hipoteca
y que vengan los de la PAH a defenderte.

En un país normal capitalista
es normal que los inmigrantes no tengan papeles,
a la vez que el Capital no tiene fronteras,
y los capitalistas circulan libremente.

En un país normal capitalista
es normal pagar impuestos
para potenciar las fuerzas de “orden”
y las “humanitarias” fuerzas armadas.

En un país normal capitalista
es normal que la represión siempre actúe
contra los rebeldes, los pobres, los diferentes
y contra los que se levantan contra la injusticia.

En un país normal capitalista
la prisión es mayoritariamente para los de abajo,
los de arriba siempre escurren el bulto,
y la policía queda casi siempre impune.

En un país normal capitalista
es normal que la independencia
solo sea para los que continúan mandando
los mandados a votar cada cuatro años.

En un país normal capitalista
es normal que con la independencia
los parados continúen en el paro
y los sin techo continúen durmiendo al raso.

En un país normal capitalista
es normal que con la independencia
los pobres no dejen de vivir en precariedad
mientras los amos sean cada vez más ricos.

En un país normal capitalista
es normal que haya miles de casas vacías
y que la especulación continúe generando
riqueza para unos pocos que se la llevan a Suiza.

En un país normal capitalista
es normal que se organicen los pensionistas,
los afectados por la hipoteca
y que los trabajadores declaren la huelga general.

En un país normal capitalista
es normal que los jóvenes sin local
okupen un banco o un espacio municipal
para convertirlo en un centro social autogestionado.

En un país normal capitalista
es normal que el gobierno envíe los mossos
a desokupar pisos y locales en nombre del Capital,
y que se arme la marimorena por las calles.

En un país normal capitalista
es normal manifestarse, protestar cívicamente,
levantar barricadas, incendiar contenedores,
recibir palos de la policía y ser detenido.

En un país normal capitalista
es normal que los revolucionarios
quieran hacer la revolución
y declarar la autogestión generalizada.

En un país normal capitalista
es normal iniciar el proceso de desaprender
para continuar solidariamente aprendiendo 
a autoorganizarse en el apoyo mutuo.

En un país normal capitalista
es posible hacer perfomances
salir a la calle a protestar
sin necesidad de ninguna estelada.

En un país normal, ¿es normal votar
por la independencia de un nuevo Estado
que calca lo que ya tiene y se convierte
es seguidor del Estado que quiere suprimir?

En un país normal, ¿es normal votar
para conseguir crear un país normal
como el que ya tenemos con deudas
y con la globalización neoliberal?

En un país normal capitalista,
¿es posible ser independiente de la globalización?

En un país normal capitalista,
¿ser independiente significa ser libre?


Ferran Aisa. Sin bandera. Ed. Calumnia, 2016
Contacto para hacerte con este libro por 5 euros:
info@calumnia-edicions.net

AL SON DE DOSCIENTOS PESOS



   Algo intocable golpea los sentidos cuando se abre la puerta en la calle que tiene nombre de pena, y el hedor de los orines, la cerveza, los sudores trasnochados, el vino y las miserias humanas salen al encuentro.
   En el primer rincón de la izquierda, olvidados de todos y por todos están: un campesino de piernas flojas que ronca y babea un líquido amarillento; a dos pasos , los brazos rollizos y el rostro de alguien se medio esconde bajo una cabellera clara y a su lado una mujer con el vestido levantado hasta la ingle, también dormita, postrada, con la boca abierta, sobre el respaldo de una silla. Después, la sucesión de imágenes rompe con todo el orden posible y tan pronto se puede ver en el centro de la pista: a un viejo alto y jorobado, sin gestos ni voz, que baila  con un adolescente de bello cuerpo; una anciana gorda y pintarrajeada que se abraza a un vaquero de edad madura y que lucha por no pisotear también a un moreno semidesnudo, tirado en el suelo negro, dormido o medio muerto de congestión alcohólica.
   Mientras Rigo Tovar ameniza desde las rockolas grandes y viejas, protegidas con rejas especiales en el fondo del salón; una muchachita embarazada se asoma por en medio de las puertas y huye despavorida por los callejones del mercado, seguida por uno de los cantineros que en tres segundos brincó la barra, los borrachos, tres bailarines, las banquetas y trató de alcanzarla para cobrarle nadie sabe qué.
   Las mujeres que bailan, las que están sentadas, las que llevan vestidos limpios y nada de maquillaje, las que se ponen tacones brillantes y medias torcidas, las que se visten como cholas o como amas de casa, todas irremediablemente llevan en su mano izquierda una bolsita de piel o de plástico.
   Bailan pegaditas, modosas, sin ganas o con ánimos y al final de cada pieza su compañero les entrega sin discreción doscientos pesos que ellas van acumulando a otros tantos por toda la noche, junto con una, dos, o muchas copas.
   Los policías entran y salen, cobran, observan, duermen mientras una vieja mariposita sin dientes, sin pierna, con pestañas dibujadas en los párpados es conquistada con suaves caricias, con arrumacos tiernos por un hombre de edad madura.
   Los cantineros tras la barra se mueven de un lado a otro toda la semana, de día o de noche, y nunca dejan de buscar bebidas escondidas en los viejos calentones, ni de gritar a los que ya no tienen para pagar.
   Las cumbias, los corridos y las polkas nunca se acaban, ni las danzantes, ni los visitantes, ni el viejísimo anuncio francés de un siquiatra, que cuelga en la pared, ni las fotos de mariachis, ni esa vida de los callejones del centro.

Adriana Candia. Mujeres Eternas. Crónicas de Adriana. Eñediciones, 2016


martes, 26 de julio de 2016

CUANDO....




Cuando olvidemos nuestras canciones
bailaremos a su compás.

Cuando el viento llore ceniza
será demasiado tarde.

Cuando la razón no se tenga en pie
nos doblarán la otra rodilla.

Cuando levantemos los brazos
colgarán sus paraguas.

Cuando el hambre llame a la puerta
señalarán su camino con migas de pan.

Cuando vuelvan las golondrinas
harán de su metáfora propiedad privada.

Cuando nos quitemos el mono
veremos al esclavo.

Cuando hablen en nombre de la libertad
el eco agachará la cabeza.

Pero cuando abramos las manos
florecerá la revolución en ellas.




MANuEL GONzÁLEz. De Cicatrices en los tobillos, Amargord. Madrid, 2015.
En: Contra. Poesía ante la represión. Ed. Coordinadora Anti represión de la región de Murcia. 2016

Consigue tu ejemplar de esta antología hecha gracias a la colaboración de más de cien poetas de la conciencia crítica por 10 euros en: antirepresionrm@gmail.com

lunes, 25 de julio de 2016

RELIGIONES



Velas quemando mi vientre
ara y víctima y verduga
sólo no soy el oficiante.

*

Iba a iglesias
Amaba el aire consolador de su liturgia
y sus rituales
ese modo áspero de ayudar a enfrentar el mundo
reglas y manuales de instrucciones.

Iba a iglesias
Coincidí con gente que más que pertenecer las ocupaba
su iglesia era un lugar de estar.

Iba a iglesias
Empecé
a conocer el mal que yo encarno
mis cabellos enredaban
–ni pecho ni caderas–.
Iba a iglesias
¡A veces ser el mal excita!
dar de comer al malditismo deseado
A veces me ahogaba la ira
Si él era el que miró
¿eran culpables todas las pastelerías?
La culpa, la puta culpa
Plegándome.

Busqué iglesias
Cada vez más hombre cada vez más antiguas
Que me odiaran más
Sólo por ser.

Un día mi carne rechazada
obró el milagro
–mi mente ya sabía impotente–:
El calor del vientre era espontáneo
Si era mala, era mala.

Voy a iglesias
No hay que olvidar quién eres
de dónde vienes
Ni dejar de disfrutar la belleza
porque ellos la usurparan.

*

¿No habrá una iglesia sola que me quiera?
que vea en mí la fuente de la vida
y un lado del placer
¿No habrá una sola iglesia
que me folle bien?

*

No me quieren
me temen
coño destino
los mismos que me nombran
virgen
coño origen.



CARMEN DEL RíO BRAVO
De No ardo,/me oxido.../me he pasado a la combustión lenta
En: Contra. Poesía ante la represión. Ed. Coordinadora Anti represión de la región de Murcia. 2016

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domingo, 24 de julio de 2016

3 poemas de LA UTOPÍA TIENE LOS PIES DESCALZOS de IOSU MORACHO




No es país para viejos



No es país para viejos
porque no nos aseguran las pensiones
a pesar de llevar toda la vida cotizando a la seguridad social.

No es país para jóvenes
porque además de que no hay trabajo,
tampoco hay expectativas de que vaya a haberlo
y porque no se ha cuidado el sistema educativo
ni se ha valorado la función del docente por encima de la del político.

No es país para estudiantes,
porque la nueva ley de educación
no les permite pensar por sí mismos,
los nuevos planes reducen las horas de filosofía, la historia,
la educación para la ciudadanía y la cultura en general.

No es país para las mujeres,
que siguen cobrando menos por hacer el mismo trabajo
y son ninguneadas en campos en los que son ellas las que deben decidir.

No es país para los trabajadores,
que siguen viendo sus derechos recortados y sus reivindicaciones manipuladas. ¿Dónde quedaron sus logros históricos?

No es país más que para el turismo extranjero
y para los corruptos de dentro
y para aquellos que nos quedamos en él para darle la vuelta a la historia…



 Dos telediarios

“Siempre nos quedarán las bacterias”
Jorge Riechmann

Al paso que vamos,
como raza humana,
nos quedan dos telediarios
y encima manipulados con opio y adormidera.

Verás como hasta el mismo instante de la hecatombe,
para no preocuparnos,
nos hablan de fútbol
y de pactos de consenso
entre los líderes de la nueva democracia.

Mamá y Papá Estado
siempre se retiran pudorosamente a la cocina
a charlar de sus cosas
cuando no quieren que nos enteremos.



No lo olvides

No lo olvides.
Se trata de ser invencibles.
No invisibles, como nos quieren ellos.
Invencibles.

No lo olvides.



Iosu Moracho. La Utopía tiene los pies descalzos. Ed. Amargord, 2016

sábado, 23 de julio de 2016

BALADA DE LA NOIA OKUPA



He vist la teva mirada d’insurrecta a la Via Laietana,
lluitant amb ràbia per la noble causa de la llibertat,
la llibertat d’escollir i viure a la teva manera
contra l’Estat i el Capital.
He vist com brillaven els teus ulls amb amor solidari
per els companys i per les companyes. Jove i informal,
pantalons texans foradats, samarreta amb la imatge
mítica de Che Guevara, bandera negra,
mocador vermell per tapar-te la cara
i l’aire ple de fum conseqüència clara
de la dura batalla a la Via Laietana.
He vist la teva mirada d’insurrecta a la Via Laietana,
i no sabia el teu nom, però tu eres al carrer, pura rebel·lió,
colze a colze amb companys i companyes que lluitaven...
I no he pogut fer res més, tan sols eixugar-me
la llàgrima, pur sentiment, per la teva insurrecció,
i he tornat a sentir una bella emoció dins del meu cor rebel

*

BALADA DE LA ChiCA OKuPA

He visto tu mirada de insurrecta en la Vía Layetana,
luchando con rabia por la noble causa de la libertad,
la libertad de escoger y vivir a tu manera
contra el Estado y el Capital.
He visto como brillaban tus ojos con amor solidario
por los compañeros y por las compañeras. Joven e informal,
pantalones tejanos agujerados, camiseta con la imagen
mítica de Che Guevara, bandera negra,
pañuelo rojo para taparte la cara
y el aire lleno de humo clara consecuencia
de la dura batalla en la Vía Layetana.
He visto tu mirada de insurrecta en la Vía Layetana,
y no sabía tu nombre, pero tú estabas en la calle, pura rebelión,
codo a codo con compañeros y compañeras que luchaban...,
y no he podido hacer nada más, tan solo secarme
la lágrima, sentimiento puro, por tu insurrección,
y he vuelto a sentir una bella emoción dentro de mi corazón rebelde
per la teva joventut que lluita, desesperadament,
per la causa solidària de la llibertat!

FERRAN AisA-PÀMPOLs
(Barcelona, octubre de 1996. Escrit després
de la desocupació del cinema Princesa i posterior repressió
policial contra la manifestació de suport a la Via Laietana)

En: Contra. Poesía ante la represión. Ed. Coordinadora Anti represión de la región de Murcia. 2016

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viernes, 22 de julio de 2016

LA POSICIÓN DEL POETA


il (n’)est (pas) interdit de parler au poème


Frente a los laberintos lineales del poder
¿qué posición debe tomar el poeta?
Puede escribir las curvas de Carolina B. (aún siendo madre está
buena). Sentado o de pie puede ver el mundo llenos de flores
en la ciudad y en los arrabales. Él también es el mundo. Puede
ponerse de lado para que el látigo haga peor blanco. Puede
cambiar de sitio y alejarse al recóndito lugar del dolor.
Esconderse sólo es posible para alimentarse con el fuego del
amor. Responder al odio (del poder) con la metáfora/música
de un mordisco. El poeta puede escribir poemas. Si el poema
se resiste, interperlar al poema hasta que sangre, sude o llore.
Eso sí jamás callarse. Eso se debe y se puede.


Santiago Aguaded Landero.  En: Contra. Poesía ante la represión. Ed. Coordinadora Anti represión de la región de Murcia. 2016

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jueves, 21 de julio de 2016

AUSCHWITZ 2012




Cada día nos despojan de algo.
Nos quitan las casas que tenemos que seguir pagando,
nos quitan el trabajo sin derecho alguno,
nos recortan la sanidad para hacer aeropuertos sin aviones,
nos quitan maestros que nos enseñen a pensar
a exigir nuestros derechos,
nos quitan el derecho a protestar en las calles,
nos quitan a los jóvenes que han de buscarse el futuro lejos.
Lo siguiente será arrancarnos los brazos
porque saben que abrazarnos nos da fuerza.


Begoña Abad. En: Contra. Poesía ante la represión. Ed. Coordinadora Anti represión de la región de Murcia. 2016

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miércoles, 20 de julio de 2016

EL CAMINO DEL BODHISATTVA



Contexto.
"En una carta que Juan Ramón Jimenez le escribe de Riverdale, Maryland, a una poeta de Madrid, le dice: «De pronto, el año pasado, gran año para mí, al poner el pie en el estribo del coche, aquí en Riverdale, camino de New York, camino de la Argentina, lo sentí, es decir, lo vi, lo oí, lo olí, lo gusté, lo toqué. Y lo dije, lo canté en el verso que él me dictó. Eso es todo."


**********

EL CAMINO DEL BODHISATTVA

Sentado sobre el tronco invisible de la casa de Riverdale,
en sucesión de verdes, rojos y amarillos
las hojas avientan una voz que dice
que los chopos son eternos y permanentes

y otra voz
que una plaga arrasó con ellos hace mucho.

Mi hermano me confirma
que los chopos que existen y los chopos que no existen
son los mismos chopos
en su necesidad los unos de los otros.

Gira la rueda, ideal cine interior,
como una cinta sin fin
que se desenrolla hacia atrás
y pisa el poeta el estribo del coche
que lo lleva a la Argentina
como si pisara aquel otro
que lo llevó un día al puerto de Santa María
como piso yo el asfalto de esta calle
en el 4310 de Queensbury road
mientras piso los adoquines de Moguer

porque ambas pisadas están vacías
más allá del juego de la mente
que insiste en su existencia

componiendo, generando, percibiendo

Washington bridge,
puente de las Brujas,
colina de los Chopos,
cuesta de la Pila,
Molino de Viento,
Alhambra Circle,
calle Nueva,
calle Escribanos,

entramos, salimos
y seguimos dentro.


Antonio Orihuela. en Moguer. Cuadernos de Roldán. 2015

lunes, 18 de julio de 2016

CON EL SILENCIO A CUESTAS ATRAVIESO




“Siempre se vuelve al primer amor”.
       ALFREDO LE PERA


CON el silencio a cuestas atravieso
luminosos pasillos, escaleras de mármol.
No es la de hoy la fecha, es una tarde
de principios de octubre, en el setenta y nueve.
Abro la puerta. Es nueva la inquietud
al entrar en la clase,
en otras sensaciones, otra edad, otros sueños,
una vida distinta
más cerca de la sangre, incontenible.
Nadie me ha prevenido
de que nada me valen las cosas que conozco
con todo lo que ahora me queda por vivir:
esa inseguridad, la inmediatez
de mi primer amor,
casi aún de uniforme,
dejándome sus trece, o sus catorce años,
dibujados por siempre en la pizarra.

La miraba de lejos, desterrado
a un lugar a ocho letras de distancia
por orden alfabético,
sobre cualquier casilla del horario de clases,
por detrás de mis libros forrados con su nombre,
entre griegos y persas, como Dante a Beatriz,
con los ojos de sueños,
por encima de todas las cosas que ignoraba,
todavía en el último temblor de la inocencia.
Nunca tuve valor para decirle
que su cuerpo trazaba el infinito
en cada operación de mi cuaderno.
Nunca arriesgué los labios.
Del resto me quedó
el cerco de un amor que me llegó a destiempo,
su voz enmudeciendo la mía aquella vez
que se sentó a mi lado,
una ocasión perdida, mi corazón en vilo
y el paso inexorable de los últimos días.

Septiembre en las vitrinas,
y en el cristal mi asombro reflejado,
y tras sus apellidos
Lengua extranjera, Historia y Matemáticas.
Yo le hubiera entregado hasta mi acento,
mis primeras batallas, mis sencillos problemas,
cada respuesta mía en los exámenes
y qué sé yo, la vida, lo que fuese,
para evitar aquello.
Sí, porque aquí y ahora,
con la memoria en pie,
en plena posesión de mis recuerdos,
puedo decir sin miedo a equivocarme
que, si hablamos de amor,
la primera tristeza de mi vida
fue el haber aprobado,
porque ella repitió ese mismo curso
y yo seguí adelante.

La buscaba, entre clases, al tocar la campana,
por los bancos que ahogaban mi nombre en sus vaqueros,
por detrás del bullicio de la barra del bar,
por las tardes desiertas, por las ropas de abrigo,
por las rimas de Bécquer,
por si acaso en la guía de teléfonos,
por mis noches de insomnio abarrotadas
de sueños de papel cuadriculado.
Son fechas que han quedado al pie de unos poemas,
que encabezan las páginas de un diario escondido,
con el amor escrito de un azul imborrable,
con el miedo a que un día de mí ni le quedaran
los despojos de un nombre ya sepia en los archivos.
Si alguna ambición tuve fue el que me recordase
porque indudablemente de ese modo,
perdido en un solar de su memoria,
yo formaría parte de ella misma.

Con el recuerdo a cuestas atravieso
luminosos pasillos, escaleras de mármol.
Mis alumnos esperan las notas de un examen
aún por corregir.
Se sientan, buenos días, y en la misma pizarra
que conoció su pulso y su estatura
escribo Guerras Médicas.
Tal vez sólo sucede que existen los retornos,
que hay cuentas que saldar, que me esperan aún
siete letras que entonces no borré
y una frase que nunca me atreví a pronunciar.
Y estoy aquí otra vez —ahora sí—
repitiendo aquel curso año tras año,
porque al hacer examen de mi historia
también yo he suspendido,
he suspendido al fin porque dejé
una página en blanco,
tan sólo una pregunta sin respuesta
que sigue interrogándome sobre aquella ocasión,
si la perdí o acaso ni la tuve,
o mejor no saberlo.
Hoy ya sé
que hay cosas que no pueden dejarse de escribir,
que es necesario a veces arriesgarse a tener
faltas de ortografía
y emborronar los márgenes
del corazón con trazos decididos,
porque luego ya es tarde, porque en pruebas así
no es posible entregar después de tiempo,
porque la vida pasa y no concede
otra oportunidad,
porque hay unos instantes, unos días,
una edad y unos labios que se pierden...
y unos remordimientos que se arrastran
mientras dura el recuerdo.




Juan Carlos de Lara. Depósito de objetos perdidos. Premio Leonor, 2015. Exc. Dip. Prov. de Soria. 

NUNCA ESTUVE CONTIGO




NUNCA estuve contigo,
no vi cómo tus ojos reflejaban de cerca
una tarde sin clases
a la luz fluorescente de un salón de billar,
ni corrí junto a ti para huir de la lluvia
bajo el mismo paraguas.
Jamás sentí el calor o el frío de tu mano
conduciendo la mía
hacia el momento oscuro de las canciones lentas
y el pulso acelerado.
No sorprendí tus labios ni siquiera una vez.

Nunca estaré contigo,
jamás despertaré sobre tu cama,
ni te veré dormir, ni cómo al levantarte
va cayendo tu ropa camino de la ducha.
No iré encontrando planes anotados
con tu letra y la mía sobre los almanaques,
ni llenaré las páginas de un álbum,
ni de mi pasaporte
de países que nunca visitaremos juntos.

Llevaré para siempre ese vacío
con la medida exacta de tu vida.
Solamente será una historia en blanco,
sin piel ni cicatrices,
el sueño inalcanzado, la ausencia irreparable
o ese frío que habita
todo aquello de ti que nunca viviré
ni podré recordar.



Juan Carlos de Lara. Depósito de objetos perdidos. Premio Leonor, 2015. Exc. Dip. Prov. de Soria. 

domingo, 17 de julio de 2016

3 poemas de JUAN CARLOS DE LARA del libro DEPÓSITO DE OBJETOS PERDIDOS




(Álbum blanco)


A solas con la casa y el invierno
fui guardando mi vida
en unas viejas cajas de cartón.
Me tuve que llevar
mi ropa, mi paraguas, mis discos de los Beatles,
mi colección de miedos,
mis libros y carpetas, mis recuerdos, el mundo
que mi padre me había regalado
y en el que tantas veces han viajado mis dedos
una vuelta tras otra.

Allí dejé mis llaves, mi ausencia y un vacío
de mediana estatura,
las cartas que jamás encontrarán mi nombre,
el olor del café que no me tomo,
las vistas sobre el río, los abrazos a medias,
mi colección de sueños,
tantas fotografías que no supe
partir por la mitad...,
y el paso de los días a través de mis hijas,
y a Celia con tres años pidiéndome de pronto,
aquella misma noche al despedirme,
que jugara con ella una vez más.




***


(A María)


FUE justo en ese instante de la tarde
que entristece los días.
En un charco del campo (aquel invierno
lo recuerdo lluvioso)
te asombraba romper mi gesto ausente
en círculos concéntricos.
Cuando, en vez de tirarla, me miraste
y pusiste en mi mano aquella piedra,
regresé del olvido y sin palabras
te prometí de pronto, a ti, una niña
casi de leche en polvo,
que te la guardaría para siempre.

Entonces no conté con mi desorden
ni tampoco con tanto
como se me quedó por detrás cuando tuve
que dejar nuestra casa.

Han pasado los años con sus pasos perdidos,
tú te has hecho mayor y yo un poco más viejo.
Nuestra vida es distinta. Los buzones ya tienen
otros nombres escritos.
Pero cierro los ojos y en mi mente despiertan
los recuerdos, las sombras y no sé si algo más.
Y aunque es cierto que a veces
he logrado arrojarlos como piedras al agua,
han retornado siempre con las ondas,
con esos mismos círculos concéntricos
que te gustaba hacer y que me dicen
que el tiempo es la memoria,
que las cosas se quedan de algún modo,
que todo va cambiando, que no se pierde nada…

Abre tus manos, hija. La piedra que me diste
es hoy este poema.




***


(A Celia)


TE miraré a la vuelta de unos años
y veré que te has hecho una mujer.
Tendrás tu propia vida,
tu casa, tu trabajo, quién sabe si unos hijos,
deberes y problemas
que no resolverás con este simple
libro de matemáticas…
Y acaso una expresión, una mirada, un gesto
o una absurda manía que consiga
que se acuerden de mí.

Pero te miro ahora
y veo en ti una niña de colegio
que juega, estudia, sueña
y deja su inocencia en cualquier parte
y que vive ignorando
que estos momentos son irrepetibles
y que se irá la infancia como un soplo.
Y entonces ya no sé
si he de sentirme alegre o casi triste
cuando a veces te miro.

Mírame tú, sentado frente a ti
jugando al ajedrez o en la distancia
mientras pienso y escribo algún poema.
Mírame bien, tal como soy ahora,
con tus ojos de niña todavía,
sin imposibles, antes
de que mi voz se nuble,
porque así es como quiero quedarme en tu memoria.
Los años pasarán, continuarán cayéndose
las hojas de los árboles y de los almanaques
y llegará el momento
—tú ya serás mayor y yo me habré marchado—
que al mirar hacia atrás y recordar
los días de tu infancia
me hallarás a tu lado para siempre.




Juan Carlos de Lara. Depósito de objetos perdidos. Premio Leonor, 2015. Exc. Dip. Prov. de Soria. 
Fotografía de Juan Sánchez Amorós