Páginas

lunes, 12 de febrero de 2018

4 poemas de EL DESIERTO, LA ARENA de JOSÉ CARLOS ROSALES




ESPEJISMO


El afán imborrable del mundo:
encontrar lo que nadie ha encontrado,
y mirar los caminos sabiendo
que no llevan a un sitio distinto.

Regresar sin saber que regresas,
encontrar lo que nadie buscaba,
y vivir recordando un acorde
que tal vez nunca fue como era.

Te alejaste, te fuiste, y no estabas
cuando todo empezó a derrumbarse.
Espejismo que no se atenúa:
encontrar lo que estaba perdido.


(De El desierto, la arena, 2006)





LA INOCENCIA DEL MIEDO


Parecerás culpable cuando dudes,
cuando cierres los ojos, o no mires.

Parecerás culpable cuando corras
por las calles en medio del bullicio;
si te escondes temblando en la cuneta,
si tropiezas y caes, si te desmayas.

Nadie dará su mano a los caídos
cuando sean inocentes, cuando busquen
tranquilidad, distancia, desafío:
parecerán culpables cuando huyan.


(De El desierto, la arena, 2006)




LA SOSPECHA


La guarida del miedo es la sospecha.
Allí nace el recelo, la mirada
furtiva, el desaliento.

El miedo vive solo y la sospecha
germina con el agua de la duda.

Y la duda se vuelve una certeza:
el miedo ha comenzado a ser rentable.


(De El desierto, la arena, 2006)






BALADA DEL VIAJERO


Alguna vez estuve en el pasado,
entonces lo llamábamos presente.

Parecía interminable, pero era
tan pequeño y fugaz que terminaba
sin haber empezado. Con el tiempo
aumentó sus dominios, sus fronteras
quedaron rebasadas. Sólo entonces
se volvió interminable y ocupaba
cada vez más espacio: como arena
irritante, entraba en cualquier sitio.

Alguna vez estuve en el pasado:
si hoy volviera a vivir entre sus dunas
no podría quedarme en esa arena
minúscula que enreda, araña, hiere.


(De El desierto, la arena, 2003)



José Carlos Rosales. Un paisaje. Renacimiento. Sevilla, 2013
Fotografía de Yasujiro Ozu

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. A menudo me sorprendo a mí mismo elucubrando sobre asuntos de lo más peregrinos, asuntos carentes del más mínimo sentido, digresiones siempre estériles abordadas y abortadas del mismo modo abrupto e incoherente que surgen. Evanescentes bocetos de imaginarios lugares y acontecimientos que rápidamente se disuelven en el olvido sin dejar la más mínima huella.

    En ocasiones, creo percibir nítidamente el auténtico alcance del silencio, la genuina naturaleza de la oscuridad, y, entonces, el mundo se torna sorprendentemente elocuente.

    (De mi 'libro' no publicado)

    ResponderEliminar