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martes, 31 de marzo de 2020

EL MUNDO ES UNA HORMONA



El mundo es una hormona
que reside en el interior de un perro.
Somos tan pequeños y nos creemos gigantes
Vivimos tantos años y tan solo existimos
dos horas de perro gigante.
Nos creemos tanto y somos parte del olvido.
Nos creemos tanto y somos una gota de polvo
en el escritorio de un divino poeta.



Andreu Aisa. Íntima rebeldía. Editorial Abriendo Brecha. 2020

lunes, 30 de marzo de 2020



Es la vida
que a veces duele
o a veces aburre
y otras veces muchas
o muchas veces
no encuentras el camino
aunque no dejes de caminar.
Es la vida
que a veces
no entiendes
y otras veces muchas
cuesta
Dios y su padre
encontrarle una pizca de sentido.
Es la vida
que a veces amas
y amas inmensamente
pero eso no basta.
La luna está saliendo por mi terrado,
mientras derramo mi tristeza de domingo
y la vida continúa
sin poder detenerla,
la vida continúa
y otras veces muchas
siempre continúa….




Andreu Aisa. Íntima rebeldía. Editorial Abriendo Brecha. 2020
Fotografía de Juan Sánchez Amorós


domingo, 29 de marzo de 2020

¡QUÉ FUERTE ES LA COSTUMBRE!



¡Qué fuerte es la costumbre!
Romper con la fuerza de la costumbre,
romperla en mil pedazos.
Sus poderosas garras son pequeñas cárceles
que nos atrapan en abúlicos barrotes.
Vivir y actuar ante la vida,
no reaccionar ante ella,
dijo el filósofo desconocido.
¡Romper con la fuerza de la costumbre!
Hay gente que vive por costumbre,
se deja llevar por el fatal engranaje del destino
y no da ni un auténtico síntoma de vida,
gente que mata por costumbre,
gente que ama por costumbre,
gente que cree en Dios por costumbre,
hay gente que allá donde va
camina guiado por el invisible dios de la costumbre.
Y en el más profundo, oscuro e ignorado
rincón de su alma,
malvive, repleto de telarañas
y temeroso,
su verdadero yo,
acurrucado en un rincón
y llorando, llorando como un niño
al que nadie le hace caso,
llorando, llorando...
Romper con la fuerza de la costumbre!
Mirar al cielo,
capturar la luna en nuestras carceleras pupilas
y no ver el satélite de todas las noches,
sinó, el huevo de una gallina epiléptica
o el ojo de un gigante albino
que nos observa por la cerradura del universo.
o el ojo de un gigante albino
que nos observa por la cerradura del universo.



Andreu Aisa. Íntima rebeldía. Editorial Abriendo Brecha. 2020



sábado, 28 de marzo de 2020

Cosas de la vida



Son cosas de la vida…
Hay gente que a lo largo del día
acaricia más veces la pantalla táctil de su móvil
que a su pareja,
son cosas de la vida.
El mundo occidental
que presume de ofrecer
el mayor nivel de bienestar a sus habitantes,
es donde se encuentran
el mayor número de personas deprimidas y angustiadas,
son cosas de la vida.
En la última huelga general,
los antidisturbios no lanzaron ni una sola
bala de goma a los manifestantes,
sin embargo a mí me dio una en la pierna
y una chica se ha quedado sin vista en el ojo izquierdo,
son cosas de la vida.
“Prefiero no darle nada porque
se lo va a gastar en droga o en alcohol”,
piensa un usuario del metro,
que aún tiene entre los labios el sabor del porro
que se ha fumado al salir de casa
y está pensando en la borrachera que pillará esa noche
con unos colegas,
ante la demanda de un destartalado pedigüeño,
son cosas de la vida.
El presidente de la patronal insiste en decir
que para generar trabajo
hay que abaratar el despido,
son cosas de la vida.
Para poder pagar la niñera o la guardería de tu hijo,
tienes que trabajar más
y al trabajar más,
estás menos con tu hijo
y más necesitas de una niñera
y para pagar una niñera tienes que trabajar más…
son cosas de la vida.
Te obligan a ser pacífico
a golpe de porra,
son cosas de la vida.
Aquellos que son culpables de generar
la mayor violencia estructural de los últimos tiempos,
es decir,
aquellos que echan a la gente de su casa,
aquellos que matan a gente a través de recortes en sanidad,
aquellos que aplauden la impunidad policial,
aquellos que están empeñados en transformar
el contexto laboral en una moderna esclavitud
y aquellos que están llevando a la miseria
a cada vez más gente,
afirman que es muy grave y radicalmente violento,
que un grupo de gente se manifieste delante de su casa,
son cosas de la vida.
El otro día una amigo,
orgullosísimo de sí mismo,
me confesó que había logrado dejar de ver la tele
y esto me lo decía sin levantar la vista de su móvil,
aparato al que está conectado casi las veinticuatro horas
como un apéndice vital que le nace de la mano,
son cosas de la vida.
Y así sucesivamente
y casi sin fin,
la vida está repleta de cosas,
que tan solo son…
cosas de la vida.


Andreu Aisa. Íntima rebeldía. Editorial Abriendo Brecha. 2020


viernes, 27 de marzo de 2020

LAS CALLES HAN PERDIDO SU ESENCIA



Las calles han perdido su esencia
como el pan ha perdido su sabor y
los tomates saben infinitamente a nada;
donde antes había sentido, significado e historia
ahora hay vacío, artificialidad y turistas.
Los turistas se regurgitan a si mismos
en cada una de las esquinas
mientras adoran al dios del consumo
y todo es consumo,
todo tiene un precio,
quien no consume no existe.
La vida se suicida
desde el borde de una moneda,
salta al vacío
y queda naufragando en un charco de sangre.
Las calles han perdido su código genético
y han vendido su alma al diablo
que unta de falsa felicidad las miradas transeúntes.
Mientras tanto, una joven adolescente
se mira en el espejo lo mono que le hace el culo los panta­lones,
que han tejido una niñas de un país oriental en condicio­nes insalubres
y ella alegremente está dispuesta a comprar.
La moda manchada de sangre se ajusta perfectamente
a la piel de la ignorancia.



Andreu Aisa. Íntima rebeldía. Editorial Abriendo Brecha. 2020



jueves, 26 de marzo de 2020

LLARG POEMA BILINGÚE



Lo absurdo de la vida
es que sea absurda
pudiendo no serlo.
Perque és absurd
que m’hagi de vendre per poder viure,
perque és absurd
que hagi de ser esclau d’un sou
per poder tenir un sostre,
perque és absurd
que visquem en petites,
minúscules cel·les
en l’interior d’una gran garjola urbanística
anomenada ciutat,
perque és absurd
que hi hagi lleis que dictaminin
que algú ha d’anar fora de casa seva,
perque és absurd,
que algu que no conec
em digui com he de viure,
perque és absurd
que no conegui ni a les meves veïnes
perque és absurd que qui posseeix armes,
porres, manilles, presons, tancs i exèrcit,
acusi a persones desarmades de violentes,
perque és absurd
que els tomàquets no tinguin sabor a tomàquet,
perque és absurd
que faci 30km en cotxe per anar i tornar de la feina,
hagi de menjar qualsevol cosa en 45 minuts
tot pensant en la tarda que m’espera,
que després vagi a buscar al nen
per portar-lo a una extraescolar que ni m’interessa
per tal d’aprofitar per fer algunes compres,
que no se realment ni el que estic comprant,
que després col·loqui al meu fill davant de la tele
per que jo pugui descansar o fer el sopar
i finalment m’en vagi a dormir
tot pensant amb el dia que m’espera demà,
es completament absurd!
perque és absurd
que sempre volguem que passi el temps:
“a ver cuando llega el descanso”
“a ver cuando llegan las vacaciones”
“a ver cuando salgo del trabajo”
“a ver cuando llega el fin de semana”
“a ver cuando se acaba la clase”
“a ver cuando se acaban los exámenes”
“a ver cuando se calla”
“a ver cuando llega ella”
“a ver cuando los niños vuelven al cole”
“a ver cuando se acaba este poema”
“a ver cuando deja de decir a ver cuando…”
“a ver cuando me decido a decirle lo que quiero decirle”
“a ver cuando se acaba la crisis”
“a ver cuando empiezo a vivir como me gustaría vivir”
“a ver cuando traen el segundo plato”
que triste y que absurdo,
que trist i que absurd,
perque si estem gran part de la vida
esperant que passi el temps,
jo em pregunto,
quan vivim?
per que és absurd
que ens conformem en anar tirant,


per que la vida (ja ho he dit més d’una vegada)
no pot estar feta per “anar tirant” simplement,
perque la vida està per viure-la en majúscules
sino no la podem anomenar vida.
Perque és absurd
que la vida sigui absurda,
que estigui en les nostres mans
poder canviar-la
i no fem res tots plegats,
tot conformamt-nos dient,
“a ver cuándo la vida deja de ser absurda”.


Andreu Aisa. Íntima rebeldía. Editorial Abriendo Brecha. 2020

sábado, 21 de marzo de 2020

LOS PERROS LADRAN PENAS (fragmentos)







2


los grillos nos están avisando y

no nos percatamos


los grillos nos están tronando los oídos y

no nos percatamos


los grillos grillan las noches de febrero y

no nos percatamos


los grillos pavonean sus alas a orillas del desastre y

no nos percatamos

algo gordo está pasando y

no nos percatamos


andamos sordos / ciegos y

grillados


andamos tocando la zambomba

en las puertas del disparate


andamos contados los billetes

en las máquinas registradoras del desastre


andamos engordando los bolsillos

de la mediocridad usurera 

andamos tocándoles las palmas

al devastador capitalismo


……


ya se inventarán un nombracho

para tergiversar el significado

del concepto de sanidad pública


escribo

para ser atravesado por un rayo


3


las guerras más peligrosas

de todas las guerras peligrosas

son las guerras virusdianas  


todos somos enemigos


todos podemos ser agentes

al servicio del exterminio

sin que tengamos la más remota idea


la impotencia y la culpa

aparecen vestidas de transparencia


por los salones ubicuos del histerismo


los estadistas del miedo

no tienen nombres

borran de sus carnets de identidad

hasta su mísera ideología


las reglas del juego son las reglas y

la diana está en el centro de la estrategia


no tocarse

no abrasarse

no besarse


guardar las distancias



lo están consiguiendo


nos separan con las manos lavadas

nos separan y les aplaudimos


el capitalismo global se recrudece

nos tienen atados con un virus al cuello


ay / cuánto añoraremos el París de los huertos



4


a los queridos pájaros

no le han impuesto

toque de queda y

a la caída de la tarde

vienen a visitarme


es curioso

andan con la autoestima subida


la víspera de la primavera

les alborota el plumaje


llueve acariciando los morritos

de los brotes de la higuera


la armonía del entorno

calma los remolinos interiores


pero los queridos pájaros 

andan de porfía

han improvisado una orquesta

en la pila del pozo


cantan los verdones y

les replican los jilgueros


cantan a reventar los chamarices y

pasean elegantes las abubillas


a veces me regalan melodías

a veces un pase de modelo


quién diría que andamos

en tiempos de cuarentena




Eladio Orta. Inédito
Fotografía de Jorge Riechmann

sábado, 14 de marzo de 2020

¿NO ES ACASO ESTO UNA HISTORIA DE AMOR?



Solo de ti puedo dar fe 
porque sólo tú te atreviste a desnudarme. 
Recuerdo que primero  me vaciaste de toda razón 
poniendo alrededor incertidumbre
para que no olvidara buscar  en tu mirada el  refugio constante. 
Recuerdo cómo caminaste siempre a mi paso, 
silencioso cuando yo no te hablaba,
escuchando cuando todo eran dudas,
poniendo luz ante cada uno de mis pasos vacilantes,
sin impacientarte cada vez que me perdía.
Recuerdo vagamente mi ceguera
y tu mano hablándome sobre la piel,
tu tacto delicado sobre mis párpados 
tantas veces como fue preciso.
Recuerdo mis oídos tapiados y tu susurro constante.
Recuerdo mi dolor más profundo 
cuando no era nadie en mitad de un todo,
hasta que brotaron tus brazos en mi espalda
y, confiada ya, empecé a dejarme volar.
Recuerdo cuando supe que esta historia 
no tendría final, como tampoco había tenido principio
y empecé a disolverme poco a poco, 
en tu abrazo seguro y cálido, sin palabras ante tu belleza.  

Begoña Abad. El lenguaje de las ballenas. Ed. Pregunta, 2020


jueves, 12 de marzo de 2020

YO SOY… AZUL




Soy la que buscaba siempre ser querida en lugar de ser respetada.
Soy la que segaba deseos propios para atender los ajenos,
la que cuidaba con mano silenciosa y ligera a todos, pero no a mí.
Soy la que nunca pidió y se sentó a esperar que la escucharan
hasta que le creció una mustia tristeza de la que le culparon.
Soy la que cambió pañales de todos los tamaños y recogió abandonos,
la que hizo vela en todas las noches oscuras sin hacerse preguntas,
porque le borraron la palabra queja para ser ejemplo de mujer.
Soy la que se dejó mal-tratar poniéndose etiqueta de paciente y discreta.
Soy la que vomitaba odio pero soñaba en colores y se sentía culpable.
Soy la que era madre, hija y esposa de, pero callaba que era amante de…
Yo soy la que proyectó un viaje contigo, que nunca hicimos
porque entre el deseo y el miedo tú elegiste lo segundo
y sin embargo yo me calé hasta los huesos en Iguazú
y me compré en San Telmo unas alas azules.
Soy la que decidió ser mala mujer, cambió su ADN y planchó las arrugas del miedo.
Y soy, por fin, la que aprendió que el vacío era su propia casa y lo pintó de azul.



 Begoña Abad. El lenguaje de las ballenas. Ed. Pregunta, 2020

miércoles, 11 de marzo de 2020

MINIPÍMER O PASAPURÉ




Levanta la mañana fresca de un otoño, por fin.
Ella pone en marcha los fogones mientras peina sus canas,
nadie sospecha que guarda entre sus faldas un libro subversivo.
Hace un caldo limpio y cuece la legumbre lentamente,
las verduras trituradas para que nadie las retire al comer,
intenta dar gusto a cada comensal y nunca están de acuerdo.
Silenciosamente, mientras hierve el puchero,
abre las páginas y escucha al filósofo hablarle del mundo digital,
del sofisticado sistema para esclavizarnos sigilosamente.
A veces busca palabras que no entiende, a veces todo es muy claro.
Ella que siempre anduvo con su rebaño a cuestas, fue madre bien joven,
sabe que le falta ilustración, pero no el deseo de aprender.
Afuera el paisaje es cambiante según el lugar donde habite
pero el horizonte siempre coincide con las otras mujeres
que pueblan el mundo de las invisibles, las ignoradas,
las que ya dibujaban bisontes en las cuevas.
Lee y comprende, que es más que aprender.
Comprende que tratan de aislarla otra vez para que pierda fuerza.
Que le venden libertad para que elija su propia esclavitud,
que la explotan haciéndole creer que llegará a ser dueña
de algo más importante que su don de la ternura y el cuidado del otro.
Saca de su bolsillo un lápiz negro y pone palabras a lo aprendido,
quiere hacerlas sencillas, cercanas, como la vida de lo cotidiano,
piensa en si usar la moderna minipímer o volver al pasapuré
y triturarlas , como hizo con las verduras, para alimentar
a tanta gente que sigue con hambre de conocimiento.



 Begoña Abad. El lenguaje de las ballenas. Ed. Pregunta, 2020


martes, 10 de marzo de 2020

Nunca hablé con mi padre




Nunca hablé con mi padre de cosas entre padre e hija.
Nunca supe si fui hija deseada para mi madre
o si tuvo alguna vez un hueco para mí
entre tanto miedo color de rosa y tanta desdicha.
Nunca nos dijimos nada que sonara a te quiero,
nunca nos abrimos el pecho para mirar al interior.
Lo malo de llegar hasta aquí sin respuestas
es haberlas buscado en lugares equivocados,
en brazos equivocados.
Es haber llegado con las alas chamuscadas.
Lo mejor de este trayecto es
que ya no necesito saber las respuestas.
Dicen que soy fuerte.


Begoña Abad. El lenguaje de las ballenas. Ed. Pregunta, 2020
















lunes, 9 de marzo de 2020

PATRIARCADO



A punto estuvieron de matarme,
de hacer que renegara de mí,
de taparme la boca y atarme las manos.
Ellos, que lo saben todo, sentados en despachos, bibliotecas,
lugares de poder.
Ellos, que premian y condenan, que escriben desde ahí,
ni siquiera me veían, ni siquiera tenían que nombrarme,
aún hoy insisten y existen, ellos.
Yo escribía entrecortadamente, a ratos sueltos,
con el sonido de fondo del puchero que ellos comían después.
Escribía en papeles baratos,
en máquinas de escribir que ellos ya desechaban,
mientras esperaba que la plancha estuviera lista
para planchar sus pantalones con raya,
sus camisas de cuello duro.
Escribía en la soledad colosal y en el olvido
a los que querían condenarme y donde me hice reina,
justo ese fue el privilegio que me hizo libre.

Begoña Abad. El lenguaje de las ballenas. Ed. Pregunta, 2020





















domingo, 8 de marzo de 2020

MI MADRE VIVIÓ EN ESTOCOLMO





Los últimos años  de mi madre 
fueron de regreso de tan largo viaje
y eso cuesta la vida.
Podía verla mientras se desataban
sus mínimos lazos color de rosa. 
Ella los ataba cada día,
como una Penélope de andar por casa
y la Vida volvía a desatarlos sutilmente,
¡Cómo es la Vida de sutil con los más adormecidos!
Desde mi orilla le hacía señales 
para acercarla a la frontera apacible
de su infancia en el molino,
su tiempo feliz de ardilla trepadora,
pero ella, asustada, buscaba refugio
en su Estocolmo particular.
De nada me servía explicarle
que era frío y lejano ese lugar
que solamente existía en su fabuladora mente 
y que aquí y ahora, era el mejor regalo para vivir.
En cada viaje yo trataba en vano
de sumar puñados de palabras
para trazar un istmo que uniera dos lugares,
sabiendo, como sé, que el yo siempre separa
(una de mis contradicciones).
Y tiraba, desesperadamente, de sus alas,
que ella apenas desplegaba ya. 
Decidí un día dejarla en Estocolmo y mirarla feliz. 
La abrigué lo mejor que supe
y cada una en la orilla de su continente
aprendió el lenguaje  de su único país posible,
para despedirnos en balbuceos torpes. 
Se parecía mucho al enigmático lenguaje de las ballenas. 



Begoña Abad. El lenguaje de las ballenas. Ed. Pregunta, 2020
Fotografía de Carmen Lourdes Fernández de Soto