“Los únicos poemas que cuentan son aquellos
que pueden ser leídos en voz alta frente al mar o susurrados al oído de un ser
humano que se está muriendo. Si no cumple esos requisitos, no es poesía.”
Raúl Zurita (entrevista, junio de
2021)
“En la gran noche mi corazón saldrá afuera,/
las sombras vienen hacia mí sonando./ En la gran noche mi corazón saldrá
afuera.”
Canción de los indios papagos
El tren llegó a la estación
y luego salió de ella.
Entre esos dos momentos se nos ha hecho de noche
y tú has muerto, amigo, nos has muerto.
Llegó a la estación, no tardó mucho en partir.
Y entremedias se hizo un gran silencio,
la muerte se bajó la mascarilla
–también ella, la ilustre Dama, sí, en tiempos de
pandemia–
y descubrió los labios más fríos de la Tierra.
¿Puede un tren navegar hacia la isla?
En el tren íbamos juntos viajando
todos los amigos contigo, las amigas, tú vivo
–porque los raíles apuntaban al pasado.
Nos
confortabas con la amabilidad de siempre,
hacías
bromas, repetías el chiste
que
Meri se sabe de memoria –pero lo cuentas tan divinamente
y
te hace tanta gracia a ti mismo
que
todos deseamos escucharlo otra vez. Verte reír nos nutre.
Hacia
el pasado recobrando días, años, proyectos.
Si
alguien cometió un error grave puede tratar de enmendarlo
–el
vagón es aquel, pregunte al revisor.
El
tren llegó a la estación ¿y se detuvo?
Luego
¿o antes? arrancó de nuevo, y mientras tanto
todos
te hemos ido rodeando, José Luis
Porcuna,
centro nuestro ausente.
Esto
deseo repetirlo: nosotros no pudimos ayudarte
–en
el tren medicalizado no contábamos
con
raíces de tejo de calidad suficiente–
pero
tú sí vas a poder ayudarnos tanto y tanto
si
te dejamos hacerlo.
Entonces ¿navega el tren hacia la isla?
Dijiste
que a ese tren subiesen
también
los enemigos –teníamos que darnos
otra
oportunidad–, mas no tenías ninguno.
Apenas
algún adversario al que agasajas
con
tu cordial inteligencia de siempre. No hacen
lo
que hacen por maldad, es sólo
que
no han escuchado con atención suficiente
la
conversación de tantas micorrizas bajo el piso del bosque.
Nosotros
dos nos encontramos en la cafetería del tren
y
recordamos nuestra apuesta: esas ricas arepas
en
octubre de 2026, el 21 a las 21
horas
en Punto Criollo, calle Tizón de la muy noble ciudad de La Laguna.
Yo
haré lo posible por estar ahí (nos preguntábamos
si
en este nuestro mundo de descenso energético
ese
viaje sería aún posible entonces), tú sin duda también.
Dificultades
habrá por ambas partes
–no
será pequeño estorbo haber muerto. Pero eso
no
nos importa hoy, cita y apuesta siguen planteadas:
chocamos
nuestros vasos y reímos
con
tanta fuerza que otros pasajeros
nos
miran sorprendidos
en
este tren que sigue viajando con tanta fuerza
por
mar ¿hacia el pasado?
¡Antonio
Bello te abraza!
Siempre
lo has tenido tan presente,
es
muy hermoso veros juntos
a
los dos otra vez. Tantos proyectos
en
agroecología pueden aún madurar
si
corazones dulces como los vuestros laten de nuevo al unísono
y
oídos jóvenes saben escucharlo, como escuchan
las
promesas de las alcachofas
y
los apotegmas de los árboles frutales.
Meri
no se suelta de tu mano,
ha
acumulado demasiada tristeza estos días.
¡Has
muerto tan de pronto! ¿Era tan fácil morir?
Ella
precisa que le des apoyo:
tu
voz que le leía poemas al oído
no
va a ser acallada, mas cambia de registro
y
en ocasiones va a ser rumor de acequia, senda de nubes,
va
a ser trino de pájaro –pero también párrafo subrayado
en
un libro erudito. Ella no te suelta de la mano.
Los
ángeles son muchachos de parkour, en
este tren viajan varios,
silenciosos
trazadores, radiantes, vestidos
completamente
de negro, de pronto con enigmática
sonrisa.
Están y de repente ya no están. Tú los conduces
al
vagón del parque agroforestal mientras vas explicándoles
algunas
técnicas de mulching.
Te
rodeamos, amigo, centro nuestro ausente
y
también presente de forma tan intensa:
se
ha detenido el tren. Junto a la estación el muelle, el mar,
la
playa, olor intenso de algas,
olas
mansas que siguen a nuestros pies como perrillos.
Estamos
en la isla de Meri que es tu isla
y
aquí nos has traído a compartir el muy hermoso crepúsculo
(que
no es pasado ni presente ¿ni futuro?)
y
los frutos más nutritivos de la Tierra.
12 de noviembre de
2021. Escrito de un tirón en ese tren,
tras la muerte de José
Luis Porcuna en Tenerife, el día anterior.
Si no olvidamos que la
etimología de “poesía” nos remite a poiesis, creación,
¿quién abordó de manera
más fecunda y creativa el desarrollo de la agroecología
en nuestro país?
En San Miguel de Abona, 27 de octubre de 2016,
donde te acompañábamos Meri y Marta y yo (JR).
Jorge Riechmann. En: Voces del Extremo: poesía y alegría. Ed. La Vorágine, 2022.
Fotografía de Carlos Pérez Siquier.