Páginas

lunes, 14 de agosto de 2023

10 poemas de MONTSE GRAO del libro HOY TOMARÉ EL VERMUT

 


 

CONFINAMIENTO

 

Cada mañana pienso en ellas.

Encerradas

sin otra protección

que el hipotético buen humor

de sus verdugos

sin poder volar hacia otro mundo.

 

Las veo con un nudo en la garganta,

con un miedo lacerante

a ese posible error imperceptible

que despierte a la bestia.

No valdrá una disculpa.

Ni un sin querer valdrá.

 

Después…

 

Tal vez no haya un después.

 

 



EL ULTIMO AUTOBÚS

 

Estoy sola en el fondo.

Un hombre se sienta a mi lado.

Su mirada me sobrecoge.

Bajo del bus y vuelo.

 

Llego a casa.

Mi gata me espera tras la puerta.

 

Su ronroneo compensa

este día de mierda.

 

 

 


CUENTO

 

Me recuerdan la fábula

El principito y la Rosa.

No lo escucho.

Lo sé de memoria

y aunque Saint-Exúpery

siempre es un revulsivo,

hay edades románticas,

edades de ensueños,

edades con prisas.

 

Todo pasa.

Pero nunca,

nunca

habrá una edad

para dejar de volar.

 

 


 

CANSANCIO

 

Pero todo cambia.

De repente los pasos se hacen torpes,

se olvidan las ganas.

Tan sólo unos minutos

eternamente largos

minan el espíritu.

 

Ante la desidia,

cercenadas mis alas

por la quietud de los años,

hoy tomaré el vermut.


 



EDAD

 

Aparece tras el cristal

la imagen de la duda.

Su desnudez me asusta.

 

La muchacha que fui

quiere decirme algo.

 

No reconozco su voz.

 

Su vuelo ya no me pertenece.

 

 

 

 

LEGADO

 

La palabra:

Lo único que dejaré a mis hijos.

Podría ser que entonces

se dignen a leer lo que escribí.

Podría ser que el vuelo de mis versos

les sirva para algo.

 

La poesía es como la nieve:

el tiempo la derrite.

 

Para muchos

lo que importa es lo material

y la palabra es efímera.

No habrá dios que la invoque.

 

 

 

 

OTROS TIEMPOS

 

Nací para robar rosas de las avenidas de la muerte.

Charles Bukowski

 

 

Echo la vista atrás.

Veo la nada.

A pesar de tanto sobresalto.

Nada.

A pesar de trompicones

en caminos empedrados.

Nada.

Escucho amaneceres.

Las urracas graznan de tristeza.

Luto por los recuerdos

que son la nada.

 

Nací la última.

Si hubiera sido niño,

sería el casi todo.

Pero nací mujer.

Tuve que conformarme

con la condescendencia,

el silencio,

siseos sospechosos.

La callada inquietud de los secretos.

El sueño de volar.

 

Después

la nada.

 

 


MUTISMO

 

Éramos ovejas

con el pánico pegado en el rostro.

Educadas para ser madres o monjas.

Los terrores nocturnos del pecado,

el miedo a la muerte sin una confesión.

El rosario y las clases de costura.

 

Nos cortaron las alas.

 

La política era tabú,

La rebeldía, una amenaza.

Éramos ovejas,

lanzadas al albur

de maridos ociosos.

 

 

 


MI MADRE

 

Quería ser modista.

Mi abuelo le llamó señorita.

Sus incipientes alas

quedaron reducidas a la nada.

 

Se marchó a Barcelona.

Después de mil pesares,

hambre, sueño, miseria…,

la empleó una señora

que sólo la explotaba

18 horas diarias.

 

Criaba a los dos niños,

le enseñaron modales,

aprendió a cocinar

y a rendir pleitesía.

 

Una casa excelente

en Paseo de Gracia.

 

 

 

 


MI ABUELA

 

Tuvo doce hijos.

Seis de ellos murieron a corta edad

por causas naturales:

fiebres tifoideas,

cólicos misereres.

Así eran los diagnósticos.

 

Su mundo era la casa,

el campo en la cosecha,

la venta de verduras en su puerta.

 

De sempiterno luto,

con un gran moño blanco,

nunca se planteó otra vida.

 

Las casas de los pobres

carecían de sueños.

 

Nadie le concedió unas alas.

 

 

 

 Montse Grao. Hoy tomaré el vermut. Ed. Nautilus, 2023

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario